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Quebrar el efecto silencioso de la contaminación

Uno de los tratamientos más eficaces de los residuales de la industria azucarera se hace en la planta de biogás de la destilería Heriberto Duquesne. Fotos: Roberto Carlos Medina
Uno de los tratamientos más eficaces de los residuales de la industria azucarera se hace en la
planta de biogás de la destilería Heriberto Duquesne. Fotos: Roberto Carlos Medina

 

“Antes pescábamos los peces más grandes allí, en la Cachacera, y se perdieron. No sé si por la pesca indiscriminada o por los vertimientos del Héctor Molina”. “Los guajiros represaban la zanja, y con esos sedimentos regaban sus cultivos. Es una zona muy fértil, recoge toda el agua de Madruga, la que baja de las lomas”. “Son tierras bendecidas, y las cañas daban altísimo rendimiento. Ahora por el canal solo corre el agua pluvial”.

Muchos campesinos lamentan esas pérdidas, pero las obras emprendidas dentro y en el entorno del central Héctor Molina, de Mayabeque, quiebran el efecto de la contaminación silenciosa, que perjudica a los ecosistemas del sur del territorio.

Las inversiones en esta y en la mayoría de las del país son millonarias y diversas; un trabajo constante para reducir el impacto provocado al medio ambiente durante siglos. El sector es uno de los que cuenta con gran cantidad de fuentes contaminantes: 56 centrales, 11 destilerías y cuatro plantas de levadura torula, que cada año generan aproximadamente unos 10 millones de metros cúbicos de residuales, suficientes para aplicar cinco riegos —según normas de consumo por tipo de suelo— a 2 mil 800 hectáreas sembradas de caña en el período de zafra.

Un informe presentado por Orlando Celso García, presidente del grupo empresarial AzCuba, a la Comisión Agroalimentaria del Parlamento, en julio pasado, reveló que desde el año 2007 se ejecuta un programa integral para enfrentar esta problemática situación.

Comienza en el interior de la industria (desagregación de sólidos, grasas, albañales, ácidos y potasas), medidas de ahorro de agua, arreglo de pisos, zanjas, registros e instalación de medidores de flujo a la entrada y salida del ingenio; continúa con la conducción de los residuales por tuberías soterradas hasta las lagunas de oxidación (muchas habrá que construirlas), y concluye con el uso de esos líquidos para fertilizar la caña de azúcar.

Desde el año de inicio hasta la fecha se ha trabajado en 57 de los 71 focos contaminantes de la industria azucarera; en la última zafra, 28 centrales utilizaron los residuales para el fertirriego (tienen alto contenido de potasio y fósforo), aunque no todos cumplen cabalmente las normas e indicaciones del CITMA; y de Recursos Hidraúlicos; se corrigen los problemas originados en los ingenios Manuel Fajardo, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Guiteras, López Peña, Melanio Hernández, y central y destilería Héctor Molina. Todos cuentan con un plan de acción para resolver cada situación.

Alimentar la caña, humanizar la tarea

“Nos queda por hacer una inversión para dar el toque final al proceso de tratamiento de residuales: la conducción de los que hoy emite la planta de biogás a la cuenca sur, que nos permitirá utilizar el 100 % de los ya tratados en el fertirriego y cerrar la página negra en la historia de la destilería Heriberto Duquesne como la mayor fuente contaminante del medio ambiente, en Villa Clara”, explicó el ingeniero Ramón Santos Díaz, su director.

Las inversiones para el fertirriego con residuales azucareros son costosas, e incluyen carros
cisterna y sistemas de enrolladores.

 

“Todos los residuales se vertían en volúmenes considerables a las cuencas hidrográficas Guaní y Managuimba. La destilería de alcohol de nuestra UEB genera entre 800 y 900 metros cúbicos por día, con una carga orgánica que oscila entre 40 y 60 miligramos por litro, por lo que demanda gran cantidad de oxígeno para su reincorporación a una fuente fluvial como aguas reutilizables.

“La planta de residuales o de biogás, única de su tipo en Cuba, se empezó a ejecutar hace más de 20 años, y su explotación a escala industrial comenzó hace tres. En el central y la destilería se hicieron modificaciones tecnológicas que requirieron fondos monetarios importantes, y en el 2016 se prevé comenzar el sistema de conducción de residuales para poner bajo riego más de 500 hectáreas de caña.

“Ello posibilita darle valor agregado a un producto que fue nocivo al medio ambiente, con su incidencia en el aumento del rendimiento cañero, lo que se revierte en más azúcar y mayor productividad. Hoy no se emiten residuales sin tratamiento al medio ambiente”.

Un recorrido por áreas de estas industrias confirma la magnitud de las inversiones, que además de reducir su efecto negativo, racionaliza y humaniza el trabajo del hombre con la automatización de los sistemas de bombeo de la destilación, de rebombeo de residuales y de generación de vapor; y suministra el biogás que alimenta las cocinas de 40 viviendas en la comunidad del Heriberto Duquesne.

“No podemos acostumbrarnos a convivir con los efectos dañinos que provoca nuestro sector, hay que agilizar las inversiones y hacerlo lo más eficiente posible, ya que el país tomó conciencia para emprender costosas inversiones, que incluyen hasta la adquisición de pipas y enrolladores (sistema de riego) para incorporar una parte de las vinazas directamente a la producción de caña, y abaratar las importaciones de fertilizantes químicos”, indicó Ramón.

El Melanio Hernández, de Sancti Spíritus, catalogado como alto contaminante, resolvió parte del problema con obras que separan los residuales de los condensados de la fábrica, y en un proceso de evaporación (el cual está automatizado) pasan de nuevo a ser agua que se emplea en la industria, explicó Rodolfo Pérez Arteaga, jefe del Grupo Técnico del central.

“Desde hace 17 años se utilizan los residuales en el fertirriego de la caña; ahora empleamos los enrolladores, siguiendo estrictas restricciones para no saturar los suelos, que están sobre la cuenca del río Zaza, y abastece a grandes poblaciones, animales y cultivos”, argumentó Oscar de la Cruz, director de la UEB Atención a Productores Azucareros.

Reducir la emisión de carbono

“La industria azucarera tiene bien identificados los principales contaminantes, los impactos ambientales, y hay un programa de desarrollo para resolverlos, pero a pesar de los logros, el avance no es todo lo ágil que se necesita, esencialmente el Héctor Molina, Guiteras y Melanio Hernández tienen un largo camino por recorrer”, aseguró el ingeniero Víctor Tejeda Marrero, jefe del grupo de Calidad, Innovación y Medio Ambiente de AzCuba.

“El sector ha mitigado la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera —se produce por la quema de combustible fósil—, con la generación de energía a través de la biomasa. Los ingenios utilizan bagazo para generar electricidad, y aunque la totalidad no lo logra de manera eficiente, durante las zafras el sector se autoabastece y entrega excedentes al Sistema Electroenergético Nacional.

“Nuestras fábricas solo queman fueloil cuando no tienen bagazo suficiente o presentan algún problema industrial. El programa de inversiones promete lograr mayor eficiencia: más azúcar, alcohol, generación de electricidad, vapor y menor impacto ambiental.

“La modernización nos lleva a la construcción de bioeléctricas para generar energía a partir del bagazo y el marabú; existen varios estudios de factibilidad y en algunos centrales se hacen pruebas para ambos casos; las perspectivas indican un aumento en su ejecución.

“El medio ambiente es muy amplio, y para su cuidado contamos con la colaboración y asesoría de organismos decisivos como el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, entre otros. AzCuba tiene una gran incidencia en la recuperación de los ecosistemas, que beneficiarán hasta la flora y la fauna marinas al dejar de verter los residuales en el mar”.

Quizás entonces, los peces vuelvan a ser grandes en la Cachacera del sur de Güines, en Mayabeque; las cuencas hidrográficas se salven de la contaminación y las cañas puedan ser más vigorosas, fertilizadas por excedentes que salen de su propio procesamiento.

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