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Experiencia única para quienes quedaron en tierra

Los doctores en Ciencias Eloy Eduardo Pérez García y Francisco Andrés Rivero Reyes, de izquierda a derecha. Fotos: César A. Rodríguez
Los doctores en Ciencias Eloy Eduardo Pérez García y Francisco Andrés Rivero Reyes, de izquierda a derecha. Foto: César A. Rodríguez

 

Cuentan que Arnaldo Tamayo Méndez, el primer cosmonauta latinoamericano, soñaba con pilotear aviones allá en su natal Guantánamo. Y logró más que eso. Pero las decenas de científicos y técnicos cubanos que intervinieron en los preparativos de los experimentos que llevaría la nave cósmica, nunca habían albergado ni siquiera la idea, de que su trabajo algún día trascendería el espacio sideral.

Así resultó para los doctores en Ciencias Eloy Eduardo Pérez García y Francisco Andrés Rivero Reyes, quienes casi recién graduados, el primero como ingeniero aerofotogeodesta y el segundo de licenciatura en Geografía, fueron seleccionados para integrar los equipos que también harían historia, aunque de forma anónima.

De aquellos días guardan anécdotas, conocimientos y una gran amistad fortalecida con los años y que los sigue llevando también por caminos de hacer, burlándose del inexorable paso del tiempo.

Eloy Eduardo confiesa que le satisface hablar para este periódico, porque todos cumplieron como trabajadores de las ciencias, y habla muy especialmente de la Teledetección, especialidad con cuatro décadas de existencia en la mayor de las Antillas y cuyo inicio data cuatro años antes del citado vuelo espacial.

“Como parte de esa preparación, dice, pero sin conocer el destino, a un grupo de ingenieros y aerofotogeodestas, geógrafos, geólogos, oceanólogos, meteorólogos, edafólogos, y físicos, entre otras ramas, nos enviaron a centros especializados de la URSS y de otros países ex socialistas.

“En el experimento que yo dirigía tuve que coordinar todo lo relacionado con la obtención de fotografías áreas y datos terrestres para unirlos con las imágenes que se tomarían en el espacio.

“De forma general recibimos en Cuba gran cantidad de material logístico, era más de una tonelada en equipamiento, lo cual propició crear grupos para estudiar esa disciplina tecnológica en buena parte de los institutos dedicados a las Ciencias de la Tierra”, asegura Pérez García, también investigador titular.

“En los aviones se probaron casi todos los equipos que iban a usarse en el cosmos, como espectómetros, termovisores infrarrojos, radiómetros, a la mayoría nunca los habíamos visto.

“Con esos trabajos comenzó la escuela cubana en Percepción Remota, disciplina que daba sus primeros pasos a nivel mundial. Por aquella participación recibí hace unos años la medalla Serguey Koraliov, que otorga la Federación de Cosmonáutica de Rusia”, expresa.

Escuela con mayoría de edad

Gracias a aquellos experimentos se han formado varios centenares de profesionales y técnicos en la especialidad, que se imparte como asignatura en varias universidades cubanas y con proyecciones de postgrado, en tanto existen dos Maestrías y el doctorado en Ciencias.

Nuestros entrevistados no pueden sustraerse a desviarse un tantico, para hacer algunas precisiones respecto a esa rama, cuya fortaleza, aseguran, se alcanzó con aquellos experimentos y hoy sigue siendo de gran utilidad.

“En nuestro país dicha tecnología es empleada en la investigación, la producción y la prestación de servicios y su mayor impacto social está en la Cartografía y la Meteorología, ya que en esta última los pronósticos y el seguimiento de los ciclones se realiza en base a imágenes satelitarias”, precisa Rivero Reyes, investigador y profesor titular del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (ISPJAE).

“Aunque en Cuba desde la primera mitad del siglo pasado se hacían trabajos de fotos de interpretación con fines topográficos y para algunas empresas mineras y forestales, con el programa Intercosmos ─ subraya ─, tuvimos al primer cosmonauta, pudimos llevar a cabo complejas tareas en la Teledetección y acopiar gran cantidad de información para el país”.

Por sus remembranzas en voz alta conocemos que más de 200  ingenieros, técnicos y científicos cubanos y extranjeros intervinieron en los estudios, y que en pocas horas de clase tuvieron que explicar a los cosmonautas en qué consistían.

“Eran más de 20 experimentos pero siempre se enfatiza en el Trópico III, sobre el estudio de los recursos naturales, que tuvo dos polígonos, uno en Oriente y otro en Occidente. Había que hacerlo amplio porque no se sabía por dónde iba a pasar la órbita del satélite”, significa, y desdobla con mucho cuidado un periódico Granma con fecha 23 de septiembre de 1980, que recoge ampliamente este y otro de los estudios liderados por personal cubano.

“El éxito estaba en la sincronización del satélite, el avión y  las mediciones de tierra, y para eso habría poco más de un minuto. “Cuando se acercaba el momento había mucha tensión, sin saber a qué hora iba a ser el vuelo. En el antiguo Instituto de Geodesia y Cartografía estaba el puesto de mando y dormíamos en colchones tirados en el piso. El desenlace lo tuve en el polígono de la Sierra Maestra, en Las Mercedes, cuando oímos por radio que había volado el cosmonauta cubano, ese día fue muy grande”, afirma sonriente a quien cariñosamente llaman Pancho.

Ahora puede darse el lujo de ir atrás en la  historia y recuerda que él y Eloy trabajaban fundamentalmente con los experimentos que tenían que ver con el terreno, de Teledetección, pero el doctor José Altschuler, entonces presidente de la Comisión Nacional del Programa Intercosmos estaba al frente de los experimentos, algunos de los cuales se relacionaban con Medicina y Biofísica,

Realización profesional

No siempre y mucho menos a edades tan tempranas, los profesionales pueden aseverar, como hacen los entrevistados, que con aquella experiencia lograron realizarse plenamente. Desde entonces no detuvieron su andar investigativo, para agregar ramas a aquel robusto árbol.

Eloy confiesa que ha tenido muchas satisfacciones profesionales importantes pero aquella resultó increíble.

“Cuba estaba apostando al empleo de una tecnología de avanzada  con las posibilidades que eso significaba, y me sentí orgulloso. Compartimos con científicos cubanos importantes y eso me ha servido para toda la vida. Nos unimos en el trabajo y en lo personal, mantenemos la amistad y uno de los momentos de intercambio lo propicia la Sociedad de Historia de la Ciencia y la Tecnología de Cuba, presidida por el Doctor Altschuler.

“En los aniversarios cerrados del vuelo conjunto nos reunimos, aunque hicimos una excepción en el 33, durante la VI Convención de agrimensura y tuvo un impacto increíble, la gente lloró, invitamos a todos, no pudo venir Yuri Romanenko pero estuvieron su hijo, Román Yúrievich Romanenko, Arnaldo Tamayo y José Armando López Falcón, el otro cubano que se preparó para el vuelo.

“Habrá un reencuentro la semana entrante, cuando inauguremos la séptima edición de ese cónclave, con una sesión conmemorativa por el aniversario 35 del vuelo espacial conjunto URSS – Cuba”.

Ambos reconocen que aunque después vinieron otros experimentos, aquellos marcaron la mayoría de edad y la isla caribeña se equiparó a los países latinoamericanos, Brasil y Argentina, de mayor desarrollo en Teledetección y procesamiento de datos.

El nombre de la especialidad por sí solo sobrecoge, pero ellos adecuan el término y ejemplifican que es determinante en la elaboración de los partes meteorológicos, la rapidez y fidelidad con que se confeccionan los mapas cartográficos y resulta ayuda inestimable para los geólogos.

Por todo ello no vacilan en recordar … y hablar del ayer.

 

Buena parte del programa de investigaciones y experimentos tecnológicos de la misión
fue preparado por la Academia Nacional de Ciencias de Cuba.
Especialistas y técnicos de varias instituciones cubanas tuvieron decisiva participación:
los Institutos de Geofísica y Astronomía, de Ecología y Sistemática, de Geografía Tropical,
de Geología y Paleontología, de Meteorología, de Geodesia y Cartografía, de Investigación
Técnica Fundamental, Técnico Militar José Martí y el de Investigaciones de los Derivados
de la Caña de Azúcar; además de la Universidad de La Habana, el Centro Nacional de
Investigaciones Científicas y el INDER.

Gracias al vuelo conjunto soviético-cubano, los científicos hallaron respuestas a muchas interrogantes sobre la vida y el funcionamiento del organismo humano en el espacio sideral.
Francisco, a la derecha, muestra uno de los periódicos que publicó amplia información sobre los experimentos realizados. Foto: César A. Rodríguez.
Por su viaje al espacio sideral, a Tamayo le fueron conferidos los títulos de Héroe de la Unión Soviética y de la República de Cuba, entre otras condecoraciones.
La nave cósmica pilotada Soyuz 38 se acopló al complejo orbital Saliut-6-Soyuz 37, a bordo del cual permanecieron trabajando durante una semana Yuri Romanenko y Arnaldo Tamayo, junto a los cosmonautas soviéticos Leonid Popov y Valeri Riumin.
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