Cuando decimos que estamos frente a una Serie Nacional muy joven y con pocas figuras-ídolos respecto a otras ediciones, no exageramos. El dato es significativo: solo 187 peloteros (36,5 %) tienen cinco o más campañas beisboleras jugadas, en tanto 234 (45,7 %) son novatos o apenas han vestido sus uniformes en una o dos temporadas.
Por supuesto, hay cifras más reveladoras de la juventud en esta 55 versión. De los 224 lanzadores en nóminas 111 son debutantes o apenas archivan par de años con experiencia en el box. Y para rematar el 41,8 % de los protagonistas del campeonato tienen menos de 23 años.
Sin embargo, tal y como hemos escrito, ese costo puede interpretarse también como vitalidad futura, pues aunque lo anterior no tiene precedentes en nuestros clásicos, lo más importante es la demostración de talento que puedan dar en cada salida al terreno, como lo hicieron en su momento grandes figuras: Rolando Verde, Rodolfo Puentes, Pedro José Rodríguez y Lourdes Gurriel, por solo citar cuatro que de novatos saltaron a la gloria.
Hay equipos con una tarea más titánica en ese aspecto. Mayabeque, Villa Clara y Santiago de Cuba tienen la mayor cantidad de estrenos (nueve cada uno), mientras Artemisa es el que más peloteros de la sub 23 llamó a su roster con 20. Del lado contrario, solo dos equipos reúnen más de la mitad de sus jugadores con un lustro o más de experiencia en Series Nacionales: Matanzas (19) y Las Tunas (16).
Quedan otros números interesantes, como la cantidad de zurdos: 51 lanzadores y 56 bateadores, pero insisto que lejos de lamentos o reproches por tantos bisoños, lo que se impone es el trabajo de cada colectivo de dirección y entrega, mucha entrega. El aplauso del público premiará a quien se lo merezca.
Dos manchas evitables
Apenas seis partidos, dos subseries y ya se resiente el espectáculo. Antes del inicio, defendimos la idea de que todo lo que se hiciera en función de garantizarlo lo agradecería el aficionado, a partir de que enfrentamos una Serie Nacional muy lejos de la calidad que quisiéramos por disímiles razones.
No es posible entonces que el pasado viernes un problema con las luces del principal estadio del país, el Latinoamericano —achacable en su totalidad a la empresa eléctrica—, no hubiera sido previsible y se tuviera que suspender un partido nocturno con más de 3 mil personas en las gradas. Lo triste no es que ocurriera la avería, sino la falta de explicación al público y olvidarnos que el espectáculo es todo, desde la entrada al estadio hasta el out 27.
Ojalá y tenga solución el alumbrado del Latino, pues sería penoso volver a los juegos vespertinos por un error que tiene nombre y apellidos. Como también lo tiene el no funcionamiento del sitio web www.beisbolcubano.cu, el principal y único portal serio, en vivo, y con información necesaria para el trabajo de la prensa y cuantos aficionados quieran consultarlo vía digital.
He sido testigo del desvelo de estadísticos e informáticos de la Comisión Nacional de Béisbol por reparar el entuerto, pero otra vez no está en ellos la solución, al tiempo que tampoco se agiliza ni se ofrece una variante intermedia, como se hizo con el campeonato sub-23, para que vuelva a tener vida una de las páginas más visitadas en la blogosfera cubana.
Puede parecer reiterativo, pero estos detalles empañan todo el esfuerzo económico que se realiza para una Serie Nacional de Béisbol. ¿Y será verdaderamente tan difícil su solución?