Astaná.- Desde la primera medalla de bronce olímpica en Beijing 2008 hasta la de igual color alcanzada este 29 de agosto del 2015 en el XXXI campeonato mundial de judo han transcurrido para Idalis Ortiz casi exactamente 7 años. En todo ese tiempo ha sido una de las judocas imprescindibles, quizás la más imprescindible dentro de la selección femenina cubana en cuanto a resultados se refiere,
Más allá de narrar lo vivido en el Palacio de Hielo Alau durante el cierre de las competencias individuales de esta cita del orbe, habría que empezar diciendo que Idalis es todo corazón, inspiración, seguridad y ejemplo para el resto de las muchachas. Y no solo por su función de capitana, sino por su carisma natural. A todas las alentó, día por día, en las gradas o en la sala de entrenamiento, a pelear por esas preseas que se veían lejos, pero no imposibles, en una lid muy difícil para subir al podio, por ser la antesala de los Juegos Olímpicos.
En cada conversación desde el hotel a la sala de competencias, Idalis aprovechaba para inyectar de energía al grupo (incluido este periodista), como si de esa manera se la inyectara ella, última en salir al tatami para mostrar esa combinación de fuerza y técnica y a la postre ubicar a Cuba en el medallero de la justa, tal y como lo hizo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y en los campeonatos mundiales del 2013 y 2014. Ahora fue un bronce peleado entre asiáticas y árbitros filosos, pero que sabe a oro por muchas razones.
La única derrota en cinco combates fue contra la japonesa Megumi Tachimoto, a quien solo había podido vencer dos veces en ocho enfrentamientos previos. Para las estadísticas contará una derrota más, sin embargo, con total objetividad prefiero compartir la frase que luego me dijo un colega brasileño sobre el shido cantado en regla de oro: ¡Qué locura ese árbitro, a la mejor del mundo no se le hace eso!
Pero la más mediática de nuestras judocas se mostró serena ante las cámaras internacionales. Aceptó la derrota con el dolor interno y mostró su felicidad por ser medallista por quinta vez en siete presencias mundiales, aval que solo tiene un grupo bien reducido de mujeres. También por haber colocado a su país en el medallero del torneo y “no regresar a casa con las manos vacías”.
En espera de la premiación se le vio retratarse con niños y fanáticos al judo, responder más preguntas de varios colegas y hasta escuchar algunas felicitaciones en inglés, francés, ruso, chino y japonés, como si fuera ella la monarca y no la china Song Yu, vencedora de la mencionada Tachimoto.
Idalis ha sido la imprescindible, pero no solo de Cuba, sino también de América, porque solo ella y la colombiana Yuri Alvear han podido ser medallista en todos los grandes eventos del actual cuatrienio: juegos olímpicos y los mundiales del 2013, 2014 y 2015.
Ya en el hotel, tras haber celebrado con el resto de sus compañeras, tras recibir la felicitación personal de Teddy Riner, único en burlar la “maldición” de que los monarcas de la edición pasada no ganaban ahora, y tras guardar las emociones con un descanso certero, Idalis prometió que podré entrevistarla este domingo, cuando haya pasado también la justa por equipos.
En medio de la premura periodística y el orgullo de ser cubano, pudiera haber titulado: bronce con tintes de oro. Sin embargo, preferí su nombre y la condición humana que simboliza ella hoy para el judo cubano: ¡imprescindible!