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La rumba, un ritmo con clases

Por Ernesto Montero Acuña

Como buen cubano, Nicolás Guillén ponía en el poema Rumba, de su libro Sóngoro cosongo, el énfasis en la relación hombre mujer, en el atractivo sexual como componente esencial en el sentido de este baile que integra lo cubano y lo español, pero con predominio de lo primero entre ambos componentes étnicos.

La imagen queda acabada en las tres primeras estrofas: “Pimienta de la cadera,/ grupa flexible y dorada:/ rumbera buena,/ rumbera mala.// En el agua de tu bata/ todas mis ansias navegan:/ rumbera buena,/ rumbera mala.// Anhelo el de naufragar/ en ese mar tibio y/ hondo:/ ¡fondo/ del mar!”. (1)

Así queda planteado el dilema erótico que, en el poema, tal vez no respondiera a un reclamo personal del poeta, sino a la intención de reflejar, en forma breve, el profundo sentido humano, histórico, cultural –de profunda sensibilidad- que contiene un ritmo para el cual Cuba propone a la Unesco la condición de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Declarada en febrero del 2012 Patrimonio Cultural de la nación cubana, la rumba fue propuesta a la referida Organización por el Proyecto de Integración Cultural cubano Timbalaye, con el respaldo de otras instituciones, “por tratarse de una expresión identitaria tradicional que se ha mantenido viva a través del tiempo, integradora a nivel social, representativa de los elementos germinales de la nacionalidad cubana y de una fuerte presencia en las comunidades del país”.

Instituciones cubanas que respaldan el documento presentado por Timbalaye, bajo el título “Rumba Cubana, una combinación festiva de música y danzas, y todas su prácticas asociadas”, son la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Fundación Fernando Ortiz, la Casa de África en Cuba y la Asociación Hermanos Saiz, todas de carácter nacional y con profundo alcance internacional en los campos del arte y la cultura.

A este propósito se dedica la Ruta de la Rumba o VII Encuentro Nacional de la Rumba Cubana, que comenzó el día 21 y se extiende hasta finales de agosto del 2015, centrado en las provincias de Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos, Trinidad, Camagüey, Guantánamo y Santiago de Cuba, aunque comprende a todo el país, como símbolo de la identidad nacional. La decisión de la Unesco se conocerá en el 2016, según dictamen del comité de países de los Estados Partes de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.

La condición de Patrimonio Cultural de la nación cubana le fue conferida a este ritmo, de manera unánime, en el 2012 por la Comisión Nacional de Salvaguarda del Patrimonio, a lo que contribuyeron los factores históricos y el papel desempeñado por la UNEAC, la Fundación Fernando Ortiz y el Consejo Nacional de Casas de Cultura, que disfrutan como un logro aquella victoria en el rescate del patrimonio inmaterial cubano.

Surgida como danza folklórica afrocubana que servía al propósito de la fertilidad, la rumba se convirtió en baile de salón en el siglo XVII, a partir del son, respetando sus característicos movimientos eróticos y sus canciones referentes, a menudo, sobre la vida diaria de la población y de la clase obrera, en ambos casos con respecto a los orígenes. Ya en 1930 se extendió a Europa, en virtud de su comercialización desde Nueva York, con elementos del Jazz.

Aunque se la prohibió durante el III Reich, renació allí luego de la II Guerra Mundial, en sus variantes del estilo rápido cubano o Mambo Bolero, proveniente del Reino Unido, y el continental lento cuadrado o Bolero de Rumba, característico de una coreografía francesa. En Cuba y el Caribe existen tres estilos: la Columbia, rápida y bailada por un hombre solo; el Guaguancó, que describe en su canto un suceso social o a un personaje y cuyo baile se distingue por el juego de atracción y repulsión en la pareja; y el Yambú, de ritmo lento y en el cual los bailadores realizan gestos característicos de la vejez.

Su evolución histórica como tal se remonta a la abolición de la esclavitud en Cuba en 1886, cuando parte de los negros esclavos no permanecieron en el campo por carecer de tierras y de solvencia y se trasladaron a la periferia de pueblos y ciudades, con lo cual incrementaron las aglomeraciones humanas conocidas como solares -o cuarterías en  otra casos-, donde se mezclaron los oriundos de distintas tribus africanas traídos a Cuba por los españoles con los blancos asalariados o vinculados a pequeños negocios.

De este modo surgió la fiesta colectiva y profana llamada rumba, con tal impacto que la palabra rumbero se emplea en Cuba y el Caribe para designar a la persona fiestera y rumbear a la actividad festiva propiamente. (2) Como propone Guillén en su poema alegórico: “Ya te cogeré domada,/ ya te veré bien sujeta,/ cuando como ahora huyes,/ hacia mi ternura vengas,/ rumbera/ buena;/ o hacia mi ternura vayas,/ rumbera/ mala”, con absoluta fidelidad al sentido del ritmo en las clases que lo originaron.

 

(1) Nicolás Guillén: Rumba, Sóngoro Cosongo, Obra poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, pp. 99-100.

(2) El origen de la rumba: http://origendelarumba.blogspot.com/, 28 de abril del 2011.

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