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No basta con estar informados

Foto tomada de internet
Foto tomada de internet

 

El agua se está acabando, me dice un compañero de trabajo cada vez que nos encontramos. Lo comenta porque es cierto y por mi permanente disposición para tratar los temas hidráulicos.

Si por curiosidad usted revisa periódicos nacionales y provinciales, sin contar lo divulgado por otros medios de prensa, constatará  que desde el pasado año y en este con más énfasis, se informa  sobre la creciente escasez del líquido, pero, ¿ha sido suficiente?

De seguro la proporción exacta está lejos de ser conocida; sin embargo, nunca podrá levantarse el stop cuando abordamos un asunto vital.

Desde hace meses, los expertos y los análisis valorativos del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil destacan que las predicciones no son halagüeñas y así se mantienen, según confirmamos  en el último boletín del Centro del Clima, del Instituto de Meteorología.

Los estimados de precipitaciones siguen siendo desfavorables hasta octubre en todo el país, por lo tanto se agravarán los diferentes tipos de sequía. Sin tecnicismos, ello significa que la pluviosidad será menor, o peor, no lloverá, y ello incide proporcionalmente  en la disponibilidad para el consumo humano, la agricultura, la industria, las reservas…

Ningún espacio ha sido desaprovechado para tratar el tema. Así fue en el último período ordinario de sesiones del Parlamento y en una de sus comisiones permanentes, donde la presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) informó que valoraban, de conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio  Ambiente, la posibilidad de repetir la lluvia provocada en algunas  zonas del territorio nacional.

Igualmente mencionó la perspectiva, de ser necesario, de utilizar plantas desalinizadoras que son muy costosas, y además, extraer agua de los pozos profundos, investigación que data del 2005 en Holguín, Las Tunas y Camagüey.

Son ejemplos de cuánta importancia concede el Gobierno a la situación, mientras en otras partes del planeta también las personas  sufren por la sequía, pero carecen de soluciones estatales, porque  el sector de los recursos hídricos está privatizado.

Y no es la única proyección, más bien resulta la continuidad de una prioridad en las inversiones hidráulicas de las que mucho se publica, aunque sus resultados obedecen a una etapa de duración y están determinadas por las asignaciones financieras.

Entre tanto se materializan, las cifras del agua que perdemos por salideros casi permanecen inamovibles, y los especialistas siguen hablando de que su recuperación equivaldría a contar con un embalse de unos 1 000 millones de metros cúbicos, o sea, la capacidad nominal de la espirituana presa Zaza, la mayor de Cuba.

¿Resulta inútil insistir en el ahorro y sobre todo, en el uso adecuado del agua? Si buena parte de ese recurso que se despilfarra es dentro de los hogares, ¿a qué esperamos? Sin referirnos a la calidad, hasta hace poco los elevados precios de los herrajes  hidrosanitarios eran una justificación valedera. Ahora no, porque  tuvieron una notable rebaja, si bien he oído comentarios de que en   algunos lugares siguen por las nubes, pero eso lleva otro análisis.

Recuerdo que durante las sequías del 2003-2004 y del 2010-2011 hubo una cruzada contra los centros grandes consumidores, muchos de los cuales coincidían en las listas de derrochadores. Varios años después la cifra disminuyó, debido básicamente a que el  agua que el INRH entrega cada año a los organismos pasó a ser  un instrumento de planificación, como parte del reordenamiento  económico del país, y esto va rindiendo sus frutos, pues penaliza a quien sobrepase lo pactado.

No obstante hay actividades que debían regularse según la situación de la localidad y existen sectores donde al menos a la vista parece que poco han cambiado. Hablo de hospitales, escuelas,  algunas industrias o cualquier otro centro laboral. ¿Qué hacen las administraciones, el sindicato y los trabajadores frente a los salideros? Por muy priorizados que estén, de escasear más el agua tendrán menos para botar… y para producir o prestar servicios.

En la agricultura hace rato que se sienten los efectos. Dan pena las imágenes de los suelos áridos, de las reses famélicas.  Prevalecen sitios en los que de nada vale hablar de eficiencia en el uso de lo que carecen, aunque la realidad es alerta para mejores tiempos.

Por esos y otros ejemplos, el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez comentó a los diputados que en hidráulica  Cuba tiene dos guerras, una para paliar la escasez de agua y otra  contra su derroche.

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