Bracear, bracear y bracear. Desafiar el agua fría de la piscina o del mar abierto. Mitigar o eliminar dolencias musculares, óseas u otros achaques que “otorga” el almanaque; sobreponerse a lo que parece imposible porque la voluntad vence al final y redunda en salud; es lo que buscan los integrantes del club de natación Juventud Acumulada, del municipio capitalino de Playa.
Vale aquella frase popular que asegura: “las apariencias engañan”, cuando cualquier día de la semana, preferiblemente en horas de la mañana, mujeres y hombres –muchos de la tercera edad- llegan al círculo social obrero Marcelo Salado o al Otto Parellada como ondinas y tritones entusiastas y fieles al mitológico Poseidón.
No son superabuelas ni superabuelos. Con 96 años de edad y siempre que el transporte urbano se lo permite, José Ponce de León viaja desde donde reside en el reparto Santos Suárez para compartir un chapuzón con sus camaradas del club.
Es el más veterano del grupo, integrado por unas 60 personas. Con espontánea fuerza en sus palabras afirma: “Cada vez que vengo a la playa, es un día más que tengo de vida. No padezco de artritis ni nada de eso y la presión arterial está controlada. Me siento bien, y cuando no puedo venir, hago taichí en mi barrio”.
A los jóvenes y a quienes no lo son tanto les dice: “Practiquen siempre algún tipo de ejercicio, lo mismo natación que aeróbicos. A la juventud le resulta indispensable y a los viejos muy necesario. Mientras más temprano comiencen, mejor. Así se lo enseñé a mis hijos desde pequeños y a mis nietos y biznietos también”.
Otro nonagenario es Eugenio Posada. Desde hace 10 años, para él la natación ha sido como un medicamento, no solo por eliminarle malestares en el hombro derecho, sino además porque “duermo mejor y la presión arterial es normal. Habitualmente nado unos 800 metros”.
Nelson Roque recuerda que antes de incorporarse al grupo presentaba problemas cervicales: “Un profesor de educación física me recomendó practicar natación y desde que comencé a hacerlo no he vuelto a tener dolores. Después decidí dejar de fumar y ahora me siento mejor, con mucha más resistencia al nadar”.
Una de las cinco mujeres iniciadoras de esta idea es Graziella Enríquez Echevarría. Como para retomar los años mozos “todos los días vengo al Otto Parellada y me sumo a los compañeros que aquí entrenan. Nado entre 50 y 100 metros en la modalidad libre y espalda. Es cierto que antes lograba más distancia, pero me siento fuerte, con salud, por eso continúo practicando para no decaer”.
Excepto el domingo, Fernando Paneque acude los restantes días de la semana a la alberca del Marcelo Salado. Es algo que le resulta indispensable para el funcionamiento de su corazón. Al principio temió realizar ejercicios, pero lejos de perjudicarles, el beneficio ha sido sustancial; “hasta he participado en competencias en Varadero y La Habana”.
Alrededor de seis kilómetros diarios recorre en bicicleta Diana Kaba Daw, una ondina septuagenaria. Por si fuera poco, dedica tiempo a la natación de martes a domingo. “A mí no me da ni catarro”, subraya orgullosa, y refiere que atiende a los que se enferman en su casa. “Me gusta el agua fría y en invierno también nado en estilo libre, pecho y espalda”.
Surgido en noviembre de 1999, el club lo preside María Cristina Cordovés Cepero (Mayita), fundadora e hija del nadador cubano Ramón Cordovés de Beón, fallecido en mayo del 2011, quien a sus 91 años obtuvo medallas de oro en 100 y 200 metros pecho, y plata en los 200 metros categoría libre durante el X Campeonato Mundial categoría Máster Italia 2004; está considerado el deportista de mayor edad que representó a Cuba en un evento internacional.
En sus recuerdos evoca cuando el padre comenzó a captar a todas aquellas personas con voluntad para fortalecer la salud, estirar huesos y músculos, combatir el estrés y ganar calidad de vida.
Junto a clubes similares de otras provincias y foráneos, Juventud Acumulada ha mostrado su valía en certámenes con sede en Varadero y La Habana, en los cuales ha cosechado récords femeninos y masculinos.
En amena plática, Consuelo Pardiñas, Walter Rodríguez y la colega Marta Veloz coinciden en señalar cuánto contribuye la solidaridad para que cada jornada en la alberca irradie placer y se convierta en un momento oportuno para el bienestar espiritual.
Por esa razón Magaly Pinillos, también integrante del club, sentenció: “Este es un grupo de personas mayores que no habla de achaques ni problemas. Nos preocupamos por la salud de cada uno de nosotros y al reunirnos nos sentimos alegres”.
Beneficios de la natación
Uno de los ejercicios más completos para trabajar tu mente y cuerpo es la natación; te mantiene en forma, fortalece tus músculos y tu memoria, por lo que es recomendable que se practique a cualquier edad.
Tu calidad de vida mejora: La natación te permite retrasar la etapa del envejecimiento; tu capacidad motriz aumenta, al igual que tu memoria, ya que se requiere mayor concentración y coordinación. Hace que estés más alerta: con más equilibrio y que tengas un tiempo de reacción más eficiente y rápido; las heridas tardan menos en sanar.
Quemas mayor número de calorías: En el agua tus músculos trabajan de cinco a seis veces más que en tierra firme.
La natación aumenta tu masa muscular y la tonifica: alarga tus músculos y mejora tu silueta. Una hora prácticamente te permite quemar hasta 600 calorías.
Tu cuerpo se hace más resistente, ya que la natación aumenta el grosor de tus huesos.
Tu organismo adquiere mayor movilidad y elasticidad: La natación permite ejercitar las articulaciones, aumenta su flexibilidad y el rango de movimiento
Favorece la actividad del sistema cardiorrespiratorio.
Aumenta la flexibilidad de la columna y elimina los dolores.
Mejora tu circulación: Cuando nadas le das un masaje a cada órgano de tu cuerpo, la sangre se activa y te sientes mejor.
Al nadar relajas no solo los músculos, sino también la mente, por lo que tu estrés disminuye considerablemente.