Anoche acabó el Carnaval de La Habana. Público hubo mucho: miles de personas asistieron a los desfiles de comparsas y carrozas, bailaron en las plazas, compartieron con familiares y amigos hasta altas horas de la noche. Comida y bebida también hubo; habría que señalar, claro, que los precios todavía son elevados y que en ocasiones no están en correspondencia con la calidad de la oferta, pero en sentido general, se bebió y se comió. Hubo refuerzo en el transporte público, así que la gente no pasó mucho más trabajo que el cotidiano para regresar a sus casas. Hubo amplia cobertura policiaca, así que se respiró tranquilidad, más allá de puntuales altercados…
Acabó el carnaval, y cómo no, los asistentes la pasaron bien. Eso se espera de una fiesta popular. Pero el Carnaval de La Habana todavía no es el suceso artístico que podría ser. Aunque hayan participado orquestas de primera línea. Aunque los integrantes de las comparsas se hubieran comprometido con todo en sus presentaciones. Aunque organizativamente las cosas funcionaran.
Al Carnaval de La Habana le falta vuelo, contundencia estética, vocación creativa. Los festejos de Remedios, Camajuaní, Chambas o Bejucal todavía tienen mucho que enseñarle a la convocatoria capitalina, al menos desde el punto de vista de la espectacularidad de la propuesta.
Solo hay que ver las carrozas. ¿De verdad en La Habana no hay recursos para diseñar carrozas más vistosas? Sin desdorar el empeño y la capacidad de los organizadores de los carnavales en todo el país, las carrozas de La Habana tendrían que ser las más fastuosas de Cuba. En algún momento, hace algunas décadas, lo fueron. Pero la tradición naufragó y cuesta mucho sacarla a flote.
Hay que asumir al Carnaval de La Habana como la fiesta de toda la ciudad. Y todas las empresas y entidades de la urbe tendrían que contribuir a su concepción y desarrollo. Hay que convocar a los mejores artistas, a los mejores diseñadores. Hay que rescatar concursos y competencias que garanticen el realce de la fiesta. Potencial hay.
Los recursos pueden aparecer, sobre todo si se apuesta por el trabajo colectivo. Los habaneros se merecen un carnaval más hermoso, como aquellos de antaño, auténticos acontecimientos del arte popular.