Haydee Díaz Ortega es como un cofre que guarda un hermoso tesoro. Cuando habla, deslumbra la plenitud de su vida, tan llena de momentos trascendentes que hacen admirar a esta cubana; siempre con una pasión sin límites por la Revolución.
Era una jovencita cuando se adentró en la lucha clandestina, fue fundadora de los Órganos de la Seguridad del Estado del Ministerio del Interior (MININT), primera mujer en recibir los grados de coronela en ese cuerpo armado y única viceministra en la institución.
Con 89 años de edad —recién cumplidos el 26 de julio—, aún se siente con energías y lucidez para seguir trabajando. Sentada frente al buró de su oficina en el Memorial José Martí, el cual dirige hace 20 años, rememora con sencillez su vida y sonríe llanamente ante aquellas cosas que todavía le parecen increíbles.
El sentido de justicia que la caracterizó se expresó siendo aún una niña, cuando vivía en La Habana Vieja. Recuerda que en su cuadra solo había tres o cuatro casas de familia de la clase media, pero la mayoría de los habitantes era gente humilde. Vio cómo su madre dio de comer a muchos, que tocaron la puerta buscando algo con que aliviar el hambre; también compartieron los juguetes con los niños del barrio. “A mí me llamaba la atención que el Día de los Reyes, a nosotros nos regalaban juguetes de todo tipo y yo le decía a mí mamá, ¿por qué los reyes magos no les traen nada a ellos si son buenos? Era algo que desde la sensibilidad me molestaba”.
Fue en el Instituto de La Habana donde se despertó su amor por la obra de José Martí; allí visitaba la biblioteca y estudiaba los cuadernos del Maestro. También en el centro afloraron las contradicciones, pues ella, que era una muchacha de formación religiosa, al estudiar Historia, no entendía las cruzadas desatadas por el clero. “Fui perdiendo mi creencia en la religión y realmente me convertí en una atea”, aseveró.
Años difíciles
La vida de Haydée tendría un cambio radical cuando en 1947 comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. “El primer año salí delegada de la asignatura de Historia y ahí comencé a trabajar con la gente de la Feu”.
Estuvo vinculada a los comités por la libertad de Puerto Rico y de Santo Domingo. Participó en todas las actividades y manifestaciones que se convocaban; incluso, fue presidenta de la comisión del Movimiento Juvenil por la Paz. “Así fui integrándome a la gente más de izquierda y revolucionaria de la Universidad”, comentó.
Rememora que en noviembre de 1947, a raíz de haber sido robada la Campana de La Demajagua, reliquia histórica que estaba siendo custodiada en el Salón de los Mártires de la Universidad, Fidel dio un mitin condenando esa acción. Desde allí vio al apuesto joven, que con verbo encendido convocaba a la multitud. Ella no lo conocía. “Y él ¿quién es?”, le preguntó a un estudiante, que le respondió: “Es Fidel Castro, dirigente de la Feu en la facultad de Derecho”.
Después lo tuvo más de cerca, pues Mirtha Díaz-Balart era su compañera de estudios, y él acudía allí a visitarla. Además, tomaban parte en las acciones que se desarrollaban en la institución. Ahí también conoció a Raúl Castro, Lionel Soto, Alfredo Guevara, entre otros.
“Puedo decir que en el 52, cuando Fulgencio Batista dio el golpe de Estado, me hice revolucionaria. Le dije al compañero Flavio Bravo, entonces presidente de la Juventud Socialista, que yo quería ingresar a la organización. Estuve presente en la Marcha de las Antorchas —27 de enero de 1953—, aunque ya había terminado la carrera. Yo participaba como delegada en un evento que se celebraba a favor de los derechos de la juventud. También estaba Fidel, entre otros compañeros”, dijo.
Su primer trabajo como profesora de Historia en un aula adscripta al Instituto del Vedado fue corto, pues al director no le gustó la proyección revolucionaria de la joven. Posteriormente comenzó a laborar en otra escuela, ubicada en la Víbora, como maestra de Matemáticas. Ya en 1957 empezó en una empresa de publicidad, ubicada en el Vedado, la cual le facilitó su trabajo en la Juventud Socialista, organización a la cual se integró en 1952.
“En el 54 pasé a ser miembro de la di rección nacional de la Juventud Socialista, y en el 55 presidí la delegación al Festival de la Juventud y los Estudian- tes que se celebró en Polonia. Después hice un recorrido por la Unión Soviética y por China, y asistí a la reunión de la Federación Mundial de Juventudes, efectuada en Hungría”.
Entre los momentos vividos en los años de lucha clandestina, Haydée recuerda que en agosto de 1958 fue seleccionada para visitar México y llevar una copia del Llamamiento a la Juventud Latinoamericana hecho por el jefe del Segundo Frente Oriental Frank País, entonces Comandante Raúl Castro Ruz, en el que exponía la injerencia del Gobierno estadounidense en los asuntos internos de Cuba y el apoyo militar que le daban a la dictadura del general Batista.
En tierra azteca, se reunió con un grupo de jóvenes exiliados con los que fundó un comité de base de la Juventud Socialista. “También tuve encuentros con las direcciones de la juventud de América Latina y con diferentes sectores de intelectuales, e informamos la situación que reinaba en Cuba”.
Momento especial: construcción del Partido en el MININT
El domingo 4 de abril de 1959, el presidente de la Juventud Socialista le comunicó que se había decidido que ella fuera a trabajar a un aparato creado para luchar contra los enemigos de la Revolución. “Me advirtieron que era clandestino, nadie lo podía saber. Al otro día tuve que ir a Ciudad Libertad a ver al Comandante Ramiro Valdés. Fui entonces fundadora de los Órganos de la Seguridad del Estado, creados oficialmente el 26 de marzo”.
Importantes misiones asumiría Haydée Díaz. “Yo estaba trabajando en la Seguridad, era jefa nacional de la dirección nacional de Contrainteligencia Económica y me llaman para que integrara la comisión de construcción del Partido en el ministerio. Los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) ya lo habían realizado y nos prepararon para que lo hiciéramos en el MININT.
“La tarea se inició el 29 de agosto de 1965: primero fue en Las Villas; después, en enero de 1966, en Santiago de Cuba y así fuimos a todas las provincias, hasta que en el 68 se hizo en las direcciones de la provincia de La Habana.
“Eso se acogió con mucho entusiasmo por los compañeros del MININT. Como revolucionarios, deseábamos ser además militantes del Partido Comunista de Cuba. Ramiro nos orientó procesar a los compañeros del ministerio que estaban en los órganos de la Seguridad y que en el caso del resto de las direcciones de los órganos del Interior y de la logística se iba a hacer en función de la asamblea de ejemplares, igual que en la vida civil.
“Trabajar en la creación del Partido me permitió conocer la gente que había en otras dependencias del ministerio, que eran personas con trayectoria fantástica. Pude saber la calidad del personal que teníamos desde el punto de vista revolucionario”, apuntó.
Entre sus méritos sobresale que el 2 de diciembre de 1976, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR, le impuso el grado de coronela —primera mujer en el MININT en ostentar esa categoría—. Igualmente en 1974 fue nombrada Viceministra en la institución.
Fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, integró desde 1974 y hasta 1980 el comité nacional de la organización femenina.
Reencuentro con la Historia
Confiesa la doctora Haydée Díaz que si bien había estudiado Filosofía y Letras para dedicarse al estudio de la Historia, nunca lo pudo hacer, porque la vida la llevó por otros caminos. Sin embargo, en 1988, tendría esa oportunidad. “Me informaron que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz me había seleccionado, luego de consultar una lista de personas propuestas, para que fuera a dirigir la Oficina de Historia del Consejo de Estado. Y yo siempre he ido a donde he hecho falta. Así que asumí con gusto”.
Pero el momento más significativo llegó en noviembre de 1993, cuando le comunicaron que se quería inaugurar el Memorial José Martí, en 1995, en ocasión de cumplirse los 100 años de la muerte del Apóstol, y que Fidel deseaba que yo estuviera frente a la obra.
“Entré el 1º de diciembre del 93 y desde ese momento estoy aquí. A mí la idea me sorprendió, y puedo asegurar que es lo más importante que he hecho en mi vida, por lo que significa José Martí para mí, además de que el pensamiento de Fidel está fundamentado principalmente en la vigencia de las ideas martianas. No tendré nunca cómo agradecerle al Comandante el haberme seleccionado para venir a este lugar. Mi mamá me decía que esta era mi casa, y tenía razón”.