Verano tras verano aparecen piedras que provocan tropiesos no obstante ser conocidas por quienes diseñan las actividades para “mover” la provincia durante tan esperada etapa. Entre las historias que se repiten está la de las piscinas abiertas para uso popular; opción preferida por la mayoría de las personas, por su atractivo y el alcance de sus bolsillos.
Con más de 20 albercas, ubicadas en instalaciones hoteleras o extrahoteleras, cuentan en el territorio para atraer a los bañistas; sin embargo, durante el pasado mes algunos… ¿imprevistos? perturbaron el esparcimiento del público. Incomodidades ocasionadas a los huéspedes del campismo Planta Cantú por mal funcionamiento de la piscina, la apertura de la Marcelo Salado a mitad de julio o retrasos en el llenado de algunas como la de Cabaiguán son quejas recurrentes en este, y anteriores veranos yayaberos.
La escasez de implementos para higienizar retarda la entrada de los vacacionistas a ciertas áreas de baño pertenecientes a la Empresa Provincial de Alojamiento. Algunas como Los Molinos o El Finquero carecen de un sistema para eliminar las suciedades del agua, por lo que la limpieza manual por parte de los “piscineros” retarda el acceso de las personas a esos lugares.
De acuerdo con directivos de la mencionada entidad, desde hace cinco años estas piscinas no reciben pintura y, a pesar de ello, esa acción no se concretó por incumplimiento de la empresa contratada para ejecutar el trabajo.
En otros casos, existe falta de productos como la alúmina para limpiar el agua; aunque, a diferencia del pasado año, están disponibles las reservas de cloro para todas las instalaciones. También lograron rescatar los equipos de recirculación mecánica en la alberca Marcelo Salado, del Inder, y en la de la villa Brisas del Norte.
La variedad en las ofertas gastronómicas sí han conseguido estabilidad y presencia en las distintas áreas de baño; amén de las insatisfacciones por la venta solo en CUC de cervezas, refrescos y confituras en los espacios de la Empresa Provincial de Alojamiento.
Pero, la estadía agradable en este tipo de sitios no solo depende de la voluntad de las autoridades y la competencia del personal de servicio, sino del buen comportamiento de los veraneantes. Por tanto, la disciplina influirá también en el disfrute. En albercas como la de Rancho Hatuey, Los Laureles y El Zaza, hoteles del turismo que ofertan pasadías, no faltan las quejas de algunos clientes por los vasos desechables y restos de comida flotando en el agua.
Más allá de dichas irregularidades, funcionarios de la Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología alegan que gracias al riguroso seguimiento, sobre todo en las áreas sin equipos de recirculación, el comportamiento bacteriológico en las piscinas está controlado.
Aun cuando en algunos lugares las entradas de personal exceden las capacidades, los visitantes no cuidan el entorno y resulta evidente la falta de algunos recursos; las áreas de baño encabezan el top entre las predilecciones de las personas para marcar la diferencia durante los días de verano.
Gran parte de agosto quedará para perfeccionar el trabajo y “atar los cabos sueltos” en pos de brindarle a la mayoría opciones con la calidad requerida. Estar pendiente a los detalles, sin obviar la situación económica de cada entidad, evitará que en materia de piscinas… tropecemos con la misma piedra.