Amelia Francisca de Sales, Adelaida Ramona Goyre de la Hoz y Vicente Adot Rabell, por esos azares de la vida, se han convertido en protagonistas de una hermosa y triste historia de amor que, desde los albores de la pasada centuria, ha sido recordada y adorada por varias generaciones de cubanos.
Muertos durante el parto, Amelia y su hijo fueron sepultados, en la Necrópolis de Colón, a donde Vicente asistió desde entonces, día tras día y hasta su fallecimiento, como prueba de eterna lealtad a la amada, para así dar inicio al mito de La Milagrosa, venerado por quienes acuden a solicitar los favores de la infortunada mujer.
El periodista y narrador Julio A. Martí se inspiró en esa historia, que ya pertenece a la memoria popular, y concibió la novela que sugerentemente ha titulado Demonios de la pasión (Editorial Capitán San Luis, 2014, 448 pp), en que se propone, y logra, recrear, en una mezcla de realidad y ficción, tal suceso.
En veintidós capítulos, esta novela se inicia con el reto a duelo que el capitán Fabricio Araya Beyán le declara al inmigrante vasco Francisco Pericot Nebrija –por llevar flores a la tumba de su mujer Rosario González Apesteguía— y se cierra con el desenlace inesperado del encuentro.
Entre uno y otro momento, el autor teje, con imaginación y destreza, una trama que resulta como un auténtico fresco de la convulsa vida habanera de los últimos años del siglo XIX y principios de la pasada centuria, en que afloran las contradicciones presentes entre el fin del dominio colonial español y el inicio de la república.
Demonios de la pasión es un relato marcado por la intriga, el suspenso, lo policial, en que Julio A. Martí se vale de precisas descripciones, ágiles diálogos, inteligentes personajes, que le permiten, en un bien equilibrado juego cronológico, contar una apasionante historia.
Periodista de larga trayectoria en varios medios de difusión de la isla y galardonado en concursos periodísticos nacionales, Julio A. Martí (Santiago de Cuba, 1947) es autor del testimonio La madrugada de los perros y coautor de la novela policial Palmeras de sangre.
El novelista Alejo Carpentier confesaba, en cierta ocasión, que el periodista era dueño de un estilo elíptico, que obliga a la concisión, a la precisión, para presentar el hecho noticioso; mientras que el escritor maneja un estilo analítico, que permite la disquisición, la recreación de lo contado.
Julio A. Martí conoce el alcance y trascendencia de tal afirmación. Destinos de la pasión, esta novela de su autoría, es un fehaciente testimonio –también en palabras del autor de El Siglo de las Luces— de que, indudablemente, no existen diferencias sustanciales entre novelistas y periodistas.