Cada vez se nos vuelve más familiar la interacción con conexiones públicas a internet bajo la modalidad de Wi-Fi. Las calles, plazas públicas y parques que han sido beneficiados con la instalación de transmisores cercanos han redimensionado su utilidad anterior: ya no son solo sitios de paso, sino también espacio de socialización entre cubanos de todas las generaciones.
Mucho se comenta, por ejemplo, de la revelación que ha sido la aplicación IMO, un software instalable en teléfonos móviles, tablets y laptops que permite realizar videollamadas al extranjero. Solo hace falta un dispositivo con cámara y micrófono, ¡y ya estamos al aire! Es, sencillamente, hermoso y tierno contemplar los rostros de asombro y felicidad que experimentan las personas al conectarse.
Pasada la sorpresa de ver al ser querido hasta entonces solo escuchado de vez en cuando por el auricular del teléfono, o leído en mensajes escritos o electrónicos; se han ido estableciendo nuevas rutinas. Conozco (y usted las puede encontrar si acude a las áreas públicas de conexión) varias familias que se organizan la economía hogareña y las rutinas para por lo menos uno vez a la semana pasarse “un momentico” por el parque cercano y conversar, viéndole el rostro, con el pariente que optó por vivir en otro país.
La maravilla de la comunicación se nos está revelando a los cubanos. Para algunos es complejo explicarse que se dedique buena parte de los escasos ingresos del hogar a gastárselos en una hora de conexión (recordemos, 1 hora=2 CUC, o lo que es lo mismo: 50 MN) pero en la escala de necesidades humanas cada quien es libre de ordenarlas, y resulta muy evidente que la de conectarse, descubrir el mundo o conversar con el ser querido allende los mares, ocupa uno de los puestos principales.
La Wi-Fi en zonas públicas ha venido a descongestionar un poco las escasas salas de navegación existentes en el país. Por suerte también no tiene horario de cierre (como las otras) y aprovecha todas las posibilidades del espacio abierto. Pero con solo mirar a los lugares donde se han desplegado se aprecia que es una opción requerida de mejorar, no solo en la funcionabilidad tecnológica (cuando se sobrepasa el número de usuarios para el que fue diseñado el transmisor, se cae la conexión o se enlentece) sino en la comodidad para las personas. ¡Es todo un acto de valentía (o de necesidad) conectarse a cielo abierto, a 34 grados de temperatura!
Algunos usuarios se quejan por la falta de iluminación en algunas de estas áreas y la presencia de revendedores de las tarjetas (que en ocasiones se agotan demasiado rápido en las oficinas de ETECSA) que medran a partir de una demanda muy crecida y una oferta estatal que sufre cuellos de botella. Esos también son puntos por mejorar.
Mas, la senda es prometedora. Y se suman además otras iniciativas locales para hacer de las Wi-fi una ventana al crecimiento espiritual y al esparcimiento sano. Por ejemplo, en la ciudad de Holguín se disfruta en este verano de una idea novedosa: la instalación de una Wi-Fi gratuita que permite la navegación por los sitios alojados en los dominios “.cu”. Durante las llamadas “Noches Holguineras” la Avenida de los Libertadores de la capital provincial dispone en uno de sus tramos del servicio abierto y ya es notable el éxito de su implementación.
Ideas similares seguirán surgiendo. También crecerán las áreas públicas de la wi-fi Nauta y se sumarán más Joven Club como salas de navegación. Este verano ha sido el despegue de un camino que solo puede extenderse.