La notable diversidad de los pueblos indígenas y los problemas que enfrentan esas comunidades en la actualidad serán dos de los hilos conductores de las actividades organizadas por la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ANCU) a propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas que cada año se celebra el 9 de agosto.
El lema aprobado para esta ocasión es Agenda después de 2015: Garantizar la salud y el bienestar de los pueblos indígenas. Dentro de las actividades a nivel global se enfatizará en el acceso de las poblaciones originarias a los servicios sanitarios.
También será exhibido el audiovisual Oración a la Madre Tierra, de Francisco Ramírez Rojas, de La Ranchería en la Caridad de los Indios, en Guantánamo y se presentará la agrupación Cubanos en la Red, dirigida por Osmel Francis y el Grupo de Arte San Felipeño, de la provincia de Mayabeque. Estará a la venta el libro Indoamericanos en Cuba. Estudios abiertos al presente, de un colectivo de autores.
En la actualidad existen más de 5 mil grupos indígenas en el mundo, distribuidos en unos 90 países. Ellos constituyen más del 5% de la población mundial, es decir, son unos 370 millones de personas y sus líderes han expresado que un proyecto de desarrollo que los incluya debe tener en cuenta su cultura e identidad, así como el derecho a definir sus prioridades.
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas fue aprobado por la Asamblea General de la ONU, el 23 de diciembre de 1994 en un documento que planteó, entre sus propósitos iniciales, “fortalecer la cooperación internacional para la solución de los problemas a los que se enfrentan las comunidades indígenas en esferas tales como los derechos humanos, el medio ambiente, el desarrollo, la educación y la salud”.
En él se reconoce “la importancia de fortalecer la capacidad humana e institucional de las poblaciones indígenas para que puedan encontrar soluciones propias de sus problemas”.
En aquel entonces se pedía “al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que en el desempeño de sus funciones tenga en cuenta los intereses especiales de las poblaciones indígenas y los objetivos del Decenio”; e invitaba “a las instituciones financieras y de desarrollo, a los programas operativos y a los organismos especializados de las Naciones Unidas a que, de conformidad con los procedimientos vigentes de sus órganos rectores” asignen “cada vez más prioridad y recursos, dentro de sus ámbitos de competencia al mejoramiento de las condiciones de las poblaciones indígenas, con especial hincapié en las necesidades de las de países en desarrollo, e incluida la preparación de programas de acción específicos con miras al logro de los objetivos del Decenio”.
Dos décadas después muchos de esos propósitos siguen incumplidos, aunque es innegable el avance que, sobre todo en Latinoamérica, han tenido los pueblos indígenas en naciones como Bolivia y Ecuador, donde algunos de sus reclamos y derechos han sido incorporados a las constituciones de esos países.
Durante muchos años se consideró que la conquista española había aniquilado la presencia aborigen en Cuba. Se sabe que antes del siglo XV la isla estuvo habitada por unos 300 mil aborígenes distribuidos en comunidades pacíficas y amistosas que integraban diferentes grupos. Los más importantes fueron los guanatahabeyes, siboneyes y taínos.
Estudios recientes han demostrado que la herencia cultural aborigen en Cuba va mucho más allá de las notorias huellas en el habla local y en tradiciones culinarias (ajiaco y casabe). Se habla de su presencia en el ADN de los habitantes actuales de algunas localidades de la isla y se exploran, desde una perspectiva social, antropológica y etnográfica más científica, algunas de las comunidades aborígenes que aún perviven en el oriente cubano, así como los yacimientos de añejas comunidades aborígenes.