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Declaran Patrimonio cultural de la nación al carnaval de Santiago de Cuba

Fotos: Betty Beatón
Fotos: Betty Beatón

Betty Beatón Ruiz y Juanita Perdomo Larezada

La fiesta carnavalesca de la suroriental provincia santiaguera fue declarada este sábado Patrimonio cultural de la nación en reconocimiento a su trascendencia como auténtica tradición popular en la que se sintetizan valores artístico de honda raigambre.

En el área de La Alameda, sitio del desfile de paseos, comparsas, congas y carrozas, ante una multitud de santiagueros y santiagueras, fue hecho público el otorgamiento de la condición, que no pudo tener mejor momento de anuncio que este 25, cumpleaños 500 de la otrora villa santiaguera.

Justamente este jolgorio, insertado en la Red de carnavales del Caribe,  tuvo sus orígenes en la procesión religiosa que cada 25 de julio, en honor al santo patrón Santiago Apóstol, organizaban las autoridades eclesiásticas en la villa, fundada por el Adelantado Diego Velázquez en 1515.

La participación de los negros esclavos en dicha peregrinación, cuya presencia respondía al interés de sus amos por convertirlos a la fe católica, fue perfilando los definitivos caminos que esta celebración religiosa transitaría después toda vez que la negrada, con la ropa puesta al revés, bailaba al compás de sus tambores, en lo que comenzó a denominarse como Fiesta de los Mamarrachos.

Hacia el siglo XVIII, huyendo de la Revolución Haitiana, una oleada de inmigrantes franceses acompañados de su servidumbre doméstica llegó a Santiago de Cuba a partir de 1762, y los negros y negras propiedad de los franceses, con modales más refinados, introdujeron sus bailes de salón conocidos como Tumba Francesa.

Así se unieron el tambor, los Mamarrachos, la Tumba Francesa, música y baile, ron y alegría… unos fundidos con otros, para darle luz y camino a lo que es hoy la fiesta de pueblo más conocida y reconocida en la Isla: los carnavales santiagueros.

Hasta el desconocido se vuelve amigo por esos días, comparte, saluda, se deja llevar por la conga calle arriba y calle abajo sudando y cantando porque el carnaval invita y nadie se resiste, ni el obrero, ni el intelectual, ni el joven, ni la niña, ni el viejo…

Trocha, Martí, Sueño, Santa Úrsula… son toda carnaval, arrastrando a una multitud que baila en cualquier esquina hasta el amanecer.

Los paseos, congas  y comparsas lucen coreografías y toques que todos buscan y persiguen ver, ahora con más ímpetu al saber que ha sido reconocido como Patrimonio cultural de la nación.

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