Arte en La Rampa, que tradicionalmente ha ocupado el céntrico Pabellón Cuba (23 y N, Vedado), se ha convertido, junto a Arte para Mamá y la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) —estas dos últimas con sede en el recinto ferial de Pabexpo, en Playa—, en esperado encuentro del público capitalino con la obra de buena parte de los artesanos artistas más reconocidos de todo el país, quienes exhiben y comercializan sus trabajos a precios que oscilan desde la asequibilidad general hasta cifras elevadas, pensadas solo para determinados y pudientes públicos.
Estas festividades organizadas por el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en fechas coincidentes con importantes efemérides nacionales, como el Día de las Madres, fin de año y los días del Médico y del Maestro, además de las vacaciones de verano, más que plazas habilitadas para la venta de buenos, regulares y a veces cuestionables productos artísticos, constituyen galerías en las que cada día se aglomeran miles de personas, la generalidad de ellas curiosos que solo optan por recorrer el recinto o adquirir alguna bisutería o adorno baratos.
Aunque el número de stands habilitados en el Pabellón Cuba es lógicamente inferior a los que se instalan en, Pabexpo el grado de hacinamiento existente es prácticamente irresistible. Estrechos callejones con alrededor de 100 pequeñas tiendas hacen de ese lugar, durante estos calurosos días, un insoportable hervidero expositivo en el que no hay balance en las ofertas para ambos géneros, pues los productos concebidos para las féminas, tales como los zapatos y las bisuterías —con diseños repetitivos en casi todas las mesas y vitrinas—, ocupan la mayoría de los espacios, mientras que los artículos para hombres —sobre todo en calzados— son escasos y a veces de mal gusto.
La Feria de la Cultura Cubana, como también se le llama a este bien promocionado encuentro coauspiciado por la Asociación Hermanos Saíz, reúne esta vez a 90 artesanos, 11 entidades estatales y dos instituciones del FCBC, conjunto entre el que se destaca Artex —con ocho tiendas en los mejores y más amplios lugares—, para ofrecer, en detrimento del área que pudieran ocupar los artesanos artistas, productos que generalmente comercializa durante todo el año a través de su amplia red de establecimientos.
Arte en La Rampa, a diferencia de los demás eventos de este tipo ya mencionados, tiene un horario especial, de lunes a viernes entre las 2:00 p.m. y las 8:00 p.m, para desperdiciar la parte más activa del día: la mañana y el mediodía, período en el que los movimientos del público son más activos. Hay que tener en cuenta que al ofrecer un rango mayor en el tiempo de apertura, las personas —muchas de ellas provenientes de otras provincias— pueden diseñar mejor sus recorridos vacacionales. Solo los sábados y los domingos la feria abre a partir de las 10.00 a.m.
Con el noble y loable afán de ofrecer una variada programación que se corresponda con el lema de la Feria de la Cultura Cubana, el FCBC —cuya esmerada y tradicional atención a la prensa vale reconocer— cada vez redirecciona mejor su diseño hacia la inclusión de mayores escenarios dedicados al arte y la cultura, como los encuentros con la danza (los jueves), las sesiones sobre cine (los martes) y los conversatorios con prestigiosas figuras del séptimo arte, la televisión y el teatro (los miércoles). A ello se suman los espectáculos musicales con reconocidos solistas y agrupaciones que se producen casi todos los días, además de las funciones de fin de semana consagradas a los niños.
Especialmente dedicada al Premio Nacional de Cine 2008 y maestro de la animación cinematográfica, Juan Padrón —de quien el próximo 13 de agosto se estrenará el largometraje titulado Elpidio Valdés ordena Misión Especial—, esta edición de la feria, a pesar de las contrariedades, constituye un enjundioso proyecto que, visto en toda su magnitud artística, viene cada verano para dar vida a un espacio —buena parte del año subutilizado— ubicado en una de las zonas más céntricas de la capital.
Por su extraordinaria aceptación popular, valdría la pena que el FCBC estudiara la posibilidad de, en futuras ediciones, repensar —manteniéndose en el centro de la capital— el diseño general de Arte en la Rampa. Tal vez sería bueno mover esta importante expoventa de artesanías artísticas hacia un sitio más amplio, de mayor ventilación, algo así —por ejemplo— como la explanada de unos 100 metros cuadrados (una manzana) que ha quedado tras la demolición del antiguo hospital infantil Pedro Borrás, en la calle G, entre 27 y 29, Vedado, o en algunas de las áreas aledañas al amplio y aireado malecón habanero. Otra opción —la menos saludable— sería reducir el número de artesanos artistas seleccionados o disminuir los espacios destinados a otras instituciones, para ganancia de aquellos que debieran ser los grandes protagonistas de este evento.
Entretanto, disfrutemos de las calurosas jornadas de Arte en la Rampa, un encuentro que en el venidero mes de septiembre se unirá a Habanarte, el esperado megaproyecto que concentrará en la capital a reconocidos exponentes del teatro, la música, la plástica, la danza, el cine y la literatura.