Por Alina Martínez Triay y Felipa Suárez Ramos
Julio ha sido pleno de conmemoraciones históricas para Santiago de Cuba. A uno de esos acontecimientos está estrechamente vinculado nuestro entrevistado, el doctor en Ciencias Históricas Gustavo Placer Cervera, quien no por azar participó en el acto efectuado a principios de mes en el Castillo del Morro, San Pedro de la Roca, donde fue declarado Monumento Nacional el Parque Arqueológico Batalla Naval 1898, conformado por siete sitios donde yacen los pecios de cinco buques españoles y dos estadounidenses.
Para Placer, quien alcanzó en la Marina de Guerra Revolucionaria el grado de capitán de fragata, el interés por adentrarse en la historia marítima nació desde sus tiempos de profesor en la Academia Naval y llegó a escribir un libro sobre la asignatura. Sin embargo no fue hasta que se desmovilizó y comenzó a trabajar en el Instituto de Historia de Cuba que se entregó de lleno a la investigación sobre el tema. Nos recibe en su casa, rodeado de documentos.
El diálogo no se limitó a aquel trágico episodio que fue la destrucción de la escuadra española comandada por el almirante Pascual Cervera en la bahía santiaguera, sino abarcó también los hechos de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana que desembocaron en la ocupación de Santiago de Cuba por las tropas de Estados Unidos, primer paso para la ocupación de la que hasta entonces fue colonia española, de la que el poderoso vecino del Norte había aspirado apropiarse durante largo tiempo.
¿Qué condiciones propiciaron la intervención de Estados Unidos en la guerra?
Es sabido que la idea de Estados Unidos de apropiarse de la Mayor de las Antillas data de inicios del siglo XIX, pero se conoce menos que en los planes por lograr este propósito su Marina de Guerra desempeñó un papel protagónico, y fue así porque por entonces ese país tenía más desarrollada la Marina que el Ejército, el último de los cuales solo contaba con 28 mil hombres, ya que después de la guerra civil se había impuesto el civilismo y la defensa quedó en manos de la guardia nacional, dependiente de los gobiernos estaduales. En las nuevas circunstancias para poder realizar su proyecto en relación con Cuba, tuvieron que hacer una movilización de hasta cien mil voluntarios.
Cuando al general Arsenio Martínez Campos lo sustituye el general Valeriano Weyler en el cargo de capitán general de la Isla, este último implanta el terror en 1896 mediante la llamada Reconcentración, política que conllevó la concentración de los habitantes de los campos en las ciudades con el fin de privar a los patriotas cubanos de su apoyo. Como se conoce, esa cruel medida sometió a la población rural, sin recursos para sobrevivir y abandonada a su suerte, a la miseria, las enfermedades y la muerte; esto sirvió de pretexto a Estados Unidos para desplegar una campaña en su propio país sobre la necesidad de intervenir en Cuba con fines humanitarios.
Por otra parte, la insurrección en Cuba ya no era una guerra del siglo XIX sino del XX, por el armamento que se estaba utilizando, la asimetría entre los contendientes, a favor por supuesto, de manera abrumadora, de la parte española, y no se podía esperar a que el desenlace fuera un Waterloo o un Ayacucho. Una batalla de ese tipo era la que querían los españoles. Deseaban que el jefe del Ejército Libertador de Cuba, mayor general Máximo Gómez, se lanzara contra ellos con todas sus tropas, pero este no tenía ninguna intención de hacerlo. Gómez había dicho que era necesario llegar con la guerra hasta Occidente donde se libraría el Ayacucho cubano, pero, iba a ser, precisamente, a la cubana. El conflicto se había convertido en una guerra de desgaste, observada desde lejos por Estados Unidos.
Finalizando el año 1897, el gobierno español adoptó la decisión de concederle el régimen autonómico a Cuba y Puerto Rico —medida tardía e inútil porque no logró evitar la lucha de los cubanos—, puesta en vigor al año siguiente. El 12 de enero de 1898, se produjeron disturbios en La Habana por parte de elementos extremistas españoles partidarios de Weyler, quien había sido sustituido por el general Ramón Blanco, y contrarios a la autonomía por considerarla una concesión a Cuba. Tales incidentes ocasionaron que el cónsul norteamericano en La Habana sugiriera a su gobierno el envío de un buque de guerra norteamericano, el crucero Maine, que llegó en aparente visita amistosa. Su arribo se produjo el 25 de enero y el 15 de febrero estalló en la rada habanera.
Cualquiera que haya sido el origen de la explosión (accidental o provocada) lo que le ha dado trascendencia a este hecho fue cómo Estados Unidos lo utilizó para justificar la intervención, que hubieran hecho con o sin Maine.
Si según ellos la intervención tenía fines humanitario, ¿el bloqueo que implantaron no agravaba la situación del pueblo cubano?
En abril establecieron el bloqueo naval a los principales puertos cubanos y la declaración de guerra se produjo unos días después. Ya para entonces el Congreso había firmado la Declaración Conjunta, mediante la cual reconocía el derecho de Cuba a ser libre e independiente, y que los Estados Unidos no tenían la intención de ejercer soberanía, jurisdicción o dominio sobre la Isla, excepto para su pacificación.
Por supuesto, lo que el bloqueo provocó fue la agudización de las penurias de la población. ¿Qué consideración tenían con ella si el país había sido arrasado por la guerra y padecido la Reconcentración? El pueblo era el perjudicado por ese acto y no las fuerzas armadas españolas.
Estados Unidos se vio obligado a hacer una gran movilización, pues realmente mantener un bloqueo a todos los puertos simultáneamente era muy difícil porque esos buques permanecían en el mar, necesitaban combustible, había que darle descanso a las tripulaciones… Por eso movilizaron, además, buques de la marina mercante, yates… y para el momento del desembarco, en campamentos que establecieron en la Florida entrenaron al ejército de voluntarios de que hablé antes, que no tenía preparación.
¿Cómo se produjo la vinculación con el Ejército Libertador cubano?
Hubo una idea inicial de suministrarles armas y avituallamiento al Ejército Libertador para que avanzara hacia occidente y una vez que tuvieran cercadas las ciudades desembarcar ellos por la zona occidental y tomar La Habana. Pero cambiaron de parecer a partir del éxito que las tropas yanquis alcanzaron en Filipinas, en la batalla en que las fuerzas navales estadounidenses vencieron a las españolas en la bahía de Manila, el primero de mayo de 1898. Eso levantó una ola de patriotería tan fuerte en su país que decidieron actuar ellos solos, ser los protagonistas de las acciones en Cuba.
Contactaron con el mayor general Calixto García, entonces jefe del Departamento Oriental (no con Máximo Gómez, quien era el jefe del Ejército Libertador) a través del teniente Andrew S. Rowan, enviado de la inteligencia estadounidense que llegó a Cuba procedente de Jamaica.
Ya los estadounidenses habían establecido vínculos con el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Tomás Estrada Palma, quien se puso a su servicio. Este, anexionista de corazón, estaba convencido de que era imposible que los cubanos se gobernaran por sí mismos y que debían integrarse a una nación grande y poderosa como Estados Unidos.
Ya en junio la escuadra norteamericana que bloqueaba a Santiago tomó la bahía de Guantánamo para tener un lugar de abastecimiento; después desembarcaron en Daiquirí y luego en Siboney. Es necesario aclarar que para hacerlo tuvieron que buscar el apoyo de las tropas cubanas, conocedoras del lugar donde estaban los españoles y cómo peleaban. Fueron estas las que tomaron posiciones y propiciaron a los estadounidenses asentarse en la bahía de Guantánamo.
Siempre el ejército de aquel país utilizó a los cubanos como punta de vanguardia, y en la medida en que sus tropas se fueron haciendo fuertes los fueron desplazando hacia el oeste mientras ellos iban entrando a Santiago de Cuba por el este.
Hubo una operación de los cubanos que ha sido poco divulgada: fueron fuerzas al mando de Calixto García las que impidieron la llegada a Santiago de Cuba de refuerzos procedentes de Holguín y Guantánamo, y gracias a ello fue que los estadounidenses fueron alcanzando una superioridad numérica en el teatro estrecho de Santiago de Cuba, donde llegaron a desembarcar a 16 mil hombres.
¿Qué puede decirnos de las operaciones para tomar El Caney y las alturas de San Juan?
Cuando completaron el desembarco, los estadounidenses planificaron una operación que tuvo como punto central las alturas de San Juan, en las afueras de Santiago. Ello conllevaba dos acciones simultáneas de diversionismo: una a lo largo de la costa, hacia Aguadores, que está en dirección al Morro, y otra más al norte, hacia El Caney. Pensaban que la toma de El Caney les iba a resultar muy fácil, pues la guarnición española que la defendía era pequeña. La proporción era de 16 a 1 a favor de los estadounidenses, pero se lanzaron de forma desordenada y precipitada, y tuvieron que sustituir a sus diezmadas tropas por una avanzada cubana que se lanzó sobre El Caney y logró tomarlo.
No obstante, el mando estadounidense tenía en la mira a San Juan. Calixto García contaba en la retaguardia con 4 mil hombres, mas no lo emplearon porque, una vez con los pies en tierra, querían ser dueños totales de la situación.
Se valieron de los cubanos para desembarcar y hacerse fuertes y una vez conseguido esto los fueron sacando de la línea principal, del protagonismo.
Cuando salió la escuadra del almirante Pascual Cervera, llegada al puerto de Santiago de Cuba en mayo, las fuerzas navales estadounidenses la destrozaron. Era el 3 de julio. La situación se tornó insostenible para las tropas españolas que defendían la plaza, ya cercados. Para ese momento los norteamericanos habían bombardeado los fuertes de las afueras, cuya artillería era más débil y anticuada; después decidieron bombardean la ciudad.
¿Y por qué bombardearon Santiago si ya habían eliminado la flota de Cervera, se habían apoderado de la loma de San Juan y tenían en su poder las inmediaciones?
Precisamente para hacer presión y acelerar la rendición, además de crear el terror, como siempre. Después fueron a ver qué daños habían causado para comprobar la efectividad de su fuego. Los resultados los plasmaron en un informe, del cual cito: “Si a los buques se les hubiera permitido dirigir su fuego más al centro de la ciudad, la destrucción hubiera sido muy grande. Aun así el resultado es pasmoso y una gran cantidad de propiedades fue destruida (…) el bombardeo llevado a cabo por los buques tuvo mucho que ver con la rápida rendición de la ciudad.” Como se ve, se hablaba de destrucciones y no de bajas. De estas últimas no les convenía hablar.
Los bombardeos más fuertes de la marina a la población fueron entre el 10 y el 11 de julio, fecha en que se reanudaron las negociaciones para rendir la ciudad.
En la mañana del 14, el general José Toral, quien comandaba la guarnición española en Santiago de Cuba, anunció el propósito de capitular. Envió una carta al general William Shafter, jefe de las tropas estadounidenses, mencionándole la autorización recibida del capital general Ramón Blanco para negociar la capitulación. Al mediodía de ese mismo día, Toral sorprendió a los norteamericanos al expresar su deseo de rendir no solo la división de Santiago de Cuba, sino a todo Oriente.
La capitulación formal de la plaza tuvo lugar el 17 de julio. Ese día los generales Shafter y Tovar, con una escolta de cien hombres cada uno, se encontraron entre líneas y la firmaron.
En esas negociaciones se desconoció al Ejército Libertador cubano…
Los patriotas cubanos no solo fueron excluidos de las negociaciones que condujeron a la capitulación, sino que no se les dio participación alguna en la entrega de la ciudad, se les prohibió la entrada a Santiago de Cuba, y ni siquiera a Calixto García se le invitó a la ceremonia de traspaso de poder. De ese modo los jefes del ejército de Estados Unidos cumplían al pie de la letra las instrucciones recibidas de su gobierno, mediante las cuales les exigían no depositar demasiada confianza en ninguna persona ajena a su tropa.
Para aumentar el agravio ratificaron en sus cargos a la mayor parte de las autoridades civiles españolas. Todo ello provocó honda y justificada indignación en las filas del Ejército Libertador, lo que motivó a Calixto García a dirigirle a Shafter una memorable carta en la que le expresó el disgusto causado a él y a su tropa por las ofensas de que habían sido objeto, le comunicó que había renunciado formalmente a la jefatura del Departamento Oriental y que retiraría sus fuerzas a Jiguaní.
En uno de los párrafos de esa carta, el general cubano expresó: “Circula el rumor que, por lo absurdo, no es digno de crédito general, de que la orden de impedir a mi Ejército la entrada en Santiago de Cuba ha obedecido al temor de la venganza y represalias contra los españoles. Permítame Ud. que proteste contra la más ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada: formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía”.
En respuesta, Shafter le envió una carta en la cual después de mostrarse sorprendido y lamentar que el general cubano se hubiera sentido agraviado, escribió un párrafo en el que reveló por qué había actuado así con las tropas cubanas:
“(…) Esta guerra, como sabe usted, tiene lugar entre los Estados Unidos y España, y está fuera de toda duda que la rendición de Santiago fue hecha al Ejército Americano
“Yo no puedo discutir la política del Gobierno de los Estados Unidos al querer que continúen en su puesto temporalmente las personas que los ocupaban”.
¿Se puede considerar que desde ese mismo día 17 de julio comienza la ocupación?
Sí, a esa ocupación le dio viso legal el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898. Pero desde el mismo momento en que los estadounidenses se adueñaron de la segunda ciudad del país, que fueron quienes trataron directamente con los españoles, estaban soslayando a los cubanos y campeaban por sus respetos, se iniciaba la ocupación de Cuba, que rápidamente abarcó todo el país y se prolongó por más de medio siglo.