La emoción es intrínseca al deporte. Pero en estos Juegos Panamericanos el taekwondo está superando la dosis que le tocaba. Primero fue Yania Aguirre, quien casi provoca más de un infarto con su oro en el último segundo; y este 21 de julio repitió la dosis José Cobas con otra patada que mantuvo en tensión a miles de personas hasta que el juez ratificó la puntuación del cubano luego de revisar el vídeo de la acción.
El apellido Cobas se imbricó como nunca a Cuba y no solo por simples cambios de dos letras. Todos quienes le ayudamos a esa victoria con nuestra fuerza mental frente al televisor o todos los que pateamos con él a la cabeza del dominicano Moisés Hernández en esos segundos finales repetíamos una y otra vez su nombre: ¡Cobas, Cobas, Cobas, Cuba, Cuba, Cuba!
Cuentan con certeza que decenas de personas gritaron, corearon su nombre y salieron a la calles de su barrio natal (Aldabó) minutos después de su triunfo. Quizás adelantaban el festejo que habrá cuando llegue Cobas con su oro panamericano y broten sus confesiones respecto a cada uno de las cuatro peleas y los pensamientos que le rondaron en la última, cuando tres veces viraron hacia atrás los puntos que él marcaba, por reclamación justa de su oponente.
Fue precisamente ese componente emocional de depender de un video, o mejor, de lo que apreciara un árbitro en una repetición de video cuatro veces, lo que hizo y hará eterna esa pelea final en los 80 kilogramos, pues para nosotros Cobas marcó y ganó siempre, desde el primer minuto hasta el último, por su mejor técnica, por su esfuerzo a toda prueba y por la confirmación exitosa de la escuela cubana de taekwondo.
Cobas aportó el oro 24 a nuestra delegación y se convirtió en el octavo cubano capaz de ganar en estas lides cuatrienales —hay 10 cetros entre los hombres, pero Nelson Sáenz y Roberto Abreu suman dos cada uno —, aunque en lo adelante podrá ser conocido como el “taekwondoca de Toronto”, pues será difícil volver a vivir tantas emociones como él nos regaló este 21 de julio del 2015.
El virtuosismo de manejar las piernas para atacar al pecho y a la cabeza durante seis minutos de combate; la fortaleza física para vencer cuatro peleas en una misma jornada y la posibilidad de haber podido compartir el podio con un grande de todos los tiempos en esta disciplina, Steven López, multicampeón mundial y olímpico, pero bronce ahora, son hechos que traerá Cobas en su memoria de la ciudad canadiense.
Este miércoles subirá al tatami su compañero, Rafael Alba, campeón mundial en 2013 y uno de los entusiastas que más aliento le dio desde las gradas, donde también se desesperó por el triunfo Lisbelys Ferrán, la otra representante nuestra en la fecha del cierre, en la que se decidirá el primer lugar de este deporte, pues México, Estados Unidos y Cuba marchan igualados con dos oros.
¡Cobas, Cobas, Cuba, Cuba! Se coreó hasta el delirio en Toronto y en La Habana. ¡Cobas, Cobas, Cuba, Cuba! , era el mensaje directo de una sintonía de palabras entre patadas voladoras y orgullo patrio ¡Cobas, Cobas, Cuba, Cuba! Será siempre la más fiel corona de cuántas seguiremos conquistado. Y ojalá sigan las emociones y hasta se multipliquen, acompañadas por nuestra bandera de la estrella solitaria y el Himno Nacional.