Cuando se le pregunta al maestro José Loyola si el danzón es un género muerto, contesta rápidamente con un “de ninguna manera”. Aunque ya no goce de la popularidad que disfrutara anteriormente, si nos detenemos a escuchar atentamente la música popular cubana encontraremos su huella en todas partes.
A propósito del presente de uno de los ritmos más esenciales de la música cubana, y mientras aún resuenan los ecos de la más reciente edición del Festival Internacional Danzón Habana, Trabajadores conversó con Loyola, quien además de ser un destacado flautista y compositor, es el presidente de dicho evento.
“Desde su aparición, ha estado en todas las etapas por las cuales ha transitado la música cubana, desde las modalidades más antiguas, que se consolidan con la inclusión del son, pasando por el danzón cantado y el danzonete, y posteriormente el danzón de nuevo ritmo, hasta llegar al danzón-cha, a partir del género creado por Jorrín.
“Todas estas modalidades danzoneras tuvieron su correspondiente manera de bailarlas, lo que fortaleció su presencia durante décadas. Aunque se produjo cierto declive a finales de los años 60, las generaciones de esas épocas han mantenido este baile emblemático de la cultura cubana hasta nuestros días”.
¿Cuáles son las influencias del danzón en la música contemporánea?
Me gusta más hablar de interinfluencias. Importantes y numerosas modalidades de la música cubana como el son, el bolero, el mambo, el chachachá y el latin jazz han influido y recibido influencias del danzón.
Por otra parte, existen danzones sinfónicos en las obras de muchos compositores cubanos, y grandes creadores de otros países como Aaron Copland y Darius Milhaud lo han utilizado en sus obras.
¿Cuáles son las razones para hacer un festival dedicado al danzón?
El danzón no solo es la música bailable y el baile de salón, es toda una cultura. Un festival de cualquier manifestación de la cultura se justifica por la permanencia de las expresiones artísticas en el amplio espectro nacional y la intencionalidad de su transmisión en el quehacer contemporáneo. Así sucede en el caso del danzón. Su antecedente está en el Festival Cubadanzón, que comenzamos en 1989, en Matanzas. Después, ante cierto período de inactividad de ese evento, fundamos Danzón Habana, en el 2003. Ambos festivales se mantienen activos y promueven este género tan importante para la música y el baile cubanos.
Considero que los festivales de danzón contribuyen a proteger esa memoria cultural. Necesitamos, sin embargo, un mayor apoyo por parte de los medios de comunicación masiva, con una programación que lo incluya sistemáticamente y no solo aparezca en los programas que tienen lugar en los días del festival.
¿Qué acciones se realizan en nuestro país para preservar la memoria del danzón y fomentar su divulgación entre las nuevas generaciones?
Tenemos una importante organización nacional, Amigos del Danzón, la cual agrupa a miles de bailadores que cultivan este género bai lable. Si bien la inmensa mayoría de afiliados son adultos mayores, existe una esperanza en la actividad que se desarrolla en la cultura masiva, a través de las casas de Cultura en todo el país, donde hay instructores de arte que enseñan a niños y jóvenes para que continúe viviente en nuestra contemporaneidad, tal y como sucede en otros países que cuidan su cultura, por ejemplo los polacos con la polonesa, y otras naciones del área latinoamericana y caribeña con la cumbia, el tango y otras danzas.