Rodolfo Jiménez Polanco, Funcionario de la CTC
La sindicalización de los trabajadores por cuenta propia en nuestro país es una realidad tangible. Hasta el 7 de julio sumaban más de 236 mil 384 los afiliados, lo que representa el 66.7 % de los no vinculados laboralmente a ningún centro estatal.
Un reto inmediato ha de ser seguir incorporando a los dispuestos, uno a uno, bajo el principio de voluntariedad; y el otro desafío es el de mantener la afiliación para que no se produzcan las quejas frecuentes en algunos lugares de que: “Vinieron por aquí y no han regresado” o un comentario peor: “Solo vienen a cobrar las finanzas”.
Con casi cinco años en esta tarea, la vida demuestra la necesidad de crear vías para lograr mayor interés y satisfacción por parte de estos trabajadores de estar organizados. Un paso importante ha sido crear sus secciones sindicales propias —tenemos 6 mil 697, con dirigentes electos democráticamente. Se han ido nombrando líderes de influencia, algunos con experiencia en otras organizaciones, también a jóvenes.
Ahora debemos capacitarlos y desarrollar formas de funcionamiento ajustadas a sus características; por ejemplo, las asambleas no tienen que ser mensuales sino efectuarse cuando haga falta, y en unos casos hacerlas con una frecuencia bimestral o cada tres meses.
Hemos creado ya seis burós sindicales, en lugares donde existen condiciones para ello como el de los artistas artesanos de Varadero y de las paladares en Cárdenas, los que han sido bien acogidos porque son formas de organización que responden más a sus peculiaridades e intereses.
En el trabajo por cuenta propia intervienen distintos organismos, cada cual con una responsabilidad: otorgar las licencias, cobrar los tributos, velar porque no se cometan violaciones, etcétera. Por ello, propiciamos el encuentro periódico de los dirigentes sindicales en todos los municipios del país con dichos organismos, con el fin de debatir los problemas que más afectan; también los dirigentes sindicales reciben en esos encuentros informaciones valiosas, lo que va a contribuir a una mayor credibilidad del papel del sindicato.
Cierto que todo no es color de rosa, pues existen ejemplos en que hay respuestas y soluciones, pero en otros no es así. A través de la participación de los dirigentes municipales y provinciales en los grupos de trabajo y en los consejos de la administración es necesario elevar el nivel de representatividad para solucionar cuestiones que están al alcance de las localidades.
Tal es el caso de la actuación de algunos inspectores, la exigencia de aportes elevados a la Onat en algunos lugares respecto a otros que realizan la misma actividad, problemas de circulación en vías, y las condiciones en áreas de concentración que carecen de baños, agua y otros requisitos. También existen demandas a nivel nacional que deben ir encontrando respuesta, como la necesidad de un mercado mayorista; algunas preocupaciones sobre el régimen de seguridad social en las prestaciones a corto plazo, considerar mejor en sus tributos el mes que tienen de vacaciones a los que no utilizan fuerza de trabajo empleada y varias cuestiones más que han sido planteadas.
Contamos con buenos y malos ejemplos, lugares donde hay orden, participan en las actividades, apoyan programas humanitarios y colaboran en la solución de problemas en las localidades, pero también los hay donde existe indisciplina y otros hechos no deseados.
La labor sindical debe estar dirigida no solo a defender los derechos, sino también a apoyar las medidas necesarias y a propiciar un estado de legalidad acorde con los principios de nuestra sociedad, porque es justo decir, que en su mayoría, los trabajadores por cuenta propia desean trabajar en el marco de la legalidad y se sienten comprometidos con los deseos de avanzar del pueblo cubano.