Toronto.- En días de sana competencia uno se aferra, entre otras cosas, a la bandera; al pabellón nacional que no necesita palabras para expresar mil ideas juntas, las mejores de la nación en que naciste o has vivido.
Mientras las victorias y las derrotas van de un lado a otro, dejando sus secuelas de alegría y dolor, uno siente que no hay mejor aliado que ese sagrado trozo de tela que a nadie permitirás mancillar.
Y la llevas siempre protegida, aunque libre, para que todos la vean, la admiren y la respeten. Y sólo quieres que un soplo de maestría o buena suerte te permita gritar una victoria para hacerla blandir tan fuerte como puedas.
El sabor del triunfo es mejor, se siente más fuerte, si en tus manos ella vuela libre y hermosa.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo de la Universidad de La Habana (UH). Especialista en los deportes de boxeo, voleibol, lucha, pesas y otros. Cubrió los XV Juegos Panamericanos de Río-2007, los XXX Juegos Olímpicos de Londres 2012, la final de la Liga Mundial de Voleibol 2011 y otros eventos internacionales celebrados en Cuba. Profesor de Teoría en la Comunicación de la UH y la Universidad Agraria de La Habana. Imparte cursos de esta y otras materias en diversas instituciones del país como el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha obtenido premios y menciones en el Concurso Nacional de Periodismo Deportivo José González Barros.