Las relaciones diplomáticas entre la República de Cuba y los Estados Unidos de (Norte) América comenzaron con el establecimiento de la República en 1902, aunque con las características que le imprimía la existencia del apéndice constitucional conocido como Enmienda Platt, por lo que no podían considerarse como vínculos diplomáticos entre dos estados soberanos. La representación que en aquel momento existía por ambas partes se ejercía por funcionarios con la categoría de ministros. En este caso los primeros ministros fueron Gonzalo de Quesada y Miranda por la parte cubana y, por la norteña, Herbert G. Squiers. Sin embargo, en 1923 esa representación pasó a la categoría de Embajada, con el consiguiente nombramiento de embajadores, ¿por qué se produjo ese cambio en aquel momento?
El primer embajador estadounidense en Cuba se llamó Enoch H. Crowder, muy conocido por su presencia en Cuba en diferentes momentos, lo cual remite a la circunstancia de 1923 y el cambio de status mutuo de la representación diplomática. Crowder había estado en la Isla en momentos anteriores, tal fue su presencia durante la segunda intervención (1906-1909) al frente de la Comisión Consultiva que se creó entonces, integrada por cubanos y norteamericanos, que tuvo a su cargo la confección de un conjunto de leyes que, como complementarias de la Constitución vigente, regulaban el funcionamiento de instancias de gobierno. De este carácter fueron las leyes orgánicas del poder ejecutivo, las provincias, los municipios, del Poder Judicial, la Ley del Servicio Civil, la Ley Penal Militar y otras. Ya en aquella coyuntura, por tanto, se conoció a quien entonces era coronel.
Otro momento destacado de la presencia de Crowder en Cuba se produjo a raíz del alzamiento liberal de 1917. Ante la fraudulenta imposición de la reelección de Mario García Menocal, los liberales protagonizaron lo que se conoce como “Alzamiento de la Chambelona”. Esto volvió a estremecer el panorama político cubano, pero fue sofocado rápidamente por la presión estadounidense, fundamentalmente por medio de su ministro, Mr. González, quien se encargó de evidenciar el respaldo de su gobierno a Menocal. El momento era absolutamente desfavorable para tal ambiente de inseguridad política: se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y Estados Unidos se aprestaba a entrar en el conflicto, lo que hizo el 5 de abril de 1917, por lo que resultaba imprescindible la tranquilidad en esta tierra. Cuba declaró la guerra un día después y tuvo como misión fundamental el abastecimiento de azúcar.
Esta experiencia derivó en el envío de Crowder nuevamente en 1919, con el objetivo de elaborar un nuevo código electoral que regulara los comicios de manera que se garantizara la estabilidad, de esta manera se realizó el conocido como “Código Crowder” en ese año.
Poco tiempo después de haber normado los procesos electorales en Cuba, volvería Enoch Crowder, esta vez con el grado de general, a cumplir una nueva misión del gobierno estadounidense en Cuba: el 6 de enero de 1921 llegaba como “Enviado personal” del Presidente estadounidense. La nueva circunstancia era muy delicada puesto que al terminar la guerra mundial se había producido una crisis económica que estalló en octubre de 1920, debido al abrupto descenso de los precios del azúcar como causa inmediata, lo que llevó a una crisis bancaria que obligó al gobierno encabezado por Menocal a decretar leyes de moratoria de esa actividad en Cuba. La crisis de 1920-1921 puso al descubierto la endeblez de la economía monoproductora y monoexportadora isleña, con lo que se producía una situación en extremo complicada. Por otra parte, terminaba el segundo mandato de Menocal y en breve asumiría el poder el nuevo presidente electo: Alfredo Zayas.
Zayas había aspirado a la nominación presidencial por el Partido Liberal desde tiempo atrás, pero la presencia del caudillo José Miguel Gómez se había interpuesto en esa aspiración, de ahí que solo había logrado ser vicepresidente entre 1909 y 1913; ahora había pactado con el conservador Menocal para alcanzar la Primera Magistratura, pero llegaba en momentos de una fuerte crisis económica y con la presencia del enviado presidencial. Sin duda, la existencia de la Enmienda Platt creaba las condiciones para realizar la fórmula de “intervención preventiva” por la cual se evitaba la imagen de una intervención directa.
El general Crowder desplegó una amplia actividad como poder real durante el gobierno zayista en sus primeros años, a tal punto que las caricaturas satirizaban la situación de diversas maneras, poniendo a Zayas en posición dependiente y al “Enviado” en actitud de dictar las órdenes. En una de ellas, el Presidente preguntaba “¿Firmó Crowder o firmé yo?”, lo que demuestra el grado de intervencionismo que se producía. La misión del norteño radicaba, en lo fundamental, en buscar caminos de solución de la crisis y actuar frente a la corrupción político administrativa que crecía de manera escandalosa a medida que pasaban las distintas administraciones.
La importancia de la presencia de Crowder en Cuba puede comprobarse con los memorándums que enviaba al presidente Zayas a partir de marzo de 1922, indicándole las decisiones a tomar. Estos versaban sobre los más diversos tópicos: asuntos financieros, enmiendas constitucionales, registro de electores, deudas del Estado, aprobación de presupuestos, la corrupción en las estructuras estatales, reforma en la Lotería Nacional, proyecto bancario y hasta el nombramiento de los miembros del Gabinete, a causa de lo cual aquel Consejo de Secretarios fue conocido por “Gabinete de la Honradez” o “Gabinete Crowder”.[1]
Con el envío de estos memorándums ocurrió un incidente que resultó importante para la situación bilateral: el 5 de agosto de 1922, el diario Heraldo de Cuba publicó el número trece que tenía fecha 21 de julio, traducido al español. Este versaba sobre las condiciones para la aprobación de un empréstito. La publicación –de origen desconocido, pero atribuida al propio Zayas– generó un extraordinario escándalo pues ponía al desnudo el grado de injerencismo de Estados Unidos en Cuba, por lo que hubo una gran agitación. Esto provocó consultas y una nueva valoración de la situación. La indignación general no podía desconocerse.
La situación descrita llevó a tomar nuevas decisiones, de ahí que después de ser llamado a consultas en Washington, Enoch Crowder regresara a La Habana. El 10 de febrero se transformó oficialmente esa representación diplomática en Embajada y el “Enviado personal” se convertía ahora en el primer embajador de Estados Unidos en Cuba. Ambos países habían elevado sus representaciones al nivel de Embajada, pero la estadounidense seguía desempeñando la función que le confería el dominio neocolonial impuesto y estructurado a lo largo de aquellos años republicanos iniciales.
[1] Los quince memorándums enviados por Crowder pueden verse en Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, T III, pp. 31-110.
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Profesora titular