Por Ariadna Pérez Valdés, Lourdes Rey Veitia, Vivian Bustamante Molina, Eduardo González Martínez y Manuel Valdés Paz
En una versión moderna y cubana del cuento La cucarachita Martina, de seguro que esta tendría entre sus opciones de compra el grifo para acabar con el constante goteo de su fregadero. Y es que como de pelota, usualmente el cubano tiene entre sus temas el de los herrajes hidrosanitarios, si bien no siempre el pensamiento va a la par de su conducta por eliminar sempiternos salideros en la casa, triste realidad merecedora de una mirada y soluciones integrales.
A poco más de un año de la esperada rebaja de precios en importantes surtidos —34 fueron los favorecidos con la disposición del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN)— algunas mejoras se evidencian en cuanto a disponibilidad, pero persisten insatisfacciones en la larga cadena que une a productores, comercializadores y clientes.
La medida mencionada vino a resolver un aspecto medular expuesto en el proceso de elaboración de la Política Nacional del Agua, sobre la conveniencia de que los herrajes tuviesen precios asequibles para minimizar el gasto anual expresado tanto en energía como en el limitado líquido perdidos, a causa del agua bombeada que se derrocha dentro de las viviendas e instalaciones estatales como escuelas y centros de salud pública.
Entonces, a fines del año 2012, dado el alto costo, baja disponibilidad y poca durabilidad de algunas piezas como grifos, latiguillos y válvulas, las personas preferían mantener los salideros antes de invertir en arreglarlos. Ese comportamiento no está desarraigado, entre otras razones, porque la tarifa de cobro en nada estimula el ahorro de agua.
Es obligado referir que la producción de aquellos elementos mantenía insatisfecha la demanda interna —hoy también—, pero no concurrían aún definiciones actuales de incrementos fabriles y de calidad que pugnan por mejorar y se hacen sentir, aunque esta percepción varía entre los usuarios de cada territorio y hasta en una misma provincia, según constató un equipo de reporteros de Trabajadores.
De cacería
Gustos y disgustos por problemas de calidad que conllevan a la clásica comparación con el producto que se oferta en CUC y mayor demanda de algunos renglones colmaron nuestra balanza imaginaria durante el recorrido por mercados artesanales industriales (Mai) y tiendas de ventas de materiales de construcción (TMC) de varias provincias.
En todos los municipios no existe la misma oferta y un denominador común es la queja contra los acaparadores, quienes luego exhiben y revenden su “botín de guerra”, sobre todo en los alrededores de las tiendas donde lo compraron.
Y en el saber y el escoger hay un ente primordial, el plomero o ese hombre orquesta que hace de todo, devenida figura cuya opinión es decisiva para la mayoría.
Son los que por ejemplo, recomiendan comprar en divisas las tuberías “pues a veces salen más baratas y tienen más calidad”, comenta Vilma Pargas, a quien encontramos en el Mai La Verbena, en el capitalino municipio de Playa.
Es lógico hallar opiniones equidistantes en materia de comercio, porque parten de experiencias, de conocimiento y también de la percepción, en tanto dentro de la calidad entran a jugar dos aspectos básicos: la presencia y el funcionamiento.
Sin embargo, otras consideraciones recogidas sobre todo en La Habana y Pinar del Río, fueron hacia algo con lo cual se enfrenta a diario el cliente: tener que recorrer varias tiendas para encontrar lo que busca y ello tiene que ver entre otras razones, con la necesidad de que se conciba o cumpla, si está hecho, un estudio de los lugares más poblados o que más venden, para así garantizar el producto de forma permanente.
Damos por descontado que las empresas municipales y provinciales de comercio deben cumplir el ABC de la actividad relacionado con los inventarios y las ventas.
Y sobre estas últimas insistir en la gestión y la orientación que está obligado a tener el dependiente, a fin de poder satisfacer al posible comprador y eliminar las dudas por mala referencia, indecisión o desconocimiento.
La población, dependientes y administradores nos hablaron de fallas en la distribución y de ahí el desabastecimiento, sobre todo de lo que más se busca como “flotantes de media, grifos, llaves de paso y juegos de herrajes de baño”, enumera Annie Caraza, vendedora del Mai Oyantai, en el municipio de Diez de Octubre.
Parece ser que el nudo estuvo en el desfase en la llegada de materia prima de importación, lo cual provocó un impase productivo que comenzó a recuperarse a fines de junio, según atestiguaron Siurys García Alonso y Pilar Fernández González-Pardo, especialistas principales de comercio mayorista y minorista de productos no alimenticios en el MINCIN, respectivamente.
No obstante, la situación resulta recurrente en la tienda El Gallo, en la populosa calle Monte de la capital, donde es insuficiente en surtido y cantidad lo que les llega, explica la dependienta Omayda Hernández, quien agrega: “No creo que tengan dificultades con la calidad, pero para la cantidad de público que pasa por aquí no es significativo lo que tenemos en venta”.
Adis Perdomo Arias, vecina del lugar, añade que las duchas llevan más de un año en la estantería “y no se van a vender, porque no están buenas”, asegura.
Otra opinión tiene Lázaro Valdés Mateo, administrador de la TMC La fortaleza, en el consejo popular Luyanó, quien dice que son proveídos por los Almacenes Universales, con un suministro bastante estable y de buena aceptación en precio y calidad.
Lo que nadie puede negar es que hay ventas en ascenso. Resulta ilustrativo que de enero a mayo del 2014 se comercializaron 133 mil unidades y en igual período del presente año la cifra crece en más de nueve veces.
El peso recae sobre todo en las piezas más demandadas como los juegos de herraje para baños, de descarga lateral (75 CUP) y por encima (40 CUP). Por cierto, es muy bien aceptada la opción de expender separadas las válvulas de entrada y de salida por si solo se necesita cambiar una de ellas.
Tal y como está identificado, otros productos con amplia acogida son los latiguillos de diferentes medidas, las llaves de paso y ángulo, y los grifos de fregadero, lavamanos y lavadero.
Y lo de la disponibilidad va muy en serio, porque fue recurrente lo que encontramos por ejemplo, en la TMC El Modelo, en Playa, donde las válvulas y codos se agotan rápidamente. Su administrador, William Soler Suárez, identificó un problema que puede ocurrir en cualquier parte del país: “A estas tiendas llegan muchos productos de plomería”, pero las personas por inexperiencia a veces no se acercan a buscar lo que necesitan y terminan pagándolo a sobreprecio a los particulares”.
En Pinar del Río disgustan la escasez y carestía de algunos elementos. En la TMC Carlos Manuel, el dependiente de almacén Juan Jesús Loaces plantea que le faltan tuberías con sus conexiones, así como herrajes de lavamanos y fregaderos, y hace tiempo solo reciben llaves y latiguillos.
Y aunque en la tienda Erea la provisión se sale de la media, todos los anaqueles no están llenos y las personas salen insatisfechas. Es un retrato de lo que ocurre al menos en la cabecera provincial.
Así lo reconoce Liyanis Cuadot Capote, especialista de la dirección de productos no alimenticios e industriales de la Empresa Municipal de Comercio Minorista, y lo peor es que no avizoran mejoras, por eso uno de sus puntales será apoyarse en la industria local para los surtidos de tubería plástica.
No están mal orientados, en pocos meses ese tipo de producción debe dar un pequeño salto en cantidad y calidad para contribuir de forma decisiva al programa de ahorro de agua. Opiniones y realidades sobre esos renglones, que con no pocas dificultades se logran en cualquier punto de nuestra geografía quedan para un próximo trabajo, porque en este tema, todavía hay mucha tela por donde cortar.