Durante las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular es frecuente hallar en los diferentes espacios del Palacio de las Convenciones a algunos de esos héroes cotidianos que, junto al poeta, empujan al país. No siempre hay tiempo, ni oportunidad, para compartir sus historias salvo que la presencia misma sea la noticia. Eso ocurrió este sábado cuando Gerardo Hernández apareció ante la Comisión de Relaciones Internacionales con la pequeña Gema en sus brazos.
Rápidamente la niña captó la atención y se robó los mimos de los diputados. Es lógico pues en ese contexto muchos se sienten parte de la historia del Héroe y de su esposa Adriana, también miembro de la Comisión. Para entonces solo dos periodistas quedábamos en la sala —Jorge Legañoa, de la AIN y esta escribidora. Con cierta timidez, como para no romper el encanto de la escena familiar, pero con la certeza de quien no se perdonaría perder la oportunidad, preguntamos.
Recién regresas de una gira que realizaron los Cinco por Sudáfrica, Namibia y Angola ¿Qué opinión traes de allá?
El viaje fue muy interesante, extraordinariamente positivo y emotivo. Agotador pero valió la pena constatar ese amor que no es solo para los Cinco, sino para todo el pueblo de Cuba. En Angola fue muy emocionante, estuvimos en algunos de los lugares donde René, Fernando y yo cumplimos misión, nos encontramos con angolanos que combatieron en aquellas unidades.
A Sudáfrica entramos por un aeropuerto privado y los trabajadores nos decían que nunca habían visto tanta gente dentro de la instalación cantando y bailando. Ellos le llaman a los cinco gobernadores de las provincias y al presidente, los seis grandes, y una funcionaria de la cancillería decía: “Yo no sé que tienen los Cinco, pero en mis años de experiencia nunca había visto a los seis grandes juntos y con ustedes se han reunido dos veces”.
En Sudáfrica visitamos el Freedom Park (Parque de la libertad), donde está la famosa pared con el nombre de los héroes y mártires del apartheid, incluidos los cubanos. Pudimos identificar algunos nombres conocidos ahí.
Si algo pude constatar en este viaje fue que el esfuerzo realizado por el pueblo de Cuba y la sangre derramada por sus hijos, no cayó en vano. En Sudáfrica, Namibia y Angola existe un agradecimiento tremendo por el sacrificio realizado y ese fue el mensaje de afecto unánime, uniforme, que recibimos, inspirado en el sentimiento de gratitud por el aporte realizado por Cuba en la lucha por su liberación y contra el apartheid.
Del recorrido por la prisión de Robben Island, en Sudáfrica hay una imagen tuya mirando por la ventana de la celda donde estuvo Nelson Mandela. ¿Qué pensabas en ese momento?
Sí, una de esas fotos fue portada al día siguiente en uno de los periódicos más importantes de esa provincia. Esa visita fue muy emotiva por su significado y porque la realizamos acompañados por Ahmed Kathrada y otros compañeros de lucha que estuvieron presos junto a Mandela.
La celda del héroe sudafricano no está abierta para visitas, pero tuvieron la deferencia de permitirnos entrar. Cuando me asomé a la ventana pensaba en cómo habría hecho Mandela para resistir en un espacio tan pequeño y frió, sin tener siquiera un cubo para botar sus necesidades. Recordaba cuánto nos inspiró su ejemplo. En todo eso pensaba y también sentía orgullo de estar allí.
Una de tus primeras apariciones públicas fue precisamente en el periodo anterior de sesiones de la ANPP. Para entonces anunciaron la noticia del embarazo de Adriana. Hoy regresas, también de forma un poco sorpresiva, con Gema en los brazos. Han pasado meses muy intensos, ¿cuánto te han cambiado?
Me he adaptado un poco más al cariño de la gente y a sus expresiones de afecto. Al principio me aturdía pues estuvimos 16 años en una cárcel de máxima seguridad donde el contacto físico estaba prohibido y el solo hecho de que alguien caminara cerca de ti, disparaba una alarma. De pronto caemos en Cuba donde la gente te quiere abrazar, besar, tocar, te halan por delante, por detrás, por donde te cojan… Por suerte, a lo bueno uno se acostumbra rápido y ya me siento muy bien. En general los Cinco estamos bien, no hay traumas de la prisión. Sucedió lo que en algún momento pronostiqué, que con los primeros tres o cuatro abrazos de nuestro pueblo, el pasado comenzaría a olvidarse.
El próximo 20 de julio se abrirán las embajadas de Cuba y Estados Unidos. ¿Qué mensaje enviarías al pueblo de Cuba ante este hecho histórico?
Una vez más se demuestra cuál es el lado correcto de la historia. Desde 1959 estamos diciendo que nuestras diferencias no son con el pueblo norteamericano y que las existentes con el gobierno de Estados Unidos podíamos resolverlas sobre la base del respeto a nuestra soberanía e independencia. Ellos argumentaban que nada tenían que negociar mientras los Castro estuvieran el poder y la Revolución fuera socialista. Ahora ya lo ves, estamos restableciendo relaciones diplomáticas. No hay que ser científico para entender a quien la historia le está dando la razón. Una vez más debemos sentirnos orgullosos de nuestra firmeza de principios, eso nos ha traído la victoria.
Sobre qué defecto de la sociedad norteamericana alertarías…
Sobre el egoísmo, el individualismo. Ese sistema está diseñado para que las personas piensen en sí mismos y no en términos sociales. El sistema te educa para que siempre quieras tener más aunque debas pisotear a otros. Ese es uno de los principales defectos de esa sociedad, junto a la gran división que existe en términos raciales y sociales.
A pesar del entrenamiento que recibí antes de irme para Estados Unidos, uno de mis grandes choques fue esa fragmentación. Recuerdo una noche en que, sin darme cuenta, me bajé del carro y entré a un restaurante de negros. En cuanto me senté y miré alrededor, percibí que todos me estaban mirando con una cara terrible. Entonces aprendí que verdaderamente allí hay barrios de negros, de hispanos, de blancos…
En Los Ángeles, por ejemplo, y también en otras ciudades, hay lugares en los que matan si cruzas la calle equivocada. Ese fue el caso de Luis Sánchez, a quien le decían El Pájaro. Es un hispano grandísimo, de unos veinte pico de años que está cumpliendo cadena perpetua. Lo conocí en la prisión y cuando le preguntabas qué hizo, contaba que fue por una bronca con unos morenos (negros): “Se metieron pa’l barrio mío y dispararon. Después yo crucé pa’l de ellos y también disparé, pero una bala perdida mató a una niña”, decía.
No resisto a los negros, no puedo vivir con ellos, comentaba, pero en la prisión estaba en la celda 231, y en la 230, unos morenos. Es decir, que tendría que pasar el resto de su vida compartiendo hasta las duchas con aquellos a los que odiaba.
Eso algo inexplicable pero el sistema incentiva esa manera de sobrevivir, esa violencia, que también hallamos en Centroamérica con las llamadas “maras”. Por eso cuando miras hacia Cuba te das cuenta de que somos dichosos pues no tenemos esa situación aquí y hay que hacer todo lo posible para que ese mal no llegue a nuestra sociedad y podamos seguir siendo un oasis de tranquilidad ciudadana en la región.
¿Podrías contarnos sobre qué temas hablaron en el encuentro que hace algunos meses sostuvieron con Fidel Castro?
Con el Comandante hablamos de muchas cosas, del cambio climático y de cómo este nos afecta a todos; de la escasez de alimentos y de las virtudes de la moringa, la morera y otras plantas. Unas semanas después estuve en Cienfuegos y visitamos al mejor criador de chivas. Hacía varias semanas que no llovía y todo estaba seco, excepto la morera que era lo único verde. De eso se alimentan los chivos, me dijo el campesino, quien coincidía con el Comandante en que se había avanzado muy poco en el conocimiento de esas especies, pero que eran muy útiles.
Fidel se interesó mucho por nuestras anécdotas de prisión. Tuve la gran satisfacción de compartir con él dos de las que siempre quise contarle. Una, recogida por Luis Báez en uno de sus libros, es del principio de estar presos, cuando nos iban transportando hasta el edifico de la Corte. En uno de esos días, cuando pasábamos por delante de otros presos, un hombre con cara de loco nos preguntó: ¿Ustedes son los cubanos? Sí, le digo. Resistan, respondió, y luego una mala palabra. Resistan que Fidel nunca los abandonará, repitió, yo soy marielito y sé lo que les digo.
Esa experiencia, en medio del ambiente hostil, nos conmovió. A lo largo de los años tuvimos otras similares, pero aquella fue la primera.
¿Qué dijo Fidel?
Se emocionó. No hizo ningún comentario, solo asintió con la cabeza.
¿Cuál fue la otra anécdota?
Fue esa de cuando estábamos en el hueco y uno de los presos nos pidió que le tiráramos la línea, que era el hilo que usábamos para pasarnos cosas por debajo de las puertas. Él nos mandó un periódico, era el Miami Herald donde habían salido las declaraciones que Fidel hizo a Lucía Newman en Portugal. En ellas decía que si esas personas a las que habían arrestado en la Florida verdaderamente estaban trabajando para Cuba, nunca serían abandonados. Esa verdad la conocíamos, pero leerlo en un diario fue muy importante para nosotros en aquellas durísimas condiciones en que nos encontrábamos.
También hablamos de muchísimas otras cosas, fue un encuentro de casi cinco horas, muy importante para todos, pero lo que más nos agradó fue la fortaleza y la claridad mental con que lo vimos. Al principio me preguntó como estaba Gema y al final, si no se la llevaría para conocerla, así que en algún momento le haremos esa visita.
¿Qué proyectos laborales tienes?
Mi formación es en Relaciones Internacionales pero parto de la base de que el día en que me planteen una tarea, será porque consideraron que podría hacerla, así que mi única ambición y proyecto es servir al pueblo de Cuba y a la Revolución. Somos soldados y ese es nuestro objetivo.