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¡Cuba llegó elegante, bandera en alto!

Foto: Ricardo López Hevia, enviado especial de Granma.
Foto: Ricardo López Hevia, enviado especial de Granma.

Toronto.- De traje y corbata, con la elegancia de un país respetuoso y admirable, desfiló la delegación cubana en la apertura de los XVII Juegos Deportivos Panamericanos, sucedida la noche del viernes en el fastuoso estadio Roger Centre de esta ciudad canadiense.

Otra vez Mijaín López blandió la bandera con un solo brazo, en alusión a la fortaleza de una comitiva dispuesta a competir con hidalguía y apego al ideal olímpico, en busca de su sagrado objetivo: revalidar su segundo lugar histórico.

La nuestra fue la decimotercera embajada en tomar la carrilera del desfile, y recibió aplausos, vítores y saludos durante un paseo cargado de alegría y celebración, acompasado por un ritmo contagioso que mezcló muy bien los acordes de la rumba y el son.

Por supuesto que las delegaciones norteñas fueron las más aplaudidas de la velada, a decir Estados Unidos y Canadá, sobre todo esta última, apoyada por la casi totalidad de los 45 mil espectadores presentes en el domo torontino.

También fueron muy ovacionadas las representaciones de Brasil, México y Colombia, sin duda entre las que mucho brillo aportarán a la fiesta atlética que comenzará con gran fuerza a partir de este sábado.

Una iniciativa digna de reconocer a los organizadores fue la de colocar en primera fila a los deportistas, entrenadores y federativos, sin dudas los mayores protagonistas del evento y merecedores de todas las comodidades posibles para disfrutar el increíble espectáculo concebido y ejecutado por el Circo del Sol. (Lea un recuento detallado del show)

La entrada de las banderas del COI y la ODEPA fueron otros instantes especiales de la noche, pues las escoltaron una variada representación de la sociedad canadiense. Entre las personas invitadas estuvieron campeones olímpicos, empresarios, padres de familia, artistas, activistas comunitarios, jugadores de béisbol y hockey, entre otros. Un gesto de respeto y grandeza muy aplaudido por todos los presentes.

El juramento de los atletas fue leído por la gimnasta de trampolín canadiense Karen Cockburn, en tanto el de los jueces por el representante local de esa propia disciplina Stephen Duchesne.

El director ejecutivo de Toronto 2015, Saad Rafi, habló emocionado de los esfuerzos realizados para celebrar con éxito la cita, pero sobre todo destacó el papel del deporte en la edificación de sociedades superiores, mas justas e inclusivas. Dijo que los atletas canadienses arrancarán alegrías a sus seguidores, pero que los visitantes también emocionarán a los aficionados de todo el país.

La ex atleta de gimnasia rítmica retirada tras los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, Alexandra Orlando, tuvo a su cargo las palabras de recordación de Mario Vázquez Raña, quien fuera presidente de ODEPA durante 40 años y falleciera en febrero pasado. Un video rememoró pasajes de su intensa vida al frente del organismo continental.

Julio César Maglione, actual titular de ODEPA, destacó la labor organizativa de los anfitriones, cuya pasión y responsabilidad florecieron en todo momento. Luego aseguró que «estos juegos confirman la unidad y fortaleza de ODEPA y sus 41 comités olímpicos nacionales». El dirigente uruguayo vaticinó que será una fiesta deportiva apegada al juego limpio y la lucha contra el dopaje. Y finalmente afirmó que «Toronto está lista».

El gobernador de Canadá, David Jhonson, regaló las palabras mágicas de la velada: «Esta noche declaro solemnemente inaugurados los XVII Juegos Panamericanos».

El encendido del pebetero puso el colofón a la actividad, con el detalle de que la pieza construida en forma de flor se ubica en las afueras de la instalación, algo quizás sin precedentes en la historia panamericana.

El privilegio de iluminar la pira correspondió al destacado baloncestista Steve Nash, quien jugara varios años en la NBA y ahora se desempeña como gerente del plantel nacional canadiense.

El espectáculo pirotécnico acontecido en la CN Tower despidió a lo grande la fastuosa ceremonia, la única que posiblemente haya sido realizada en un recinto bajo techo.

 

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