Un hueco de cinco metros de profundidad fue el causante de su desgracia. Por desconocimiento este lector se precipitó en el agujero abierto por el personal que laboraba en el basculador que “conduce a las esteras por donde se transporta la caña”, y aclara que no había señalización indicando el peligro o no acceso al lugar.
Varias lesiones y fracturas, dos de ellas en la columna, lo llevaron al salón de operaciones en repetidas ocasiones y ahora le impiden caminar. Algo lamentable de este caso, aparte de esas consecuencias físicas, es que durante este tiempo Arturo no fue atendido por ningún funcionario o representante sindical del CAI o la empresa, según afirma en el texto.
Como si fuera poco, su siniestro no se consideró un accidente laboral. “Cobré 166 pesos de certificado médico teniendo en cuenta la escala de salario mínimo de un chofer. Y hace unos días me comunicaron que no me podían seguir pagando porque el contrato era mientras durara la zafra”, explica.
Además, agrega que cuando le saldaron el último certificado le informaron que el anterior no se lo abonaron porque entró fuera de fecha (dos días después del cierre), lo cual indica “que de todas formas no me lo reportaron para que saliera este mes”, subraya.
La gran interrogante de Arturo es si existe una ley que ampare a los trabajadores contratados por tiempo determinado cuando son víctimas de accidentes laborales. |