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Guantánamo, ciudad de encuentros

Uno de los estrenos de la jornada, Diana Tata Tandile, del joven coreógrafo Elio Reina. Fotos: Yuris Nórido
Uno de los estrenos de la jornada, Diana Tata Tandile, del joven coreógrafo Elio Reina. Fotos: Yuris Nórido

Lester Vila Pereira

Para la danza cubana Guantánamo sigue siendo una de las capitales. La multiplicidad de manifestaciones folclóricas de baile de esta zona propició la conformación y el desarrollo de la danza profesional escénica. Fue imprescindible la organización de un sistema de enseñanza artística convertido hoy en referente.

El V Encuentro de Maestros de Danza, celebrado hasta el 28 de junio, constató esta afirmación. Pocas son las provincias del país con un espacio de confluencia de importantes maestros y teóricos de esa manifestación artística, cubana e internacional, en el que la confrontación de ideas y la creación aceleró el pulso de la ciudad durante una semana.

Talleres y paneles, clases y funciones repartieron las horas de estos días. El Encuentro de Maestros fue convocado por la compañía Danza Libre (justo en al año de su aniversario 25) y aunó a otras agrupaciones de la cabecera provincial como Danza Fragmentada, Médula y la compañía folclórica Babul, además de recibir el apoyo de la Escuela Vocacional de Arte Regino Botti.

Las presentaciones en el teatro Guaso sirvieron para constatar la riqueza primigenia de este movimiento danzario. El panorama en cada función fue diverso: bailes folclóricos, ballet neoclásico, movimientos contemporáneos. Obras como Bon Jour, Mesié o el clásico Suite Yoruba estilizaron ritos y mitos del folclor africano, en su mestizaje con lo francés y lo español. La danza contemporánea se desempeñó en su manifestación más lírica en piezas como Lorca, un último poema, Oxígeno y Átomo (Danza Libre); mientras que en los títulos Eucarionte y Cordero (Danza Fragmentada) lo hicieron en sus matices más dramáticos.

Danza Libre, agrupación eje de todo este desarrollo, ofreció un catálogo coreográfico sui géneris por su diversidad. Asistir a sus funciones fue la ocasión para apreciar los más diferentes estilos de la danza escénica, exceptuando el ballet clásico. Pocas veces una compañía nacional puede entregar tanto en una misma función, y brindar a sus bailarines la oportunidad de desenvolverse en múltiples lenguajes.

Pero el punto más brillante son los bailarines. La danza guantanamera cuenta con un cuerpo de baile dúctil, hermoso. Formados en las escuelas o empíricos, no es difícil hallar en ellos el compromiso con la danza. Involucrados muchos en la creación coreográfica, en ciertos casos desde la misma escuela, encuentran el ambiente propicio para estos empeños.

Es triste que la falta de confrontación directa con el trabajo de diversas compañías nacionales y la poca constancia en las presentaciones ante otros públicos haya limitado el desarrollo artístico de los coreógrafos y los bailarines. La falta de referentes se visibiliza en el ensimismamiento temático y estilístico que opaca a algunas coreografías.

Es una lástima que la poca promoción a un nivel mayor confine este movimiento a la zona oriental del país. Para muchos, la danza guantanamera es un mito del que se ha oído hablar, pero que apenas conocen. A pesar de los bajos presupuestos, de las condiciones tantas veces inapropiadas para la creación artística, por encima de tristezas y particulares tragedias, en Guantánamo se sigue danzando con fuerza.

El taller del maestro Isaías Rojas, director de la compañía Banrará.
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