Varna.- Llegó a su fin la muy estresante XXVI Liga Mundial de Voleibol. Ha sido un mes y medio con muchos más disgustos que alegrías para el equipo nacional y su afición. Tres victorias, nueve derrotas y apenas siete puntos en la tabla del grupo C son el saldo final en términos numéricos, pero el tamaño del descalabro es aún mayor.
Es cierto que el equipo se desarmó antes y durante la lid, pero también que las figuras de calidad que nos quedaron han mostrado flaquezas inaceptables un día más que otro. También es verdad que jugamos ante rivales de nivel mundial y nuestro elenco ya no posee esa categoría. Quizás merezca estar en el tercer segmento de una lid que disfrutamos durante años hasta el delirio, y que ahora nos saca las lágrimas de solo mirar.
En la última serie ante Bulgaria, disputada en esta ciudad balneario, afloraron todas las carencias juntas y no pudo conseguirse ni siquiera un punto. El sábado los chicos de Rodolfo Sánchez cedieron 23-25, 16-25 y 24-26. La víspera, aunque jugaron un set más (19-25, 19-25, 25-19, 17-25), se mostraron con peor cara en los aspectos técnicos, tácticos y psicológico. Caer en detalles sería lastimoso en este minuto, créanme.
A mi juicio lo mejor es pasar la página, sepultar lo sucedido tras tomar las experiencias necesarias. Hay correcciones que realizar en varios aspectos, pero urge más voluntad y entrega de jugadores que pueden desempeñarse mejor, lo han demostrado.
De Bulgaria, el llamado país de las rosas, solo nos llevamos espinas clavadas. Ojalá podamos sacarlas más temprano que tarde.