Luego de revisar decenas de comunicados emitidos por los comités olímpicos y ministerios del Deporte de esos países, puede afirmarse que solo las autoridades cubanas han gritado a viva voz el propósito de conservar el subliderato ostentado desde la edición de Cali 1971, con la excepción de La Habana 1991, cuando la pequeña nación del Caribe ocupó el sitial de honor con 140 títulos.
Los funcionarios brasileños y canadienses han sostenido el deseo de mejorar sus actuaciones precedentes —Guadalajara 2011—, pero no se han lanzado en la piscina de vaticinios más concretos, y mucho menos han expresado en blanco y negro el pronóstico de sentarse por fin en el segundo piso del medallero.
La prensa, sin embargo, le va poniendo sazón al debate. Medios influyentes consideran posible desplazar a Cuba, aunque por muy estrecho margen. De un lado pesa la localía de los norteños, y por el otro la potencia emergente que constituye Brasil, sede en el 2016 de los XXXI Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Nuestra delegación puede —y debe— mantenerse como escolta principal de Estados Unidos, con una cosecha por encima a las 50 coronas. Pero las embajadas de Brasil y Canadá tienen sus armas y las desplegarán en el “campo de batalla” que se inaugurará en la ciudad capital de Ontario en apenas 18 días.
Brasil: comitiva récord fuera de casa
El Gigante Sudamericano embarcará hacia Toronto la mayor delegación enviada jamás a un evento deportivo más allá de sus fronteras. La nómina de casi 600 deportistas es superior a la clasificada en el 2011 para la fiesta tapatía (515), y solo quedará por debajo de la inscrita (660) para la versión de Río de Janeiro 2007.
Si en Guadalajara lograron 48 preseas doradas, 35 plateadas y 58 de bronce, para formidable global de 141 metales, esta vez pudieran repetir o hasta incrementar esos dígitos. Ya lo hicieron hace ocho años como locales, cuando sumaron 157 premios (52-40-65).
Las razones para afirmar algo semejante son de peso: han cubierto una formidable etapa preparatoria, intervendrán en un elevado número de pruebas y deben cosechar los frutos de la estrategia trazada para rendir una faena memorable en la cita bajo los cinco aros que acogerán el verano próximo.
Desde mediados del ciclo olímpico anterior, los verdeamarillos comenzaron a trabajar con el material humano que les garantizaría los ansiados éxitos en la llamada Ciudad Maravillosa. Ha llegado la hora del examen y nadie dude que puedan sacar una altísima nota.
Sus opciones doradas están diseminadas por todo el programa competitivo, pues donde no poseen tradición y probado calibre han ido formando individualidades. Pero sus grandes fortalezas están en atletismo, natación, gimnasias, judo, velas, tiro deportivo, kárate, triatlón, tenis de campo y mesa, así como en las disciplinas colectivas de baloncesto, balonmano, fútbol y voleibol, entre otras.
El país sede de los Juegos posee un movimiento deportivo de alto nivel, sustentado en amplios recursos financieros. Sus atletas participarán en todas las pruebas convocadas y tendrán a su favor el respaldo de miles de aficionados en cada escenario.
El alistamiento de la delegación ha sido meticuloso y animado por las principales autoridades de la nación, en particular por el primer ministro Stephen Harper. El ambiente es festivo y de expectativas, según corroboró este reportero en una reciente visita a ese país.
La prensa local vislumbra una actuación superior a la precedente (30-40-49) y deberíamos creerle. Hace más de una década, en Winnipeg 1999, pescaron 64 coronas y 196 medallas en total. Están deseosos de aventajar a Cuba y más de un analista —trasnochados a mi juicio— han llegado a sugerir la posibilidad de poner en jaque a la siempre poderosa armada estadounidense.
Sus sueños dorados se centran fundamentalmente en bádminton, boliche, canotaje, ciclismo, clavados, equitación, esquí acuático, gimnasias, nado sincronizado, natación, raquetbol, remos, squash, tenis de mesa, tiro, velas, hockey sobre césped y softbol.