La selección masculina cubana de voleibol dividió honores ante su similar de Argentina, el fin de semana último, en la continuación de las acciones correspondientes al grupo C de la XXVI Liga Mundial de Voleibol.
La serie enseñó dos caras diferentes del plantel cubano que conduce el profesor Rodolfo Sánchez. El viernes la maquinaria lució engrasada, no perfectamente, pero lo suficiente para derrotar al segundo equipo albiceleste del momento, con pizarras de 25-20, 25-21, 20-25 y 25-21.
Al día siguiente fue tal el desmoronamiento de los anfitriones que los sudamericanos arrollaron en tres sets (23-25, 18-25 y 21-25) a un conjunto errático en casi todos los indicadores del juego, sobre todo en recepción y servicio.
A nivel individual lo sucedido puede ilustrarse de la siguiente manera: en el primer duelo cumplieron sus cometidos el opuesto Rolando Cepeda (21 puntos) y el punta Osmany Uriarte (18), pero en el siguiente sus aportes cayeron hasta 7 y 12 unidades, respectivamente. Tales bajas en el rendimiento de hombres claves conducen, casi siempre, a la derrota.
El auxiliar Javier Jiménez, quien actuó este año con el club Paok de la Liga Profesional Griega, volvió a tener una serie discreta, con performances más que grises en sus tareas esenciales: ataque (33,3 % de efectividad) y recibo excelente (11,8 %).
Al concluir el match, Trabajadores dialogó con el matancero de 25 años de edad, visiblemente afectado por la derrota sabatina.
“Las cosas no salieron bien esta vez, ellos (argentinos) hicieron su juego y tuvieron un mejor resultado. El servicio les entró con mucha fuerza y el opuesto González (José Luis) marcó la diferencia. Nosotros fallamos y ahora nos toca trabajar para la semana que viene sacar las victorias ante Canadá”, sostuvo aún tendido sobre el mondoflex realizando ejercicios de estiramiento.
Interrogado sobre su desempeño personal, el espigado jugador reconoció que los “partidos anteriores no fueron lo que esperaba. El viernes me fue mal, pero ganamos 3-1 sets; el sábado estuve mejor y perdimos 0-3. Hubiese cambiado mi recuperación por un triunfo del equipo, ya que eso es lo más importante”.
Ante la disyuntiva de elegir la causa fundamental de su pobre rendimiento, Jiménez indicó: “los profesores me dicen que el problema es más emocional que físico. En realidad estoy en buena forma, pero la ansiedad me está pasando factura. Quiero cumplir con nuestra afición y mi familia, y eso en ocasiones afecta. Voy a mejorar en la medida que siga jugando y trataré de aportarle más al equipo”.
Sobre las pocas opciones de clasificación a la final del nivel dos liguero, el internacional defendió el propósito de salir airosos en los cuatro desafíos que restan, frente a Canadá y Bulgaria, y luego se refirió al compromiso de los XVII Juegos Panamericanos de Toronto:
“Vamos a luchar por llegar a la final. Cuando uno revisa las nóminas rivales se percata de que están compuestas por hombres, no por nombres. La Liga Mundial nos está sirviendo para limar errores y llegar en la mejor forma a Toronto, donde batallaremos contra todos los equipos que se nos presenten”.
En esta temporada, a diferencia de lo ocurrido en el 2014, Javier ha ido demasiado a la banca por deficiencias en su accionar: “No me gusta ver el juego desde la valla, me molesto conmigo mismo porque no estoy ayudando lo necesario a la selección. Sé que el DT Rodolfo Sánchez observa que puedo dar más sobre la cancha y por eso me da minutos de descanso, pero me incomodo mucho la verdad”.
Su reacción ante la sustitución es, sin embargo, la típica de los grandes atletas. Ofrece siempre un abrazo al veterano Mario Rivera y se marcha con los otros suplentes a dar ánimos: “Siempre quiero que lo haga bien, porque lo primero es el equipo. Si Mario resuelve el problema lo aplaudo, me siento contento, porque el equipo avanzó”.