Ante la mirada impotente de sus inquilinos, en los edificios 1 y 2 del reparto Club Familiar, en la ciudad de Las Tunas, las aguas albañal y potable pugnan por ocupar espacio en una controversia que amenaza seriamente la salud humana.
Y ya Emerenciano Oliva Tamayo no sabe qué hacer. Aunque no es de los más afectados, en su condición de organizador de la zona cederista y activista de prevención del consejo popular siente la responsabilidad de denunciar la situación y luchar por transformarla.
“Es un asunto viejo. Desde hace alrededor de seis años lo estamos planteando en las reuniones de rendición de cuenta del delegado a los electores y todavía no se acaba de resolver”, lamenta Emerenciano.
¿El problema?
Poca capacidad de evacuación de residuales del sistema de alcantarillado, roturas sistemáticas y tupiciones reiteradas que obstaculizan el libre tránsito de las aguas negras que se vierten justo en los alrededores del reservorio (cisterna) que contiene el líquido potable.
Según refiere Emerenciano, la instalación data de 1978, entonces era para un edificio, que pertenecía al centro recreativo Club Familiar. Solo se utilizaba en el hospedaje de trabajadores de Salud, Cultura y Deportes, y de parejas ocasionales, y hace más de siete años convirtieron sus apartamentos en viviendas y “aumentó la carga”, declara.
Asegura que así las cosas comenzaron a complicarse y se agudizaron con la construcción de otro edificio que fue conectado a las mismas vías de desagüe. “Alrededor de 250 personas, incluidos niños, ancianos y hasta postrados sufren esa afectación”, enfatiza.
Amenazas
“Hoy (el día de la visita) la ve estancada aquí, casi dentro del balcón y pegada a la cisterna, pero la mayoría de las veces corre y entra al caudal del río que va a la presa El Rincón, fuente de abastecimiento a parte de la ciudad”, advierte José Antonio Sardiña Arias, delegado del Poder Popular de la circunscripción 101, del consejo popular 6.
Pero el río también “es utilizado como área de baño de los residentes en la comunidad, y hasta de la ciudad viene mucha gente, fundamentalmente en verano”, observa Carlos González, homólogo de José en la circunscripción 131, El Jardín, en esa misma zona.
Confirma Emerenciano que el agua de la cisterna está contaminada. Los vecinos la utilizan en el lavado de la ropa, la limpieza de la casa y en el baño, “pero hasta en esos menesteres es muy peligroso. En ocasiones, esas aguas podridas retornan y salen por los tragantes de las bañaderas y las tasas”.
Soluciones a media
Dice Emerenciano que a veces vienen trabajadores de Acueducto y Alcantarillado y destupen, hacen algunos arreglos, pero a los pocos días vuelve la amargura.
“Las respuestas que nos ha dado Recursos Hidráulicos es que la solución definitiva depende de una inversión”, argumenta José y agrega que ya en el 2013 les informaron su aprobación y el inicio de la ejecución.
“Luego nos dijeron que en el 2014, y el 2015 está acabando el primer semestre y todavía nada”.
Sin embargo, relativamente cerca de los edificios está culminado el tanque séptico, el tendido eléctrico y tres transformadores, los cuales esperan por las aguas negras para darles el tratamiento establecido y eliminar su agresión al medio ambiente y la salud humana.
Epílogo
Esas inversiones incompletas inmovilizan recursos y generan gastos que no se revierten luego en el bienestar colectivo, a cuyo propósito el Estado cubano dedica millonarias partidas presupuestarias.
Está claro que el cambio trasciende los esfuerzos y las buenas intenciones de los líderes comunitarios y sus seguidores, pues requiere intervención y voluntad institucional para concluir las obras empezadas y evitar el perjudicial abrazo de esos fluidos.