Maceo, campesino y negro, formado en una sociedad racista que cerraba las puertas de la educación y la cultura a los más humildes, asombra por la capacidad de adquirir en poco tiempo conceptos tan definidos y precisos de patriotismo y ciudadanía. Por la independencia se alzó la familia toda, y cuando parecía que las banderas de la Revolución iban a ser arriadas, rechazó en la Protesta de Baraguá, la propuesta enemiga de paz sin libertad y mantuvo en alto la decisión de continuar la guerra.
El periplo que realizó el inquieto y aventurero estudiante de medicina Ernesto Guevara por el continente lo puso en contacto con sus miserias y lo llevó a la conclusión de que de nada servía el esfuerzo individual, la pureza de ideales y el afán de sacrificar a ellos toda una vida, si se hacía en solitario, luchando contra gobiernos adversos. Se convenció entonces de que para ser médico revolucionario, o ser revolucionario lo primero que era tener una revolución y se lanzó a hacerla en Cuba junto a Fidel.
Poco antes de concluida la Guerra de los Diez Años, ya Maceo había alcanzado los grados de Mayor General del Ejército Libertador. Ernesto, rebautizado por los cubanos como el Che, conquistó el más alto grado del Ejército Rebelde, el de comandante, y le cupo el honor de reeditar junto con Camilo Cienfuegos la hazaña militar de la Invasión de Oriente a Occidente, que en el siglo XIX realizaron Maceo y Máximo Gómez.
Durante la Crisis de Octubre, el Comandante argentino-cubano actuó, al igual que todos los patriotas de esta tierra, como un Maceo, y sintió también como suya aquella frase del Titán de «quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha».
Maceo quería cuando Cuba fuese independiente luchar por la libertad de Puerto Rico; Che eligió ser combatiente por la liberación de los oprimidos del mundo: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica”.
Para hacer perdurable su obra se impone bajar a los dos héroes de sus pedestales y verlos como compañeros que nos enseñen a ponernos a la altura de nuestro tiempo.