¿Es tan difícil comprender por qué una telenovela debe transmitirse con frecuencia diaria? ¿No basta asumir que fueron concebidas con ese fin? ¿Por qué la Televisión Cubana insiste en alternar producciones cubanas con brasileñas? ¿Cuál es, en definitiva, la razón de esa irregularidad?
Hace años se nos dijo que se quería garantizar que siempre hubiera en la parrilla una telenovela cubana. Los problemas de producción del dramatizado en nuestro país (un tema al que le hemos dedicado varias páginas en este periódico) imposibilitaban (imposibilitan) la continui- dad de las teleseries nacionales si estas salen al aire diariamente.
Pero está comprobado: ni siquiera transmitiéndolas en días alternos se puede garantizar esa presencia. Llevábamos ya meses sin telenovela cubana.
Cuando hace algún tiempo se decidió transmitir las telenovelas brasileñas todos los días por Cubavisión, aplaudimos la decisión desde estas páginas. Era lo más lógico.
Ahora la Televisión Cubana nos vuelve a hacer testigos de un retroceso. Se estrena Cuando el amor no alcanza y —suponemos que por cuestiones de ajustes en la programación— regresa el formato superado.
Las telenovelas brasileñas (eso con toda seguridad lo saben los programadores) están armadas sobre un esquema de continuidad que implica unidades de sentido. Fragmentar la línea crea baches que molestan innecesariamente al espectador, que alargan más allá de la cuenta la extensión de la propuesta.
A las telenovelas cubanas, por supuesto, también les vendría bien la frecuencia diaria. Si pudimos pasar un largo período sin el folletín del patio, podríamos esperar el tiempo necesario para que estuviera lista la nueva producción.
Tiene que quedar claro que el esquema actual no es el ideal. Y no puede justificarse con las consabidas dificultades de la industria de la telenovela en Cuba.