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Locura de arte en la urbanidad habanera

La 12ª Bienal de La Habana, concordia de ideas y experiencias asumidas  a través del arte por una cifra —aún  incalculable— de casi un millar de  creadores cubanos a través de las exposiciones  colaterales y por 119 artífices  de 44 países en la muestra oficial, a media marcha —concluye el venidero 22  de junio— constituye, de hecho, el encuentro más amplio, diverso y popular  en sus 30 años de existencia, amén de  una evidente organización en la que se  ha dedicado especial atención a todas  las expresiones, generaciones, estilos y  tendencias.

Cita extraordinaria y transgresora, integradora y promotora del  respeto entre los disímiles exponentes y entre estos y el público, continúa  apostando por los excluidos.  Para muchos, el mayor impacto de  esta convocatoria radica en la enorme cantidad de espacios intervenidos  en distintas galerías, instalaciones,  comunidades… característica que la  convierte en única de su tipo a escala internacional. En esto, sin duda,  tiene mucho que ver la “calidad de los artistas cubanos, su extraordinaria consagración y entrega, lo cual  evidencia la calidad del arte que se  produce en Cuba”, como expresó el  ministro cubano de Cultura Julián  González Toledo.

Entre las sorpresas de esta Bienal se encuentra la muestra de obras de los 22 Premios Nacionales de Artes Plásticas  en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate, bajo  la curaduría de Teresa Gómez Acosta  y Yeray Tolentino,  ocasión única y sin  precedentes de poder valorar estilos y propuestas artísticas —pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones, cerámicas, fotografías y serigrafías—  de  relevantes figuras de la plástica nacional desde la instauración de ese  lauro hace ya 21 años (1994).

La Bienal, locura de arte en la urbanidad habanera,  continúa su creciente intensidad para indiscutiblemente convertirse en uno de los  eventos más importantes de la cultura cubana.

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