Olvidémonos del marcador de 4-1 favorable a los visitantes. Raúl González Blanco en la cancha, Pelé en el palco y casi 10 mil personas en las gradas del Pedro Marrero… esa es la imagen que quedará en la memoria de quienes vivieron este martes 2 de junio el histórico partido de fútbol entre Cuba y el New York Cosmos, en La Habana.
A pesar de la fina lluvia que no dejó de caer durante todo el día, las gradas del estadio nacional Pedro Marrero volvieron a sentir el peso de miles de aficionados. Así, media hora antes de que comenzara el encuentro, todos los sitios que permitían guarecerse estaban copados.
La pizarra la inauguraron los neoyorquinos por intermedio de Lucky Mkosana a los ocho minutos, cuando recibió la asistencia de Raúl y definió perfecto ante la puerta cubana.
Las inconsistencias de la defensa anfitriona volverían a costar muy caras. Más tarde bastarían tres minutos para que cayeran los goles dos y tres de los visitantes, pues en el 32’ el astro español retornaría con otro pase para que Sebastián Guenzatti marcara el segundo y luego sería Hagop Chirishian en el 35’. A ello, y para completar un primer tiempo apabullante, se sumaría otra diana de Mkosana en el 41’.
En realidad, el Cosmos jugó lo justo, sin deslumbrar por un manejo impoluto del balón, pero —eso sí— aprovechando las libertades que ofreció la zaga cubana.
En la primera mitad los cubanos crearon algunas oportunidades al desbordar las bandas a fuerza de velocidad; sin embargo, ninguna de ellas se convirtió en peligro real, pues los disparos se fueron muy desviados y se ejecutaron directo a las manos del guardameta Jimmy Maurer.
Al regreso de los vestidores, la selección nacional mostró una cara muy distinta. Volcada al ataque generó varias oportunidades claras, aunque solo fue capaz de convertir una: un golazo cruzado del volante Andy Baquero en el 50’ que salvó la honra de los suyos. En realidad, la falta de definición volvió a pesar sobre los cubanos, algo que nos ha perseguido por mucho tiempo en nuestro fútbol.
En la segunda parte, el Cosmos no pudo ampliar la diferencia y cabe la pregunta de qué hubiese sucedido si las líneas defensivas de Cuba hubieran funcionado correctamente desde el inicio del encuentro. Pero esa pregunta ya nada cambia.
En la conferencia de prensa ofrecida por los directores técnicos después del choque, Raúl González Triana (Cuba) confirmó que el primer tiempo resultó decisivo y los puntos débiles estuvieron en la defensa desequilibrada y la poca contundencia para marcar en los momentos claves.
Mientras, Gio Savarese (Cosmos) felicitó a los cubanos por el partido y aseguró que “el marcador no refleja verdaderamente la paridad que vimos en el campo”.También explicó que había estructurado una plantilla “para dar un espectáculo y ganar, además de preparar a la selección cubana para la venidera Copa de Oro. A los cubanos les faltó un poco más de contundencia, porque tuvieron muchas posibilidades. Espero que mejoren para el partido mundialista contra Curazao”.
Raúl, el público y el fútbol
Raúl González Blanco es uno de los elegidos por el fútbol, una de esas personas que nacen para brillar sobre las canchas y arrancar aplausos en las tribunas.
En la tarde de este martes, y casi con 38 años vividos, Raúl jugó por primera vez —y quizás por última— en La Habana, frente a casi 10 mil aficionados que se reunieron bajo la lluvia para vivir desde las gradas aquellos pases brillantes que convirtieron a este hombre en leyenda.
Raúl se fue sin marcar. Cuando se internó en el área cubana el portro Sandy Sáchez le cerró el paso con autoridad. Es predecible que Sandy podrá contar a sus nietos sobre la tarde lluviosa cuando, frente a miles de almas, él, su abuelo, le ahogó el grito del gol al mismísimo Raúl González Blanco.
Aún sin goles, Raúl fue un verdadero espectáculo: dos asistencias para las primeras dianas del NY Cosmos, excelente juego en el centro del campo y gambetas transformadas en atronadores aplausos. Ese es el recuerdo que dejó el eterno Ángel del Madrid entre los aficionados cubanos.
Tras finalizar el partido, y con las gradas de pie, Raúl y los suyos dedicaron un aplauso a los asistentes, correspondido por estos con una larga ovación. Sin duda, se abre una puerta importante para nuestro fútbol, una que ojalá haga habitual estas cifras de asistencia a las casi siempre despobladas gradas del Pedro Marrero.