Le llaman el Mandela latinoamericano y es el preso político más antiguo del hemisferio. Este 29 de mayo cumplió 34 de los 70 años de prisión a que fue condenado en Estados Unidos, doce de los cuales los pasó en total aislamiento.
Su nombre es bien conocido por los que en todo el mundo abogan por su libertad: Oscar López, de nacionalidad puertorriqueña, cuyo “delito” ha sido luchar por la independencia de su tierra.
De su Borinquen natal se trasladó en la adolescencia con su familia a territorio estadounidense. Veterano de la guerra de Viet Nam, condecorado por su valor en combate, aprendió allí lo que significaba ser puertorriqueño entre los que menospreciaban a sus compatriotas y consideraban a su país una propiedad del imperio, aunque desde 1952 ostentara la condición de Estado Libre Asociado, que nada tenía de libre ni quería ser asociado, sino independiente.
Activo luchador por los derechos de sus hermanos, Oscar fue capturado en 1981 por el FBI, acusado de conspiración y de pertenecer a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), pero el encierro y los maltratos padecidos no han logrado doblegarlo.
Cuando el presidente Clinton decretó un indulto para la mayoría de los prisioneros políticos puertorriqueños que habían cumplido dos décadas en prisión, Oscar lo rechazó porque no beneficiaba a otros compañeros suyos que permanecían encarcelados.
Ya ellos no están entre las rejas sin embargo a Oscar la Junta de Libertad Condicional le ha negado la salida de prisión.
El mundo clama hoy por su liberación pero la injusticia perdura como una acusación viva a Estados Unidos de violación de derechos humanos.
A sus carceleros les molesta su dignidad y que a pesar de los tratos humillantes nunca se haya doblegado ante sus acusadores. Oscar se mantiene digno y firme y con el pensamiento siempre puesto en su pueblo. Desde su cruel encierro es capaz de soñar en el futuro: “Los problemas, dijo hace algunos años, no debieran intimidarnos o amedrentarnos. Al contrario, deben producir ideas en nuestras mentes y retarnos a hallarles solución. Encontrarles solución a los problemas nos da confianza y nos ayuda a trascender nuestra mentalidad colonizada. Esa trascendencia nos acerca más a nuestra meta de lograr una nación independiente y soberana y un mundo más justo y mejor”
Este reo indoblegable es símbolo de los puertorriqueños que han defendido su identidad frente a las pretensiones de Estados Unidos de despojarlos no solo de sus recursos sino hasta de su alma. Su causa es la de Puerto Rico, la de Latinoamérica, la de todas las fuerzas progresistas de la humanidad.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …