Detroit.- El inicio de la temporada internacional ha sido discreto para la selección masculina cubana de voleibol. Primero perdió dos partidos de Liga Mundial contra Canadá y luego, en esta ciudad, no pudo llegar más lejos que al tercer lugar en la Copa de Campeones de Norceca, clausurada el pasado sábado en la Arena Joe Luis.
Sumados ambos eventos los chicos de Rodolfo Sánchez cedieron tres veces ante los canadienses y en una ocasión frente a Estados Unidos, para balance total de 12 sets en contra y solo uno a favor.
Esos rivales pertenecen ahora mismo a la elite universal y enfrentarlos posibilita evaluar en qué estado se encuentra nuestra formación. La conclusión parece obvia: no estamos en el nivel mundial.
La victoria ante México, por 3-0 sets en el cierre del torneo regional, tuvo un buen impacto psicológico en los jugadores, pero no alcanza para mucho más que eso, dadas las carencias físicas, técnicas y tácticas de los aztecas.
Describir las dificultades que afronta el equipo nacional en este minuto parecería un cántico a las calamidades, pues a las bajas sufridas a fines del pasado año se sumó primero la imposibilidad de que el internacional Javier Jiménez acompañara al elenco en su gira por Norteamérica y Argentina, y más tarde la grave lesión sufrida por Lázaro Fundora en su rodilla derecha.
Luego, ya mirando hacia dentro de la cancha, deben reconocerse problemas en varios renglones de juego, que al concatenarse impiden que la maquinaria funcione armónicamente.
Un análisis estadístico de los desafíos disputados contra los planteles norteños confirma que el ataque no superó el 50 por ciento de efectividad (42,3), lo cual es un serio problema para un equipo que históricamente ha dependido de sus notables dividendos en esa acción.
El bloqueo logró dividendos aceptables en lo referido a puntos (2 por set), pero todavía dejó que desear en el índice de rebotes (3,7 ps.), elemento que favorece el trabajo de la defensa e incide grandemente en la articulación de los contraataques.
El servicio ha trabajado muy mal, y no porque se consiga menos de un tanto directo como promedio por parcial, sino porque los receptores rivales trabajan a placer. La cifra que a continuación les presentó es alarmante (77,6 %) y explica bien porque los elencos oponentes se han impuesto con tamaña facilidad.
Los errores no forzados siguen siendo demasiados (7,5 por set) para este nivel, lo cual es otra dificultad que lastra las opciones de éxito. Saques perdidos, faltas en la net, fueras de zona, invasiones al ataque y otros deslices han tirado por la borda más de un parcial en estos días.
Con adjetivos halagüeños debe hablarse del recibo propio (62,13 %), la defensa de campo (6,2 ps.) y el pase (10,7 ps.), sin que ello signifique tranquilidad absoluta. Los números expresan tendencias, pero no dan cuenta de los momentos de crisis afrontados en los partidos, que fueron varios y costosos.
Mientras estos indicadores no hallen acomodo en términos positivos, las derrotas seguirán cayendo como hilera de naipes. Y mejorarlos pasa por la dura realidad de que varios hombres sin experiencia ni maestría deportiva están asumiendo roles protagónicos, como los casos del auxiliar Inovel Romero, el central Liván Osoria y el pasador Ricardo Calvo, por solo mencionar tres ejemplos.
La medida de lo que necesitamos y es posible alcanzar quedó plasmado en el primer set del partido ante Estados Unidos, el pasado viernes. La sólida victoria (25-20) contra los actuales monarcas de la Liga Mundial estremeció a todos porque pareció que un equipo de ensueño había caído del cielo.
Pero el encanto duró poco y solo quedó la promesa de que puede volver a suceder. Ojalá sea pronto, preferiblemente el venidero fin de semana durante la serie de Liga ante Argentina, en Mendoza.
(Tomado de Cubahora)