| Javier Perera, estudiante de Periodismo
Al preguntar por Ihosvany Gallego en el Círculo Social José Antonio Echeverría de la capital, todos contestan orgullosos de la naturalidad y la sencillez de este hombre de 79 años. Allí es una especie de ídolo. En este centro, Gallego ocupa varias funciones y responde cada interrogante con la efectividad misma que lanzó en la XI Serie Nacional de béisbol (1971-1972), cuando promedió para un virginal 0,37 PCL, merced a 3 carreras limpias en 72.1 entradas. Su actuación de por vida con las selecciones de Industriales y Occidentales también tuvo visos de brillantez, pues alcanzó balance de 31 victorias y 25 derrotas, sumado a un pasmoso PCL de 1.94 en nueve contiendas.
Llegó a la pelota en una época que había muchos terrenos, como él dice. Su hermano mayor resultó ser una de las primeras personas que avivó su interés por este deporte, hasta que debutó en la segunda edición de nuestros clásicos domésticos. Relata que fue un estreno regular y la principal lección que se llevó fue la experiencia aportada por Ramón Carneado, su mejor director y explícito e igualitario con sus atletas.
El Niño, como le llamaban en su trayectoria deportiva, desprende modestia por arrobas, a pesar de ser un estelar sumido casi en el olvido.
Hábleme de la serie de 1972, en la que logra el magnífico PCL de 0, 37, récord hasta la fecha para una temporada. Asumo que ese sea su recuerdo más grato.
“Considero que mi mejor récord son los 12 innings y dos tercios que lancé un día en el Latinoamericano, con la presencia de Fidel Castro. Me quitaron luego de un hit de Humberto Silveiro y ese partido duró como 18 innings. Lo recuerdo bastante porque yo no era el abridor señalado, pues le tocaba al reglano Manuel Hurtado, tremendo lanzador, pero había llovido mucho y hubo que arreglar el terreno. A Hurtado le da un ataque de asma y entonces me toca pitchear a mí. Eso es lo más grande que he hecho en el béisbol. Después con la camiseta de los Occidentales apareció el 0,37 promedio de carreras limpias que, aparte de tener un poco de calidad, el factor suerte también ayudó”.
¿Qué influyó en el logro de esa marca?
“En esa época había muchos profesores que jugaron en el profesionalismo y al triunfar la Revolución permanecieron en Cuba y transmitieron sus enseñanzas, además que eran muy capaces. Fueron los casos de Martín Dihigo, Daniel Parra, Cheo Ramos, pero del que más aprendí fue de Heberto Mendoza, quien siempre me daba las indicaciones precisas. De Carneado igualmente me nutrí de muchas cosas. Me decía: “tú sabes por qué tus lanzamientos son difíciles, porque tus rectas se caen”. Él sabía en qué aspectos trabajar y le agradezco todo lo que sé cómo pitcher”.
–En su época de lanzador, ¿cuáles eran sus principales recursos?
“Siempre quería tener una inventiva, lo mismo aprendía a tirar una bola que se moviera para la derecha o para la izquierda, porque la pelota es redonda y en las circunferencias hechas con cuatro o dos costuras, los agarres determinan mucho. Tenía buen tenedor y knuckleball, que fue con lo que más daño hice. Me gustaba siempre hacer algo productivo, me ponía a entrenar solo, a correr, Veía a los demás y decía tengo que hacerlo igual o mejor”.
Cuando se le pregunta por su inclusión en los equipos Cuba, su semblante refleja desacuerdo, sin embargo, no pronuncia una palabra sobre las injusticias que con él se cometieron, como muestra de un respeto mayúsculo. “Al único torneo que asistí fue a una cuadrangular de los Juegos Bolivarianos y prácticamente fui a pasear. Allí jugaron equipos de baja calidad, del único pelotero que había que cuidarse era de uno llamado Roberto Cooper. Ahora nos encontramos peloteros con más calidad. Cuando los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967 acudí a la preselección, pero en definitiva no hice el equipo”.
¿Su retiro fue en el momento oportuno?
“Fui parte de una cantidad de atletas que retiraron de forma masiva. Me dieron un papel estrujado y lo único que recuerdo es una camisa con la cual me quedé y otras cosas que no quiero recordar y prefiero no decirlas”.
Entonces, después que se retira ¿qué labores ocupa?
“Primero fui instructor de béisbol, después asistí al Fajardo en aquellos años que estaban exigiendo estudiar. Les agradezco a los primeros profesores de ese centro que nos enseñaron cómo debía ser la continuidad del trabajo. Nosotros no estábamos preparados y ellos nos decían que éramos buenos maestros por la práctica que teníamos. Muy contentos con lo aprendido allí”.
¿Cuándo llega al Círculo Social José Antonio Echeverría?
“Llego en el año 1961 a cumplir con una tarea del estado y en aquel tiempo el director era un compañero militar que tenía valiosas cualidades. Esta instalación es como mi casa, sobre todo como revolucionario, porque es donde me encaminé y me hice profesor. Les agradezco a todos los trabajadores que he conocido aquí, pues he recibido el mejor tratamiento posible. Atiendo las áreas deportivas y de gratis trabajo con el INDER, ya que nunca he dejado de colaborar con él. Brindo mi esfuerzo en las categorías infantiles, desarrollando a los muchachos”.
¿Cuál considera que deben ser las principales virtudes de un entrenador de pitcheo?
“Para enseñar a lanzar hay que subirse encima del box, haber cogido sol y sereno y no explicar tanto por una teoría. Minuciosamente hay que preparar al atleta, observarlo, ver qué puedes sacar de ahí con tu ojo clínico. Además, hay que ver las manos del muchacho, ponerlo a tirar, que aprenda la caída, hacer menos ejercicios de fuerza. Eso puede provocar que los músculos se atrofien y también es necesario precisar varios factores anatómicos”.
¿Qué le parece la propuesta que se está manejando de escoger al Echeverría como el templo acogedor del refundado Salón de la Fama de béisbol?
“Sería algo muy bueno. Por aquí han pasado tantos peloteros profesionales que al triunfo de la Revolución se quedaron y trabajaron en esta instalación que se merecen eso. Considero que este es el mejor lugar, está pegado al mar, tiene las áreas adecuadas, los salones poseen calidad. Pero hay que invertir para que este lugar sea el idóneo”.
Su récord de PCL es laudable para que usted sea exaltado posteriormente al mencionado Salón de la Fama…
“No. Las actuaciones meritorias son cuando uno representa a su país. Yo no he ido a ningún lado. El Salón de la Fama es para aquellos que hayan tenido resultados destacados a todos los niveles”, concluye casi de manera repentina, producto de unas secas lágrimas que asaltan su rostro. Ihosvany prefiere llorar, antes de hablar. Son muchos los sentimientos encontrados.
Tremenda alegria me dio ver al profe Ihosvany Gallego …El conocimiento más grande y el amor más grande que pueda existir hacia el Baseball lo tiene este gran Señor…Agradezco a ver dado mis primeros pasos de Baseball de la enseñanza de este profesor…Una Enciclopedia de Baseball Viviente…Todo lo que sé de Baseball y de Pitcheo es gracias al Profe …Fui su alumno durante mucho tiempo a principios de los 2000’s aprendimos mucho pero mucho a su lado siendo unos niños jugando por Amor al Baseball de Verdad…Dios lo Bendiga Siempre⚜️
Fui alumno del profe desde los 8 o 9 años hasta que llegué a 1ra categoría , maestro , entrenador , educador , padre ,toda una enciclopedia del arte de lanzar , posiblemente la persona que mas conozca de beisbol en Cuba y no exagero , los mejores años de mi vida los dejé allí en el Echeverría , no pasé ni por EIDE ni por ESPA , no me hizo falta , el profe te enseñaba a conocer el beisbol , a respetar el beisbol , a amar el beisbol , ojalá y dure muchos años mas y pueda seguir transmitiendo sus conocimientos.
Fue mi entrenador y como mi segundo padre por los años 90 excelente profesor y un gran ser humano.
Todos los jovenes y los que se encuentran viviendo su segunda juventud deben de agradecer a este hombre, a su pasion, seriedad, capacidad y constancia en el baseball.Ihosvany ha ensenado a muchos hoy estelares de nuestro beisbol trasmitiendole sus consejos y pautas no solo en el picheo sino en la pelota en general a otros les ha ayudado a cumplir el sueno de su juventud de jugar pelota incluso en series nacionales. Incluso gracias a el muchos capitalinos de diferentes generaciones y afiliados a diferentes organismos pueden practicar beisbol los sabados, domingos y en general cualquier dia en la semana previa coordinacion. Cuando se hable de masividad en el deporte este senor es un ejemplo de condicionarla y dirigirla. Tambien este circulo social es un ejemplo de respeto a los valores culturales y sociales, mis felicitaciones a los directivos y demas trabajadores que en la realidad, en la practica cumplen con su trabajo como debe ser, a pesar de las carencias y limitaciones,.
Por casos como ese es que los atletas avandonan sus equipos en el extranjero ,es lamentable con el esfuerso que hace el pueblo para su desarrollo,