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Ausencia sentida

Mario  Castro Bombalier. Foto: Heriberto González Brito
Mario Castro Bombalier. Foto: Heriberto González Brito

 

Un día llegó a Trabajadores un oficial licenciado del Ministerio del Interior llamado Mario  Castro Bombalier,  a quien la  dirección confió la misión casi  imposible de garantizar, con  el  menguado y maltrecho parque  de vehículos del periódico, el movimiento incesante del colectivo  periodístico y otras tantas gestiones de la publicación, como el  apoyo solidario  a trabajadores  que por razones de enfermedad  o personales lo han necesitado.

Pero para Castro, quien había sabido conquistar los grados de Mayor y obtener numerosas condecoraciones como  las distinciones durante su servicio en el MININT por X, XV  y XX años, la tarea asignada  no podía dejar de ser cumplida  y  en su realización hizo derroche de su capacidad organizativa. No dudó en innumerables  ocasiones en dejar su puesto  detrás del buró desde donde  dirigía su pequeña tropa de  choferes, para colocarse al timón de su Hyundai blanco y   trasladar o recoger a un compañero a cualquier hora del  día, la noche o la madrugada.

Y es que si algo nos entregaba en cada  jornada aquel hombre esencial para el colectivo  era su ejemplo. Ello nos llevaba a todos a perdonarle sus frecuentes refunfuños, derivados  en parte de las carencias, en  parte de la falta de previsión  de nosotros mismos y también  de la angustiosa enfermedad respiratoria que padecía, causante el pasado 18  de mayo de  su pérdida irreparable.

Irreparable es el adjetivo justo, porque vendrán otros a ocupar su puesto, pero no llegarán con ese andar de pasos largos y algo balanceados  como del marino poco habituado a estar en tierra;  porque no lo escucharemos informar ante el núcleo del Partido  o una reunión de la dirección  o del sindicato sobre la gestión de su área, con ese aire  un tanto misterioso de agente  retirado; porque no lo veremos  ponerse colorado de risa, puesto que motivos para alegrarse  también los tuvo, a pesar de las  dificultades; porque no pelearemos más con él por un carro  o por una recogida que en las  peores circunstancias sabíamos que él resolvería.

Sobran palabras para recordarte. Sentimos tu ausencia, Mario Castro.

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