Lo obvio no se reitera, dirían algunos, más habría que repetir hasta el cansancio que la inserción competitiva de Cuba en el mercado internacional con el aumento de las exportaciones de valor agregado y la lógica sustitución de importaciones requiere el impulso nacional de las cadenas de valor; es decir, una etapa superior de desarrollo de las llamadas cadenas de suministro.
Esa etapa constituye una máxima que aún hoy, tras algunos años de aprobados los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución necesita encontrar mejor cobija en los distintos estratos de la vida económica nacional, so pena de continuar ocupando en el ranking internacional de ese rubro uno de los lugares más alejados de la vanguardia mundial.
En el reciente Simposio Internacional de Desarrollo del Comercio y los Servicios, que con todo éxito transcurrió la semana última en el Palacio de Convenciones, el tema de la logística y las cadenas de suministro como parte de la actualización del modelo económico cubano ocupó el mayor interés de los participantes.
En un escenario de fuertes restricciones de recursos y crecientes exigencias de consumidores y la exportación se requiere que la economía nacional, desde las fuentes primarias a los puntos de venta, coordinen sus actividades en función de la demanda final; es decir, del suministro eficiente, eficaz y oportuno al consumidor.
Tal coordinación, destacaron expertos participantes en el simposio, tendrá que abarcar integralmente costos, calidad, variedad, innovación, especificaciones técnicas y otros parámetros, a partir de la planificación colaborativa de todos los actores.
Por el imprescindible nivel de competitividad a que está obligada la economía nacional, y en función de la propiedad estatal sobre los principales medios de producción, se hacen insostenibles los criterios basados en el llamado secreto empresarial, y cobrará fuerza la complementación colaborativa de las estructuras administrativas.
No podrá lograrse aisladamente por las empresas una base productiva eficiente y competitiva, de ahí la adecuación de los modelos de gestión empresarial a las cadenas de suministro.
Su no adopción llevará a afectaciones en la disponibilidad de productos y servicios en el mercado, así como al deterioro de las proporciones funcionales de la empresa y a una pérdida, por tanto, de su competitividad.
Digamos por ejemplo que la Ley cubana de Inversión Extranjera establece entre sus principios básicos el enfoque de cadena de suministro, que se traduce en que esa inversión no actúe como competidor agresivo para el resto de las entidades, en muchos casos en desventaja tecnológica.
Como parte indisoluble de la cadena de su- ministro se sitúa la logística, encargada del flujo de materiales y productos desde su punto de origen al de destino, en forma eficiente y oportuna.