El acostumbrado y acompasado sonido de las máquinas de coser de cualquier taller cubano allí no se escucha. Con la moderna tecnología, casi silenciosa, las costureras están concentradas y absortas en los tejidos que procesan.
Así transcurre la jornada laboral en el taller de Confecciones y Bordados, perteneciente al grupo empresarial Viclar, de Villa Clara, un proyecto de desarrollo local de la ciudad de Santa Clara que produce uniformes para corporaciones y entidades de diferentes empresas del país como la industria alimenticia, construcciones etc., además sábanas, sobrecamas, camisas, pantalones, guayaberas…
Muchas de estas producciones están destinadas al mercado industrial por la alta demanda existente y, no satisfecha, también al servicio diferenciado a la población y pueden insertarse en las ventas para el turismo, sobre todo con la prenda nacional.
El nuevo taller
La idea de crear este taller se remonta al 2012, para ello fue necesario reconstruir una vieja nave ubicada en el reparto Santa Catalina de la capital provincial y acondicionarla para instalar en ella las máquinas de coser, además una bordadora y otra para alforzas. La inversión total superó los 96 mil pesos y ya ha sido pagada, según declaró Rogelio Martínez, director de Viclar.
Al frente de los 33 trabajadores que integran el colectivo se encuentra Roberto Morffi Cazorla, un hombre que tiene por cualidades la perseverancia, constancia y alto nivel de organización, además de conocer casi todos los secretos de la industria textil.
“Para lograr eficiencia se implantaron tres turnos en la máquina bordadora, también la introducción de la producción por proceso y hacer las labores con calidad porque con las nuevas formas de gestión tenemos una alta competencia con las costureras particulares”, apuntó Morffi.
Entre las 12 costureras sobresalen dos por su juventud: Mailín y Leidamis, quienes confesaron haber aprendido mucho, “cuando terminamos el noveno grado optamos por esta opción, es una labor donde tienes que ser curiosa y muy observadora, nos gusta”. Junto a ellas está Soraya, la costurera de casi dos décadas de experiencia que realiza los prototipos.
“Es muy interesante la introducción de esta tecnología. Con la máquina alforzadora y la bordadora se pueden crear diferentes diseños y confecciones, mantener surtidos variados y hacerlo para otros talleres porque las alforzas de las guayaberas se montan de manera independiente, igual que los monograma de los uniforme y otros bordados , eso es una ventaja”, aclaró.
A Raúl Márquez se le ve al tanto de todo el taller, con sus manos mantiene en óptimo estado las máquinas, “Es una alta tecnología que hay que dominar y también a las máquinas hay que darle su adecuado mantenimiento, atender cualquier desperfecto que pueda presentarse porque eso de que sean de tecnología avanzada no implica que podemos descuidarnos”, afirmó.
Este proyecto de desarrollo local despunta positivamente, ha aportado al presupuesto de la ciudad, en solo cuatro meses, más de 4 mil CUC, con limitación incluso de la materia prima, pues por no habérseles aprobado la importación de los suministros trabajan con recursos nacionales que no garantizan el nivel de surtido planificados.
La idea sobresale por el rescate de nuestras tradiciones textiles y de oficios como costurera, bordadora, modista, diseñadora, asimismo ha constituido una fuente de empleo fundamentalmente para las féminas, no obstante el insuficiente suministro de materias primas, pudiera da al traste con la estabilidad de las confecciones así como con el salario de las trabajadoras.