Sensibilizada por el tema que los azares de la vida le pusieron por delante, la profesora universitaria Yamirka Robert Brady realiza su tesis de doctorado sobre los procesos de exclusión social de los homosexuales masculinos en la ciudad de Santiago de Cuba.
Invitada por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) a participar como ponente en la jornada científica Por espacios laborales más inclusivos —que contó con el coauspicio de la CTC nacional— la socióloga, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, expuso en este contexto algunos resultados preliminares del estudio, con el cual se siente cada día más comprometida.
“La exclusión de las personas por su condición homosexual es un hecho social con siglos de tradición en diversos países, de la que Cuba no es ajena, y en particular la ciudad de Santiago de Cuba. Es un fenómeno multidimensional que se aprecia en diferentes ámbitos de la sociedad, de ahí que mi línea de investigación esté dirigida a estudiar el proceso en la familia, en la escuela y, sobre todo, en el contexto laboral”, explicó Yamirka.
En Cuba no existen normativas, a nivel de organismo o centro laboral, que en el plano legal excluyan a los homosexuales para acceder a un puesto de trabajo, superarse u ocupar puestos de dirección. No obstante, existen formas encubiertas y conductas homofóbicas que lo entorpecen.
Basada en tal realidad, y con propósitos investigativos, la profesora encuestó a 100 personas de uno y otro sexos, lo cual arrojó que en la actualidad todavía hay quienes consideran que los homosexuales no deben tener determinados estatus.
“Así, el 10 % de esa población no aprueba que sean profesores; el 16 % considera que no deben ser directores de escuelas; el 20 % desaprueba que sean sus jefes inmediatos y el 21 % está en contra de que sean dirigentes en los principales renglones de la economía”.
De igual manera, la autora afirma que la exclusión se concentra en el sector estatal, aunque con bajos índices de manifestación; en tanto solo al 12 % de los encuestados le han negado plazas o puestos laborales, al 8 % ocupar cargos de dirección estando profesionalmente preparados, y a otro 8 % no le han permitido formar parte de algunas actividades profesionales en las que se desempeñan normalmente los heterosexuales.
Aun cuando las cifras no son significativas, considera que el fenómeno amerita la realización de intervenciones sociales que, con un mayor apoyo de la academia, apueste por la inclusión social. “Un solo caso —subrayó— por mínimo que sea, debe ocupar un sitio en esta batalla”.
¿Habías participado en otras jornadas contra la homofobia?
En Santiago de Cuba lo hago todos los años junto a los activistas, pero en La Habana es la primera vez, incluso con la posibilidad de exponer mi propia investigación sobre el tema. Siempre pensé que venía más a aprender que a aportar, y así ha sido. Ahora conozco por dónde se están dirigiendo las investigaciones, cómo piensan y ven esta realidad las personas de otros países, cuáles estrategias se han buscado.
La finalidad es proponer alternativas que puedan contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las personas homosexuales. No obstante, prefiero no dar nada por sentado, pues estamos investigando y hay que pensar bien las respuestas antes de socializarlas.
¿Qué importancia concedes a que un evento como este se realice con el coauspicio de la CTC?
Me parece correcto, pues el vínculo entre las instituciones pueden encaminar los avances. También considero deben fortalecerse las relaciones con otros organismos, como Educación y Educación Superior, en función de un mismo objetivo.
Siempre hablo de los homosexuales no como los otros, sino como nosotros. Yo soy heterosexual y estoy implicada en este batallar, pues como cubana preconizo la justicia social. Todos somos Cuba, algo similar a como dice la canción.