En Cuba más de un millón de personas padece de asma bronquial, estadística que nos ubica como uno de los países con más alta prevalencia de esa enfermedad por factores ambientales y hereditarios, aunque posee una baja mortalidad por el perfeccionamiento de la asistencia médica, según Juan Carlos Rodríguez Vázquez, jefe del Programa Nacional de Asma del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
En ocasión de la jornada por la concientización con la enfermedad, la cual se realiza la primera semana de mayo, Cuba desarrolló un grupo de acciones auspiciadas por los grupos de alergia y otras especialidades afines con una campaña denominada Usted puede controlar su asma.
En el Policlínico Docente Julián Grimau, del municipio capitalino de Arroyo Naranjo, se celebró la ocasión con un taller sobre la enfermedad dirigido a pacientes y médicos de la atención primaria.
El doctor Julio Cabrera Márquez, alergista de dicha institución, recalcó la necesidad de continuar trabajando en la atención a pacientes asmáticos, destacando la necesidad de la educación y de usar el tratamiento preventivo.
Asmáticos y familiares participaron hasta este jueves en un taller educativo con un grupo multidisciplinario que atiende a estos pacientes en dicho centro, debido a la importancia de este nivel de asistencia en las primeras conductas médicas de quienes padecen ese mal.
Según datos de la Institución Global para el Asma de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, de los cuales solo la mitad se sabe enfermo o conoce su diagnóstico, siendo los niños los más afectados. Se estima que para el año 2025 habrá 400 millones de afectados con asma a nivel mundial.
El asma es denominada como una enfermedad pulmonar crónica, caracterizada por síntomas respiratorios recurrentes como falta de aire, silbidos en el pecho, sensación de opresión torácica y tos.
Según los especialistas, durante una crisis de asma las paredes de las vías respiratorias se hinchan, los músculos que las rodean se contraen y la mucosidad obstruye las pequeñas vías aéreas de los pulmones, dificultando la respiración.
A pesar de que el asma no tiene cura, puede ser tratado efectivamente. Las investigaciones muestran que bajo un tratamiento adecuado, prácticamente todos los pacientes con este padecimiento pueden lograr y mantener un buen control de la enfermedad, lo que les permite participar de actividades cotidianas, escolares y laborales.
Para prevenir el desarrollo del padecimiento en las edades más tempranas los médicos promueven, por ejemplo, la lactancia materna exclusiva al recién nacido en los primeros seis meses de vida, evitar incorporar elementos alérgicos en el primer año de vida, controlar el ambiente del recién nacido en relación con el humo de tabaco y los irritantes primarios, y evitar infecciones respiratorias virales mediante la vacunación anti-Haemophilus influenzae.
También entre los consejos más comunes figuran evitar los alérgenos que más afecten, como el polvo, los ácaros, hongos o el pelo de los animales, realizar ejercicios respiratorios habitualmente que le ayuden a controlar la respiración y la ansiedad cuando llegue una crisis y practicar deportes, pero con precaución.