La operación, iniciada a menos de un mes de la invasión nazi a tierra soviética, sorprende por su envergadura: entre julio y noviembre de 1941, fueron evacuadas mil 503 fábricas (226 a la zona del Volga, 667 a los Urales, 224 a la Siberia Occidental, 78 a la Siberia Oriental y 308 a Asia Central).La carga transportada sumó un equivalente a un millón 500 mil vagones de ferrocarril. Admirable resulta también el hecho de que estas industrias se ponían en funcionamiento a pocas semanas o meses de ser reubicadas. Ejemplo de ello fue, entre otros, la enorme planta de tanques de Jarkov que fue trasladada a los Urales y comenzó a aportar tanques T-34 a los 10 meses. También fueron evacuadas más de 10 millones de personas.
Algunas industrias fueron reconvertidas para ponerse al servicio de la defensa del país, como ocurrió con la gran Fábrica Gorki de automóviles, ubicada al este de Moscú, que se transformó en productora de motores para carros de combate.
Como era de esperarse, las industrias al llegar a sus nuevos emplazamientos estaban a cielo abierto o en locales no preparados para su funcionamiento, sin embargo, los obreros e ingenieros lograron resolver esos inconvenientes y ya para mediados de 1942 la maquinaria evacuada estaba rindiendo a plena capacidad. A finales de ese año 1942, las empresas industriales de la URSS habían superado el nivel de la producción bélica de preguerra y para 1944 cubrían por completo las demandas del Ejército. Ello sin contar el desarrollo de novedosos equipos militares que contribuyeron decisivamente al triunfo sobre los agresores.
Las jornadas eran extenuantes, la alimentación escasa, pero la decisión de dedicarlo todo para el frente, todo para la victoria, convertida en divisa del pueblo, aportó las energías necesarias para producir cada vez más y mejor.
Como expresó hace algunos años el Comandante en Jefe Fidel Castro, “ ¡La proeza de la economía soviética y de la población civil soviética estuvo a la altura del heroísmo de sus soldados!”