“Eran como las 5:00 de la tarde. Y de pronto, inesperadamente, el cielo se vino abajo”, con esa metáfora Teresa describe sus angustias del miércoles en la tarde, cuando una tormenta local severa (TLS) abatió la ciudad de Las Tunas, y los vientos pusieron sobre la placa de su casa el emblemático árbol de salvadera.
A pesar del sofocante calor y de algunas nubes que retozaban en el infinito, nada indicaba el temerario golpe de viento, granizos e intensa lluvia que dejó perplejas a muchas personas.
Nadie imaginaba el desenlace; “los tuneros necesitamos que llueva, pero no así”, dice Pedro, el administrador del organopónico semiprotegido Victoria de Playa Girón, cuyos techo y estructuras deambularon por calles aledañas.
Los servicios más afectados fueron los de electricidad, comunicaciones telefónicas, transporte público y distribución de agua potable, de los cuales la mayoría recobró vitalidad a las pocas horas del desastre.
El fenómeno meteorológico causó inundaciones en viales y afectó unas 40 casas, algunas con derrumbe total, aunque la magnitud de los daños todavía se cuantifica.
Tan pronto como cesó la amenaza, con fuerza superior a la tormenta las autoridades, los trabajadores de telecomunicaciones, servicios comunales y electricidad; y, los vecinos salieron a poner en orden las secuelas del azote: limpieza de calles y tragantes; reacomodo de postes y tendidos…
De acuerdo con reportes del Centro Meteorológico hubo rachas de viento superiores a los 79 kilómetros por horas y otras sostenidas de 37 acompañadas de granizos y descargas eléctricas. El acumulado de precipitaciones fue de unos 43 milímetros cúbicos.
El municipio de Majibacoa, también de esta provincia oriental, sufrió los estragos de una tormenta similar, con precipitaciones superiores a los 80 milímetros cúbicos de agua y caída de granizos, sin daños significativos. En ningún caso hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas.
Especialistas señalan que las TLS se originan muy rápido y generalmente en horas de la tarde y, con suma brevedad pueden ocasionar considerables daños materiales y cobrar vidas humanas.
Aunque las TLS ocurren durante todo el año, es en el verano cuando se reporta su mayor incidencia en el territorio nacional, fundamentalmente en los meses comprendidos de mayo a septiembre.
Las estadísticas demuestran que de febrero a mayo, es la etapa en que se han presentado con mayor poder destructivo, generalmente asociadas a las líneas de tormentas eléctricas que preceden algunos frentes fríos.
Por su naturaleza, el pronóstico constituye todavía un enigma, pero es importante conocer esas particularidades y estar alertas en estos meses para mitigar, en lo posible, sus nefastas secuelas.