De “tenaz esfuerzo iniciado y sostenido (…) en las duras condiciones de la lucha guerrillera en las montañas de la Sierra Maestra”1 calificó Fidel la ingente labor emprendida por Celia Sánchez Manduley en pos de recopilar y preservar toda la documentación generada durante la guerra de liberación nacional.
Y es que, fervorosa amante de la historia patria y convencida de la importancia de su conocimiento en la formación política e ideológica de los pueblos, en tan difíciles condiciones Celia se impuso a sí misma esa misión, a la cual dedicó gran parte de su escaso tiempo libre.
Una trilogía de cartas de su autoría, conservadas en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado (OAHCE), dan fe de la importancia que concedía a cuanto documento pudiera esclarecer lo acontecido con vistas a evitar tergiversaciones e interpretaciones que falsearan la realidad.
En la primera de ellas, dirigida a Fidel el 13 de mayo de 1958, le manifestó:
“Hay muchos papeles sin importancia hoy pero que para un futuro y para la historia serán de gran valor. Mi interés en esto ha sido que cuando se escriba esta historia sea lo que realmente es y no dejen estos papeles escribir historietas, nada prueba más que los documentos, por lo que todo importa después. En Manzanillo también tengo muchos papeles que son de la Sierra. Me hubiera gustado haberme dedicado solo a esto y llevarlo tan ordenado como se debe y más facilidad para cuando necesitaras un papel estuviera a tiempo”.
Preocupada porque nada se perdiera, sacaba copia a cuanto informe, mensaje o nota escribía el máximo jefe del Ejército Rebelde, labor que puede apreciarse en el fondo destinado a él en la referida oficina, donde muchos de sus escritos aparecen con la inconfundible letra de Celia.
Cuando no pudo hacerlo, buscó el modo de garantizar la preservación del documento; así lo demuestra la nota enviada al comandante Juan Almeida Bosque, el 8 de octubre de 1958, donde le advirtió:
“Fidel te escribe largo, una carta interesante ahora y después de la que me hubiera gustado tener copia pero con el escaso tiempo se me hace imposible. No quiero que salga la carta sin que sepas que no guardo copia pero que confío que tú no te cansaste de guardar papeles y cuides la carta”.
La alegría de la victoria no provocó cambio alguno en su preocupación por salvar cuanto pudiera documentar la epopeya recién finalizada. Pasados los momentos iniciales, se dirigió a los jefes de las tropas rebeldes, en particular, y a los combatientes, en general, para dar continuidad a su empeño. En carta al comandante Camilo Cienfuegos, el 16 de marzo de 1959, le comentó:
“He comenzado a poner todo el archivo de la guerra en plástico, los originales.
“Después pasar ese archivo a rollos de film, que será el archivo de uso y el auténtico para nuestro museo. Ya que me voy a ocupar de esto quiero hacerlo completo, o sea, comenzando de antes del Moncada. Aparte quiero todo lo que sea de Fidel, todos sus discursos, todos sus escritos, sus cartas, hasta el último papelito.
“En esto pueden ustedes ayudar entregando todo, esto va a ser de todos. Si estás conforme y como ustedes no tienen tiempo puedes delegar en todo lo tuyo, en mí. ¿Conforme? Me interesan todos tus escritos, tus cartas, son interesantes porque escribes muy bonito y porque todo es interesante”.
Al final le recomendaba: “No me pongas nada en orden”.
La OAHCE: sueño convertido en realidad
Debido a sus obligaciones como secretaria de la Presidencia, solo en 1963 pudo Celia volver sobre su viejo sueño, y rodeada de un pequeño equipo emprendió una labor de localización, organización y preservación de la documentación que acopiaba y conservaba en su apartamento.
Así surgió, el 4 de mayo de 1964, la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, catalogada por Fidel como “un monumento vivo a la obra fecunda y la imperecedera memoria de Celia”, y en total sintonía con aquel irrenunciable empeño de la heroína de la sierra y el llano, señaló:
“Para nosotros, la historia, más que una minuciosa y pormenorizada crónica de la vida de un pueblo, es base y sostén para la elevación de sus valores morales y culturales, para el desarrollo de su ideología y su conciencia; es instrumento y vehículo de la Revolución”2.
Notas:
1 Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a los trabajadores de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, fechada el 4 de mayo de 1984, con motivo del aniversario 20 de la fundación de esa institución.
2 ídem.