Por José Luis Martínez Alejo, Yasel Toledo Garnache y Ana Margarita González
Ni expertos ni consagrados puntistas logran equilibrar el “cachumbambé” en el que está montada la producción azucarera en las distintas provincias de Cuba. No deleitan las diferencias en los ritmos de fabricación, porque todas tienen similares oportunidades en la adquisición de los recursos para las reparaciones, la preparación y la realización de la zafra; ello desequilibra la balanza de la economía nacional, que está empeñada en poner en hora su modelo.
El anhelado crecimiento anual depende del talento, la capacidad, disciplina, organización y abnegación de los dirigentes y trabajadores del sector. En algunos territorios se pierden coyunturas que favorecen el proceso productivo, como fue por ejemplo, el clima frío y seco que benefició el rendimiento y la maduración de la caña, la cosecha y las operaciones fabriles.
Dulce y agrio
En unos lugares sí, pero en otros no se aprovecha la calidad de los jugos para extraerles todo su potencial azucarero. Ciego de Ávila y Granma, cuarta y octava por los volúmenes de azúcar que aportan, están en los extremos del mencionado apartado. La primera, moliendo al 76 %, ya cumplió su plan de la contienda; la segunda aprovecha la norma potencial al 60 %, por lo que tiene su plan solo al 85 %, según informó la sala de análisis de AzCuba.
El ingeniero Norelvis Gallo Saroza, director de la empresa azucarera avileña, opinó que, junto a la táctica de moler alto y estable, está la contribución del rendimiento industrial que allí sobrepasa el 11 %, un entero más de lo previsto. Sin embargo, los granmenses alcanzan 9,88 % en este indicador.
“La sequía afectó los estimados agrícolas; la mejor manera de enfrentar la situación ha sido buscar los lugares donde la manifestación vegetativa de la caña ilustra que el cultivo pierde hojas. Hacia allí encaminamos la cosecha para evitar la pérdida de peso y el contenido de jugo de los tallos”, comentó Norelvis.
“Otra cuestión muy importante es que el tiempo perdido industrial está por debajo del 10 por ciento. El fogueo de la campaña nos indica que quedan reservas y que la mejor oportunidad es elevar la productividad en todo lo que hacemos, con vistas a seguir fabricando azúcar crudo para la exportación y refino de alta calidad”, subrayó.
En cambio, sus homólogos del oriente cubano reportan un 22,9 % de tiempo perdido, cuando tenían 14 % pronosticado. En ello incidió el accidente que paralizó uno de sus ingenios durante casi un mes. Ahora, como estrategia para reducir ese indicador, parte de la materia prima contratada para aquella industria se envía a la planta moledora del Enidio Díaz, de Campechuela, el cual cumplió el plan por novena ocasión consecutiva, y sigue aportando con eficiencia.
Otro de los graves problemas que aún enfrenta la zafra en Granma, que arrancó atrasada y ha tenido constantes tropiezos en la cosecha, la transportación de la caña y el proceso industrial, son los reiterados desajustes fabriles y en la entrega de materia prima del central Grito de Yara, el mayor de los cinco que están activos en ese territorio.
Especialistas aseguran que esta fábrica ha sido la más ineficiente de los últimos tiempos; en la actualidad tiene deudas con el recobrado y el autoabastecimiento eléctrico, informó Liovys Mesa Ramírez, director de la empresa azucarera provincial. Y si Granma no logra el milagro de revertir los resultados que alcanzan hasta el momento, podrían seguir en la retaguardia de la zafra.
El central Bartolomé Masó terminó su período de molienda sin lograr la cifra planificada, por lo que la materia prima que queda en sus campos se traspasa al Enidio Díaz.
En contraste, los centrales Ciro Redondo, Primero de Enero y Enrique Varona que ya vencieron sus compromisos, junto al Ecuador que deberá hacerlo en los próximos días, contribuyeron a que Ciego de Ávila se convirtiera en la segunda provincia en cumplir el plan de fabricación del dulce de esta campaña y continúe aportando para disminuir el atraso del programa nacional.
Tampoco hay magia en la economía, pero sí eficiencia en la gestión de esos colectivos, los cuales consiguen los mejores dividendos de los últimos 14 años. De acuerdo con Gallo Saroza sobresalen en el último lustro las utilidades promedio por zafra de entre 15 y 20 millones de pesos, y la producción mercantil que en la campaña anterior rebasó los 340 millones de pesos.
Por su parte, los granmenses contabilizan 5 millones de pesos de ganancias, aunque al cierre de este reportaje incumplían el programa de entrega de caña a las plantas moledoras.
Por purgar…
El completamiento de los medios para la transportación de caña no es otra de las actividades desajustadas solo en la montañosa provincia oriental, también faltaron camiones en la llanura avileña, aunque aquí siguieron estrategias para contrarrestarlas: “Nunca hemos perdido de vista el comportamiento del peso promedio de cada carro, equivalente a 20 toneladas, y una frecuencia no menor de cuatro viajes diarios”, manifestó Norelvis Gallo.
La nota más discordante en ambos territorios resultó el cierre de las operaciones del ingenio Bartolomé Masó, por el bajo rendimiento industrial, el mal estado de las plantaciones, los incendios en cañaverales y las molidas de caña atrasadas, aseveró Alexis Rosales Silva, director de operaciones de zafra en Granma.
Este es uno de los centros que complica el desempeño de la cosecha en su provincia, donde aún el 34 % de los cortes de caña se hacen de forma manual. En Ciego de Ávila el 100 % es mecanizado.
“Resulta engorroso completar las brigadas de macheteros en áreas del Masó y en otras entidades cercanas a las zonas arroceras, donde las ventajas laborales son superiores”, agregó Rosales Silva.
Según las informaciones suministradas por la propia sala de análisis del grupo empresarial AzCuba, hoy Granma presenta una de las situaciones más críticas de esta zafra. En cambio, los avileños alcanzan la posición cimera de forma integral y tres de sus cuatro ingenios se ubican entre los 10 mejores del país.
“En la producción cañera ocupamos el tercer puesto. De las 64 unidades del territorio solo tres cierran sus balances con pérdidas, y consideramos que también poseen los recursos necesarios para resolver esa situación”, concluyó Gallo Saroza.
A pesar de ello, no hay triunfalismo ni conformismo entre sus trabajadores y directivos; saben que aún quedan potencialidades por explotar, como en todos los territorios.
Y cuando la caña se pone a tres trozos por la intensa sequía, los incendios fortuitos, la fatiga de la maquinaria, el cansancio de hombres y mujeres en más de 130 días de continuo batallar, los avileños se apuran para aportarle otras miles de toneladas al plan nacional, y los granmenses por no colgar en sus “vitrinas” el cuarto incumplimiento consecutivo.
Las noches azucareras, las competencias, los matutinos y el aumento de los ingresos salariales levantan la motivación. Falta reforzar la comunicación día a día, esa que en permanente contacto con el obrero, permite desamargar algunas impurezas que le quedan a la zafra y al azúcar.