Una mañana de domingo cualquiera en el parque de H y 21 uno encuentra las cosas que espera encontrar en un parque. Bancos, árboles, hojas secas, restos de cigarros, envoltorios de condones, trabajos de brujería, latas de refresco vacías, personas haciendo ejercicios de meditación en la glorieta.
El 26 de abril de 2015, en cambio, un grupo gente dio un pequeño tirón a la rutina y decidió añadir al caótico y cotidiano inventario una buena tanda de libros. Libros valiosos, libros anodinos, libros vírgenes y libros jubilados; libros en la yerba, en los bancos y en las ramas de los árboles. Como si un absurdo maná hubiera desparramado en unas coordenadas precisas un cajón extraviado de una librería. Así lucía el parque de H y 21 después que los participantes en la Suelta Masiva tomaron posesión.
Como buenos asesinos de las normas, este año volvieron a la escena del crimen para darle continuidad al evento convocado en abril de 2014; y aunque resultaron unos pocos asistentes –muchos menos de los ciento y tantos que dieron click en el asistiré del evento convocado en las redes sociales–, volvió a ser toda una experiencia. Solo con ver las caras sorprendidas de los que se toparon con un ejemplar interesante, los rostros felices de los niños que corretearon por todos lados dando caza a un inusual tesoro escondido, las miradas cómplices de los que están empeñados en empujar la barrera del orden natural de las cosas un poquito más allá, bastaba sentir el especial ambiente de comunidad que se respiraba en el aire para que cualquier esfuerzo valiera la pena.
Una de las deudas pendientes de la Suelta Masiva es la promoción. Valdría la pena mejorar los mecanismos de convocatoria en futuros empeños, no dudo que haya gran cantidad de personas interesadas en compartir sus libros con otros lectores interesados como ellos.
Con sus aciertos y sus carencias quedó atrás otra Suelta de Libros en La Habana. Pongamos ahora la mira hacia ese día cualquiera en el que cruzaremos un sendero del parque de H y 21 –o cualquier otro sitio de la ciudad, que el gesto no responde a un espacio determinado- y nos toparemos con un libro esencial, un libro que estábamos buscando y algún desconocido (o tal vez no tanto) dejó ahí para nosotros porque sí, porque la belleza y la poesía algún día tendrán que vencer al capital.
