Un viejo lobo de mar, como el nombre de la novela, pero Luis es una persona distinta al personaje de Jack London. Se apellida Martínez, no Larsen y frisa ya los 64 años. Aquel, el del libro, un ser salvaje y rencoroso, este, el de la realidad, un reconocido patrón de la embarcación Cayo Largo 52, perteneciente a la flota de la Empresa Pesquera Industrial La Coloma (EPICOL), de Pinar del Río.
No oculta su orgullo de pescador, las manos callosas, la piel hollada por el sol. Casi 50 años viviendo del océano y su trabajo, de entrega por un compromiso. “Cuando trabajo no pienso en el dinero”, dice y sonríe. Está exultante porque acaba de anclar en el puerto, como premio al prestigio suyo y de la tripulación, el primer barco bonitero de plástico del país. Quizás, también, porque hace unos días celebró, junto a todos en el mayor centro de la rama en el país, el día del trabajador de la pesca.
Las razones para festejar
EPICOL es el corazón de esta actividad en Cuba pues más del 40 por ciento de la langosta y del 80 por ciento del bonito capturados en la isla, provienen de allí. Gracias a sus 1800 trabajadores, distribuidos en las diversas actividades que garantizan la cadena, las cifras de ingreso anuales rondan los 30 millones en divisa.
Las instalaciones centrales se ubican en el pueblo de La Coloma pero posee unidades distribuidas en parte de la región occidental. Los reyes de los mares cubanos acumulan éxitos y buenas noticias.
“Obtuvimos resultados satisfactorios en la inspección realizada a finales del pasado año por la Unión Europea y fuimos declarados aptos para seguir exportando hacia allí. Para eso se hizo un esfuerzo enorme, con mantenimiento de hasta 16 horas diarias en ocasiones, gracias a nuestra propia fuerza especializada y preparada”, explica Jesús Rondón Domínguez, director adjunto de la entidad.
Aunque 2015 no inició con buena cara, por los obstáculos del clima, las mejorías ya se han hecho sentir y se encontró el buen camino.
El renglón fundamental, la langosta, se halla detenido por la veda para preservar la especie, durante el periodo reproductivo de la misma entre el 15 de febrero al 30 de junio. Como resultado de esta medida, incluso, se han incrementado las capturas y la calidad, apunta el directivo.
Sin embargo, la actividad no para. La planta procesadora de pescado y conformados, objeto de una remodelación, ha alcanzado también altos niveles productivos y diversifica sus ofertas. Allí se hacen croquetas, hamburguesa, salpicón y albóndiga, entre otros. Como explican en EPICOL, antes el pescado entraba por el muelle e iba a otra parte, pero ahora se le procesa de distintas maneras como escamado y entero.
La tripulación récord
La captura del bonito suele ser dura y no todos la resisten. Las jornadas comienzan temprano, sobre las seis de la mañana, cuando la voz del patrón manda el de pie y termina con las sombras profundas de la madrugada, sobre las tres.
Los 10 tripulantes del Cayo Largo 52 pasan la mayor parte de sus días en el mar. “Como 24 ó 25, más o menos”, precisan quienes tras instantes en tierra añoran volver a navegar, con el juguete nuevo. Pronto saldrán nuevamente al sacrificio, el mosquito, a buscar la carnada, y trabajar en la oscuridad, en aguas profundas y con los tiburones cerca en ocasiones.
En 2014, establecieron un récord impresionante para una embarcación con su propósito: 180 toneladas obtenidas en un año, cuando apenas otros llegaron a las 30 o 40. Incluso, en un mes, las cifras se situaron en 44 toneladas cuando su plan anual es de 55.
“Es muy difícil, todo tiene que salir perfecto: que no se rompa el motor y no falten la gasolina, el hielo o los víveres. Fue un año extraordinario”, afirma Luis.
El futuro en EPICOL
En La Coloma se mira al futuro. En espera del levantamiento de la veda se realiza un mantenimiento naval e industrial a gran escala. Asimismo, en los centros de acopio ya construyen viveros para almacenar la langosta y se pintan y reparan los muelles. También, se hacen jaulones de tubo para sustituir los de madera, como una forma de disminuir los gastos constantes.
En medio de estas labores, los innovadores y racionalizadores son imprescindibles para garantizar el éxito. Durante 2014 se presentaron unos 89 trabajos con un efecto económico de 662 mil 343 pesos y una remuneración de 87 410 pesos.
“Ellos son fundamentales para conservar las embarcaciones deterioradas por la insuficiencia de piezas y el tiempo de uso, así como el caso de la maquinaria para embolsar la langosta, con alrededor de 20 años de uso y la planta de hielo con 40 años funcionando”, explica Mercedes Cruz, de la dirección de supervisión y control, quien atiende la ANIR en el buró de la entidad.
Entre las proyecciones, según cuenta Rondón Domínguez, está la construcción de una planta para aprovechar el desperdicio de pescado y hacer comida de consumo animal; además de otra para obtener harina de pescado y así sustituir importaciones. Otro sueño, no tan lejano, precisa, sería el aprovechamiento del carapacho de la langosta.
Viejo lobo de mar
Luis Alfredo Martínez Díaz y Víctor Martínez Rodríguez son integrantes de la tripulación del Cayo Largo 52, pero esperan también, con ansiedad, el momento de mudarse para el Bonitero 01, el cual flamante fondea sus 18 metros de eslora en las aguas tranquilas de La Coloma. Por dentro, se aprecia las inigualables condiciones de la estructura de plástico equipada con modernos instrumentos de navegación, mejores condiciones para los tripulantes y el almacenamiento de la pesca, mejor motor y mayor velocidad.
Con este barco, ambos coinciden, desaparece el inconveniente de las vías de agua y las dificultades anteriores para reparaciones. Antes, en el mantenimiento de la estructura de madera llevaba hasta 40 días y ahora, con apenas cinco, se completa la faena, lo cual garantiza menos interrupciones en el trabajo.
Ellos forman parte de una familia que se ayuda mutuamente y cuenta con un viejo lobo de mar al timón. Por eso, aunque no se diga, en el interior no sienten metas como imposibles en este oficio de resistir las adversidades de la naturaleza y al cual el tiempo amenaza de muerte, aunque gente como Luis inspire la confianza en el provenir.
“Nos vamos poniendo viejos. Los patrones del bonito ya estamos por los sesenta y pico, y si no hay relevo, ¿qué va a pasar? Uno es el cerebro. Mientras la gente limpia el pescado tú los guías de noche. El patrón debe ser matemático. Yo sé cuánto gasta el motor mío por hora y diario, las horas de trabajo, cuándo tocan las reparaciones. Mientras otros juegan baraja, uno debe pensar sobre en dónde buscar la carnada, sobre la marea. Son 10 padres de familia y sí sales y no traes nada no cobras, así mira que presión tengo arriba. Desde pequeño estoy en el mar, lo llevo en la sangre porque tienes que nacer pescador, si me muero y vuelvo a nacer volvería a serlo”.