El río Ariguanabo fenece irremediablemente entre la desidia y el abandono. Su grito de auxilio estremece a cualquiera que ame la naturaleza y se acerque a sus contaminadas aguas, adonde va a parar cualquier resto de los desperdicios generados en la ciudad.
Su lamento es triste. El deterioro de lo que antaño fuera orgullo de los habitantes de San Antonio de los Baños, en Artemisa, ha crecido poco a poco, mutilando la belleza de sus márgenes.
En la orilla, entre las aguas turbias, montones de caracoles agonizan; restos de guata, latas de cervezas y refrescos ahogan lo que pudiera estar vivo. Las manos inescrupulosas de muchas personas son autoras de este progresivo y sistemático abandono.
Cuando entré en el pueblo me llamó la atención cómo ha crecido el número de casas, algunas grandes, casi todas pintadas, lo cual es reflejo, pensé, de la prosperidad del territorio. También las más antiguas se han recuperado y eso da vida a la localidad.
Sin embargo, el olvido en el cual se sumerge el río, atenta contra la identidad de los ariguanabenses. Pensé que los habitantes de este mítico lugar podrán erigir nuevas construcciones, quizás fábricas y hoteles, pero nunca podrán hacer otro río.
Proteger este, cuidarlo con amor y esmero es deber de todos los ciudadanos del territorio. Pero en principio, son las autoridades del lugar, las empresas que vierten sus desechos y contaminan el río, las primeras que tienen que pronunciarse con acciones concretas para prevenir esos daños.
Hace algún tiempo, luego de leer el trabajo El río Ariguanabo pide auxilio, de la periodista artemiseña Yudaisis Moreno, pensé que ese sincero reclamo tendría ya algún resultado; sin embargo, la vista que se ofrece desde la Quintica, antiguo restaurante, que tiempo atrás gozó de merecida fama, deja mucho que desear.
Pudiera ser un paraje ideal para muchos proyectos ambientales, turísticos, y de todo tipo, pero si no se apuran en implementar urgentes y visibles medidas, difícilmente podrán recuperar lo ya estropeado.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.
Soy Artemiseño, antiguamente Habana campo, ariguanabense de nacimiento, tengo 39 años, vivo actualmente en Boyeros, cercano a otro río perdido de tanta contaminación: Río Verde, o lo que un día fue Río Cristal. Hace apenas unos días recorrí las márgenes del río Ariguanabo, buscando lo que tengo fresco en mi recuerdo y no lo encontré. Lo que ví fue una gran fosa, a la cual no le cabía un animal muerto más, la vegetación que oxigenaba esas aguas ahora está asfixiada, marchita. Por supuesto, le tiré todas las fotos que pude como evidencia del abandono. Pienso que las autoridades son las primeras culpables, las malas decisiones, las políticas aplicadas allí, luego el poco sentido de pertenencia de los nuevos moradores, la mayoría inmigrantes con muy poco sentido de pertenencia, que se asentaron a las márgenes del río con total indolencia y allí crian animales, hacen fosas improvisadas que vierten directo al río y que canibalearon todo lo que era la Quintica, el Paso del Soldado, la textilera, todo lo que le dió nombre a mi pueblo San Antonio de los Baños. Llamado así desde la colonización española precisamente por realizar esa actividad en ese refrescante río. Hasta elementos prefabricados de esa época fueron robados para levantar algún «llega y pon» ilegal.
Desgraciadamente el ser humano como especie, en su egoísmo desmedido, no repara en esos temas y sigue tomando al río como basurero, como desquitándose del atraso en la recogida de basura y olvida que de esa agua beberá.
Una inmensa mayoría de mi generación emigró de la aldea como cariñosamente le llamamos, pero adoramos cada rincón de esa villa con todo el corazón. Fue nuestra infancia y que remos que las cosas vuelvan a ser lo que eran, o mejor, si es que eso puede ser posible.