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VII Cumbre de Las Américas: En la reflexión de un Héroe

Gerardo Guerra. Foto: Del autor
Gerardo Guerra. Foto: Del autor

“La VII Cumbre de las Américas tiene un importancia estratégica para nuestra región, porque por primera vez se ha escuchado con tanta fuerza y claridad los anhelos de los pueblos que la integran”, sostiene Gerardo Guerra Naranjo, Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

“En Panamá los gobiernos progresistas y representantes de sus sociedades civiles han levantado las banderas del derecho a la soberanía que el imperialismo trata de arrebatar”, sostiene.

Abunda que la pretendida hegemonía del capitalismo ha recibido un mensaje contundente: “Nuestra América ya no es la misma de hace unos años atrás, y no volverá a ser el traspatio seguro del imperio.”

Argumenta que son aleccionadoras las pruebas de unidad de las naciones del Caribe y la América al Sur del Río Bravo en la defensa de sus principios con el apoyo irrestricto a la lucha del pueblo de Venezuela contra la injerencia del presidente Obama; de los argentinos por la reivindicación de Las Malvinas y a  todas las causas justas de estas naciones que por tanto tiempo no han tenido voz.

Y, es atinado  aclarar que las reflexiones de Guerrita, como cariñosamente le nombran familiares, amigos y conocidos, no tienen el sustento de la academia; pero, están fundamentada en su  experiencia personal de más de 20 años viviendo en una sociedad capitalista.

Nació el 13 de marzo de 1938, en Gramal, una colonia del actual municipio de Manatí, en la provincia de Las Tunas. Eran tiempos de colonos, hacendados, burgueses… que despreciaban a los nacidos en cuna pobre.

Hijo de carretero y ama de casa, “a los ocho años ya andaba cogiendo narigones y enyugando bueyes para ayudar al ´viejo´. Así fue mi infancia y la de todos mis vecinos. Sorteando mil dificultades mis padres lograron que estudiara en una escuelita pública”, rememora.

Terminó la Enseñanza Primaria  con el primer expediente y el maestro le consiguió una beca para hacerse técnico en materia de agronomía, pero “ mi papá tuvo que vender la única vaquita que tenía para poder cursar esos estudios”, recuerda Guerrita.

En 1954 comenzó a trabajar en la colonia sin plaza fija, “hacía de todo: cortaba caña, daba atenciones culturales a las plantaciones” y no fue hasta en 1959, después del triunfo de la Revolución que tuvo acceso a un puesto fijo ejerciendo como técnico. Desde 2001 lleva en su pecho la medalla que lo distingue con la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

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